Viaje a Bystřec, un pueblo desaparecido hace 600 años
A principios del siglo XV el pueblo moravo de Bystřec fue atacado y destruido. Ahora, después de unas excavaciones de más de 30 años, los restos de la aldea protagonizan una exposición en el Museo Provincial Moravo, en la ciudad de Brno.
“El pueblo tiene su origen en una colonización, como la mayoría de los asentamientos en la altiplanicie de Drahany. Eso significa que surgió a mediados del siglo XIII, cuando la zona fue colonizada por el señorío de Holštein. Bystřec se desarrolló muy bien, se trataba de uno de los mayores asentamientos de la altiplanicie de Drahany de aquella época. Su desaparición fue debida a las guerras del Margraviato de Moravia y a los conflictos entre Holštein y Kumštat, y en un momento dado, según las crónicas, en 1401 el pueblo fue atacado y quemado, y sus habitantes asesinados”.
Bystřec ha necesitado más de 600 años para volver a cobrar protagonismo. Desde mediados de abril el Museo Provincial Moravo, situado en la ciudad de Brno, expone los resultados de las excavaciones arqueológicas que tuvieron lugar en el antiguo emplazamiento de la población desde los años 70.
La muestra ‘Bystřec: fundación, vida y muerte de una aldea medieval’ consiste en un conjunto de artefactos originales, mapas y recreaciones de algunas de las construcciones del pueblo, con el mismo mobiliario y contenido general que demuestran los resultados de los arqueólogos. El nivel de detalle y la cantidad de información disponible permite sumergirse sin problemas en la vida cotidiana de un pueblo moravo del siglo XV.
La muestra es el producto final de un largo trabajo que comenzó cuando, de forma inesperada, el nombre de Bystřec volvió a aflorar en los trabajos de los historiadores, como cuenta Belcredi.
“Bystřec era uno de los asentamientos del que la gente no guardaba memoria, es decir, el lugar donde se encontraba había caído completamente en el olvido. No fue hasta los años 50 cuando el profesor Ervín Černý, que se dedicaba a localizar estos pueblos perdidos, descubrió la existencia de Bystřec. La localidad tuvo mucha suerte en la historia porque el lugar donde se encontraban los restos fue siempre un prado. En los años 70 se decidió hacer del prado una tierra de cultivo, se hallaron las ruinas y en 1975 comenzaron los trabajos arqueológicos. El primer año de excavaciones fue tan interesante que se invirtió más tiempo en el tema, y al final se prolongaron 28 años”.
En opinión de Belcredi, que es también comisario de la exposición, este largo periodo de tiempo se ve justificado por la exhaustividad con la que se realizaron los trabajos, y que permite tomar Bystřec no como un conjunto de casas, sino como un centro de población que va más allá del núcleo urbano.
“Los trabajos se alargaron porque quisimos desenterrar el pueblo entero, y este consta de 18 o 20 edificaciones en un área de más o menos 10 hectáreas. Y además también investigamos los alrededores, queríamos una investigación completa. Se trata de hecho de una de las mayores excavaciones de Europa en lo que respecta a asentamientos desaparecidos. Por eso duró 28 años”.
De hecho la exposición no contiene información únicamente sobre el pueblo en sí, sino también por los diversos rastros de civilización que se encontraron en su entorno.
“La investigación terminó en 2004, y cubrió no solo el poblado sino también los alrededores. Desenterramos también el sistema de acequias y unos talleres. Así actualmente ya hemos conseguido trazar los planos de cómo fueron dos caseríos agrícolas, que son al mismo tiempo los más grande y los más desarrollados que conocemos de su época”.
Una de las estrellas de la exposición es un horno de adobe, cuidadosamente restaurado, cuyo hallazgo aportó además nuevos datos sobre la desaparición de Bystřec, continúa Belcredi.
“La desaparición del pueblo está documentada de forma única. Estamos aquí al lado de un horno que es realmente un fantástico documento de lo que pasó, y una prueba de que el ataque fue inesperado. En ese momento alguien, seguramente una mujer, calentaba ollas y cazuelas en el horno, y en una estantería al lado del horno esperaban cuencos con granos de trigo pelados. La mujer salió corriendo fuera durante el asalto y ya no volvió. El horno quemó las ollas que había dentro, y el resto se quedó donde estaba, con la comida dentro, durante 600 años, hasta que lo descubrimos”.
Precisamente este brusco y violento final, junto con un poco de buena suerte permitió que los restos del pueblo se preservasen relativamente bien durante todo este tiempo, con cada objeto donde se encontraba originalmente, según afirma Belcredi.
“La desaparición del pueblo sucedió de manera repentina. El incendio provocado por los atacantes hizo que los techos cayeran sobre las dependencias de las casas, y por eso estas se conservaron tan bien. Además, la zona fue durante 600 años un prado, con lo que los objetos no resultaron dañados. Hemos tenido por tanto la extraordinaria posibilidad de revelar la situación exacta en la que se encontraba el pueblo hace seis siglos”.
El lugar donde un día estuvo Bystřec se hall en lo que hoy es el parque de Rakovický, cercano al municipio de Jedovnice na Blanensku. Los cimientos de los dos caseríos se encuentran desenterados y a la vista, y toda la zona es accesible gracias a una vía ciclista.