Al mundo de la imaginación con el Teatro Negro de Praga

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"La fantasía es una de las mayores riquezas del ser humano y no le abandona ni con el correr de los años". Con esta frase, Jirí Srnec, director y fundador del Teatro Negro de Praga, suele explicar por qué, años atrás, decidió sentar las bases de un nuevo género teatral en la entonces Checoslovaquia, de un teatro basado en la antigua técnica china de la cámara negra. Le atraía la posibilidad de motivar la fantasía de las personas y deseaba descubrir los amplios horizontes que abría este "juego" con la imaginación.

Han transcurrido desde entonces más de cuarenta años y el Teatro Negro de Praga, de Jirí Srnec, se ha convertido en una de las mejores compañías de teatro de Europa. Realizó unas 150 giras por el extranjero y se presentó en más de 40 festivales internacionales.

Su éxito fue resultado de un abnegado trabajo y el camino hacia esa meta fue largo. Y, según indica Jirí Srnec, el propio surgimiento del Teatro Negro de Praga se debió más bien a una mera casualidad.

"Las positivas reacciones del público a las primeras funciones que preparé con mis amigos fueron para mí una gran sorpresa. Porque la verdad es que comencé a estudiar escenografía y dirección del teatro titiritero en la Escuela de Arte de Praga no por querer hacer teatro, sino por no tener que cumplir el servicio militar. Entonces nada sabía yo de teatro. Durante el estudio, no obstante, muy pronto quedé verdaderamente fascinado por las posibilidades que ofrecía el teatro de títeres y fue cuando comencé a realizar mis primeros experimentos en ese terreno", sostiene Jirí Srnec.

Su primer espectáculo tuvo su estreno en el teatro Radost de la ciudad de Brno y fue muy bien recibido por el público. Una muestra de ese programa que narra las aventuras de una lavandera, Jirí Srnec lo incluyó posteriormente en el programa "Lo mejor del Teatro Negro" que es una retrospectiva de las obras que fueron surgiendo a lo largo de la existencia del Teatro Negro de Praga.

"Fue precisamente gracias a ese fantástico recibimiento por parte del público de mi primera obra, que el teatro se convirtió para mí no en la meta principal de mi vida, sino en la mayor pasión de mi vida", afirma Jirí Srnec.

El Teatro Negro de Praga, de Jirí Srnec, surgió en el año 1961, siendo concebido entonces como un espectáculo para adultos. Pero con el paso del tiempo se fue transformando en teatro para toda la familia. En sus espectáculos Jirí Srnec aprovechaba la antigua técnica china de la cámara negra y la fue desarrollando.

Combinaba la actuación de actores con la utilización en la escena de diversos objetos en movimiento. Esto se logra con la ayuda de otros actores situados en segundo plano, vestidos de negro y actuando ante un fondo negro. Esos actores que permanecen invisibles ante el espectador, animan los objetos en el escenario.

La fama del Teatro Negro de Praga muy pronto superó las fronteras de la Checoslovaquia de entonces. En 1962, un año después de su fundación, la compañía de Jirí Srnec fue invitada a participar en el célebre festival de teatro de Edimburgo, Escocia. Su presentación tuvo amplia repercusión y el elenco "fue recibido en la familia del gran arte dramático internacional", según se publicó entonces en la prensa.

"Ni se me había ocurrido en ese entonces que el Teatro Negro de Praga podía ser tan bien recibido y tener tanto éxito. Para mí fue muy significativo que en Edimburgo llegáramos a formar parte de la asociación internacional de arte dramático y que el Teatro Negro de Praga se convirtiera en todo un concepto", afirma Jirí Srnec.

Han transcurrido más de cuatro décadas y el Teatro Negro de Jirí Srnec sigue cosechando éxito por todo el mundo. Se le suele denominar "pequeño teatro de grandes milagros". La fascinación de Srnec por el juego del actor con los objetos que aparecen en el escenario, se hace patente a primera vista.

El espectador que asiste al espectáculo se traslada al mundo de la magia onírica. Ante él aparece una niña que se columpia en la Luna, una bicicleta que vuela por el aire, el escenario lo atraviesa un cocodrilo en cuyo estómago se puede ver un reloj que se había tragado.

A estos "milagros" se agrega la proyección de imágenes y el sonido de la música que acentúa aún más los sucesos en el escenario. Jirí Srnec rechaza sin embargo, que sus representaciones sean un espectáculo de atracción e insiste en que su obra es un género de arte teatral que obliga al ser humano a pensar y a reflexionar sobre muchas cosas. "Por ejemplo, sobre el autor de un objeto, sobre la utilización de ese objeto y sobre la posibilidad de que se pueda abusar de él..." indica Jirí Srnec.

"Sabemos que con el cuchillo se puede cortar un pan, pero también se puede asesinar con él a una persona. Una maleta es un equipaje a la vez que propiedad de un hombre y cuanto más maletas tiene ese hombre, tanto mayores son sus bienes. Pero un día esas maletas pueden derrumbarse sobre el hombre y hacerle daño, al igual que a veces una repentina fortuna hace cambiar el carácter de las personas", dice Jirí Srnec.

En repetidas ocasiones, el Teatro Negro actuó en países de América Latina. El director del teatro, Jirí Srnec, afirma que el público latinoamericano es extraordinario. Apunta que, en tanto que artista que trabaja mucho con la fantasía, le es muy cercano el modo de ser de los latinoamericanos.

"El público de América Latina es muy receptivo y abierto a mis espectáculos. Recuerdo que durante las giras del Teatro Negro de Praga por América Latina en las que participé, me fascinaba que, independientemente de la hora de presentación de nuestro espectáculo, podía ser incluso a medianoche, llegaban familias enteras a verlo, adultos y niños. Para mí, una de las mayores diferencias entre un latinoamericano y un europeo en cuanto a cómo conciben el arte es que los latinoamericanos comparten sus vivencias con los demás y son capaces de identificarse y disfrutar de lleno del espectáculo al que asisten. Eso es fantástico. Tener un público así es la mayor recompensa para un artista", afirma Jirí Srnec.

Jirí Srnec junior y su esposa Karolína
Desde principios de los años noventa del siglo XX, el Teatro Negro de Praga es una compañía privada, mientras que hasta entonces era un elenco estatal. Durante los últimos años, el director del teatro, Jirí Srnec, amplió su compañía, dando oportunidad a la joven generación.

Así llegaron al teatro, entre otros jóvenes, el hijo del director del elenco, Jirí Srnec junior y su esposa, Karolína, ambos licenciados de la Escuela de Arte, de Praga.

"Muchos artistas jóvenes hemos ingresado en el Teatro Negro de Praga, algunos en base a un concurso, otros fueron elegidos por el director. Pero recién estando aquí nos dimos cuenta de las amplias posibilidades que este teatro nos ofrecía, de aprovechar nuestro talento y nuestros conocimientos, sirviéndonos simultáneamente de la imaginación y la invención. Esto no es posible encontrar en otro teatro", dice Karolína Srncová.

Según Jirí Srnec junior, para poder actuar en el Teatro Negro de Praga es necesario que el actor sea capaz de "volverse loco" en el escenario, de dejarse llevar plenamente por la fantasía. Y afirma estar convencido de que su generación dispone de esa capacidad.

Por esa misma razón, coincidiendo con la opinión de su padre sobre la orientación artística del Teatro Negro de Praga, Jirí Srnec junior tiene una visión clara del futuro de la compañía.

"Queremos seguir haciendo teatro y repartir la alegría entre la gente. Queremos que los espectadores sientan que estamos allí para ellos, que tengan la sensación de encontrarse en un sueño, de asistir a algo que nunca antes habían presenciado. Y que, al finalizar la función, se vayan a casa enriquecidos de nuevas vivencias y felices de haber visto el Teatro Negro de Praga, que hace más de cuarenta años fundara Jirí Srnec".