Antonín Holý, científico cuyos descubrimientos ayudan a salvar vidas
Más de 22 millones de personas han perecido en el mundo a causa del SIDA. Esta enfermedad, junto con la hepatitis B, son consideradas las peores plagas de la humanidad en la era moderna. El virus VIH, causante del SIDA, afecta a más de 42 millones de personas y más de 300 millones padecen de hepatitis B. Últimamente, las vidas de muchos de los enfermos reciben ayuda de tres medicamentos, desarrollados gracias a los descubrimientos del científico checo, Antonín Holý.
Es posible calificar de trascendentales los resultados del trabajo del equipo de Antonín Holý, del Instituto de Química Orgánica y Bioquímica de la Academia de Ciencias de Praga. Las sustancias que lograron descubrir dieron origen a tres nuevos medicamentos. El primero, Vistide, cuya comercialización comenzó en el año 1996, ayuda a los enfermos de SIDA a curar dolencias virales que afectan la vista.
El segundo medicamento se denomina Viread y en Estados Unidos fue aprobado a finales del año 2001. El Viread frena el desarrollo del SIDA y permite que la persona afectada por el VIH lleve una vida normal. A diferencia del pasado, cuando los enfermos tenían que consumir diariamente una gran cantidad de medicamentos para sobrevivir, hoy día basta con tomarse una sola tableta de Viread cada mañana. Es importante también que el medicamento no tiene efectos secundarios.El tercer medicamento creado a partir de los descubrimientos del equipo del doctor Holý se denomina "Hepsera" y es el arma más eficaz contra el virus de la hepatitis B, enfermedad mucho más contagiosa y, por tanto, más peligrosa que el SIDA. El medicamento fue lanzado al mercado mundial el año pasado.
Antonín Holý nació en el año 1936 en las afueras de Praga. Desde la escuela secundaria sentía una gran atracción hacia la química y con frecuencia efectuaba ensayos químicos en la cocina de casa de sus padres. Reconoce que algunos de esos ensayos terminaban con "pequeñas explosiones". Se graduó en química en la facultad de Matemáticas y Física de la Universidad Carolina y pasado algún tiempo comenzó a trabajar en la Academia Checa de Ciencias.
Se desempeñó durante toda su vida en el Instituto de Química Orgánica y Bioquímica de la Academia, señalando que la ciencia le ofreció siempre toda la libertad necesaria. El doctor Holý afirma haber tenido la gran suerte de trabajar con personas sabias y de amplio corazón.
Con cierta dosis de orgullo, Antonín Holý matiza que los científicos checos figuran entre los mejores expertos en biomedicina y química medicinal a nivel europeo.
La mayor parte de su vida Antonín Holý la pasó en un laboratorio. Es autor de más de 60 patentes de diversas sustancias químicas. Independientemente de sus éxitos, rechaza con decisión cualquier elogio e insiste que sus descubrimientos se deben en parte a una gran suerte y en parte a un minucioso trabajo de un excelente equipo de especialistas.
Holý afirma que la ciencia es una labor internacional. Agrega que sin la ayuda de especialistas de otros países los descubrimientos de los científicos checos no llegarían a ser aplicados en tan breve tiempo.
Los descubrimientos a los que llegó el doctor Holý después de años de investigaciones en laboratorio, fueron analizados posteriormente por especialistas de la Universidad Católica de la ciudad belga de Lovaina, quienes confirmaron que los efectos que tienen las sustancias descubiertas pueden ser aprovechados en la medicina. El químico checo coopera con dicha universidad desde mediados de los años 70.
No obstante, desarrollar un nuevo medicamento suele costar más de 500 millones de dólares y las pruebas clínicas previas a su lanzamiento al mercado duran varios años. El doctor Holý estaba consciente de que su país no disponía de condiciones y finanzas necesarias para asumir esa tarea.
Por ello la patente fue vendida a la empresa farmacéutica Gilead Sciences, de Estados Unidos, que actualmente produce las medicinas que ayudan a salvar millones de vidas y que se originaron en los descubrimientos del doctor Antonín Holý, de Praga.
Antonín Holý recibió varias importantes distinciones, entre ellas, el más prestigioso galardón científico de Europa: el Premio Descartes de la Unión Europea. Independientemente de la gran fama de la que goza en los círculos científicos del mundo, Holý sigue siendo una persona sencilla.
"Lo único que deseo es poder seguir trabajando en mi laboratorio", afirma, agregando que la ciencia tiene todavía muchas incógnitas. Sueña con que un día llegará a ser descubierta una sustancia que ayudará a fortalecer el sistema de inmunidad del hombre para que el cuerpo humano sea capaz de hacer frente a todos los virus, sin necesidad de recurrir a medicamentos.