Astronautas de origen checo visitan la República Checa

Dos astronautas norteamericanos de origen checo que han inscrito sus nombres en la historia de la cosmonáutica mundial, Eugene Cernar y John Blaha, arribarán este viernes a la República Checa. Junto con James Lovell, son los únicos pilotos de la NASA por cuyas venas circula sangre checa. Durante su estancia de seis días en el país, los cosmonautas expondrán sus exitosas experiencias en la carrera espacial.

Si bien estos tres astronautas nacieron en Estados Unidos, se refieren con gran orgullo a sus orígenes checos. Por eso han visitado las tierras de sus antepasados en más de una ocasión: el más reciente fue Lovell, hace un año. Su compañero Cernan, que originalmente debía viajar con Lovell, a última hora suspendió su visita por razones de salud.

Eugene Cernan, hasta el momento el último hombre en pisar suelo lunar, visitó por primera vez la entonces Checoslovaquia comunista en 1974 pasando prácticamente desapercibido. Sin que se hablara casi del asunto, el astronauta hizo entrega de la bandera checoslovaca que portaba cuando pisó la luna y que en la actualidad se encuentra en el Observatorio de Ond?ejov, el más grande del país.

Tanto Cernan como Blaha tomaron parte en misiones espaciales que se inscribirían en la historia de la conquista espacial. El primero voló al espacio en tres ocasiones y como piloto del transbordador Gemini 9, en 1966, fue el segundo norteamericano en descender de una nave espacial y pasear por el espacio cósmico. Su segundo viaje sideral, a bordo del Apollo 10, en mayo de 1969, fue la última expedición antes del primer alunizaje del hombre.

Por su parte, Blaha viajó al espacio cinco veces y en total permaneció en órbita 161 días: cuatro meses y medio ininterrumpidos en la desaparecida estación espacial MIR, como parte de una expedición conjunta ruso-norteamericana. La primera vez en volar al espacio fue en 1989 como parte de la tripulación del vuelo STS-29 del Discovery y posteriormente formó parte de expediciones a bordo de naves como Atlantis y Columbia. Quizá uno de los momentos más gloriosos para Blaha en toda su carrera espacial lo vivió en septiembre de 1996, cuando el Atlantis se acopló a la estación espacial rusa MIR.