Ziaola, el niño afgano que encontró refugio en la República Checa
La pobreza, el hambre, las enfermedades y la desolación caracterizan a Afganistán, un país destruido por largos años de guerra. Los que más sufren son los niños privados de muchas cosas que parecen normales a sus coetáneos de los países más ricos. Ziaola es uno de los pocos niños afganos que han tenido suerte: en diciembre pasado encontró refugio en la República Checa.
"Ziaola cayó en un horno para pan. Sufrió graves quemaduras sobre todo en las manos. Desgraciadamente, las heridas se le inflamaron y, con el triste nivel de la asistencia médica en Afganistán, los médicos tuvieron que amputarle los dedos para prevenir la infección de la sangre. Y lo más trágico que quiero subrayar es que los hospitales afganos no tienen dinero para la anestesia".
Milan Repka visitó a Ziaola en la base. El niño no hablaba ni sonreía.
"Pero cuando nuestras miradas se cruzaron, surgió una suerte de química que desembocó en una sincera amistad. Veía que Ziaola no estaba desesperado por el dolor sino que por el hecho de haber perdido los dedos, lo que le excluyó de la sociedad normal. Le hice un coche de cartón y mi esposa me mandó a Kabul otros juguetes y libritos. Y el niño empezó a comunicarse conmigo".
Y precisamente en ese momento se inició todo un proceso de permisos y negociaciones para que el pequeño Ziaola pudiera ser acogido en la República Checa. Según destaca Milan Repka, decisivo fue el visto bueno de la familia del niño.
"Su familia entendió que si Ziaola hubiera permanecido en Afganistán, habría tenido una vida muy dura como lisiado. Lo tomaron como una gran posibilidad para su hijo y, para salvarlo, estuvieron dispuestos a apartarse de él por cierto tiempo. Es un gran amor paterno que no dejo de admirar".
Nadie sabe cuántos años tiene Ziaola porque en Afganistán no se registran los niños al nacer, los médicos le estiman en cuatro o cinco años.
Desde el 21 de diciembre está alojado en la familia del portavoz del Ministerio de Defensa, Milan Repka. La semana pasada le fue otorgado el asilo humanitario, el último obstáculo para que su tratamiento médico pudiera empezar en la República Checa.