“Acá en Praga o allá en Cuba, la vida es la misma”
Reynier Lazcano Pérez, cubano, llegó hace poco más de medio año a Praga, con lo puesto, en busca de su realización personal y profesional. Y aunque le ha costado, de a poco lo está logrando. Trabaja como fisioterapeuta en dos centros de salud de la capital checa y ya planea realizar una exposición con sus pinturas.
“Seis meses y dos semanas”.
¿Qué te trajo hasta acá?
“Mejorar, ansias de libertad, buscar mis sueños, los que no podía realizar allá en Cuba. Y un poco el destino, la suerte me trajo hasta aquí. No śe cómo, pero de repente me vi en Praga”.
¿Cuáles son esos sueños de los que hablas?
“Sueños de realización profesional, de realización artística, como persona. No sé, una familia, estabilidad económica”.
¿A qué te dedicabas en Cuba?
“Yo era fisioterapeuta. Y pintaba. Pero nunca expuse en Cuba. Pintaba más bien para mis amigos, para mí, algún que otro encargo, pero más bien pintaba por hobby en Cuba”.
¿Tienes posibilidades de trabajar acá en Praga en tu profesión?“Estoy trabajando en Praga en mi profesión. De hecho, estoy trabajando en dos lugares como fisioterapeuta”.
¿Y cómo te las has arreglado con el idioma, con las diferencias culturales?
“Con el idioma, al principio mucho dolor de cabeza. Pero pienso que más que el idioma verbal, funciona mejor el idioma extraverbal y la comunicación de los sentimientos. Me comunico muy bien con mis pacientes. He tenido que aprender muy rápido el checo, pero de momento no es problema”.
Curso básico de checo urgente tomaste, ¿no?
“No, curso básico de la calle”.
¿Y manejas el inglés?
“No. Mi inglés es muy malo. Peor que mi checo. Y eso me ha obligado a aprender más rápido el checo”
¿Qué cosas te han llamado la atención, que son completamente distintas a tu vida diaria en Cuba, aquí en Praga?
“Mira, le comentaba a mi novia, Lucie, precisamente. Ando un poco estresado con el tema del dinero, que no alcanza, qué sé yo, buscar el piso, que quiero comprarme una computadora, quiero el Internet, quiero, quiero, quiero... Yo le comentaba a Lucie que en Cuba yo no tenía nada y no me preocupaba. Y aquí te estresas porque estás buscando un piso. En Cuba ni soñar buscar un piso. Aquí te estresas porque... No sé. No te estresas, pero por ejemplo, yo pensaba. Quisiera viajar, cuando tenga una estabilidad económica. ¿Adónde voy? Me gustaría ir a Canarias, porque tengo descendencia de canario. Me gustaría ir al País Vasco, porque tengo descendencia de vasco. Me gustaría ir aquí, me gustaría ir allá. Y en Cuba ni soñar con pensar me gustaría ir al País Vasco o ir a Canarias, ¿no? O sea que las preocupaciones son diferentes aquí, cambian totalmente”.
Me decías que la cosa como no te la pintaban allá era distinta a como tú la has visto acá. ¿A qué te refieres con eso?
“Totalmente distinta. En Cuba te pintan el mundo capitalista como el quinto infierno. Mi padre es revolucionario acérrimo y desde que tú naces como que te van adoctrinando, te van metiendo en la cabeza que el capitalismo es malo. Y te confieso que cuando ya venía para acá sentí un poco de miedo, que se te vuelve inconsciente. Y llego aquí y mira, me he dado cuenta que hay una cosa. Ni el capitalismo es tan malo como te lo pintaban allá ni es tan bueno como quizás te lo imaginabas. Y ni el socialismo es tan malo como te lo pinta el capitalismo, ni es tan bueno como ellos dicen. Ambos tienen sus pro y sus contra. Mira, al final yo me he dado cuenta que es lo mismo. Se vive similar aquí que en Cuba. Las preocupaciones cambian un poco, pero cambian a partir de las posibilidades que tienes tú de adquirir cosas. Pero las preocupaciones son las mismas. Un amigo mexicano, cuando yo llegué aquí, me decía: ‘Mira, las ventanas son ventanas aquí y allá. La diferencia es que allá abren para la derecha y acá para la izquierda’. Yo pienso, la hierba es verde donde quieras. Al final las preocupaciones cambian un poco pero la vida es la misma donde quieras, la vida es una sola. Eso sí, totalmente diferente: costumbres, forma de pensar, todo”.