Velorex, un invento de película
Presente en varias producciones cinematográficas, este curioso y ligero vehículo que, en su momento, se utilizó como medio de transporte habitual, constituye un valioso objeto de colección para muchos checos que dedican su vida a cuidarlo y no dejan de rendirle homenaje.
A la hora de evaluar que un producto o una marca alcanzó cierta trascendencia en la sociedad, puede ser útil fijarse si aparece o no en películas, canciones o libros. Al menos eso es lo que opina Katka Bartošová, una joven guía de turismo checa que, según recuerda, jugaba más a los autitos que con las Barbies, quizás porque su padre trabajó muchos años como mecánico. Y, en efecto, su imagen de este triciclo a motor parece íntimamente ligada a… una película.
“Vrchní, prchni! (cuya traducción sería Jefe, ¡huya!) trata sobre un camarero que gana dinero estafando a los clientes de los restaurantes, y él tiene ese coche Velorex. Es súper interesante porque no es un coche de metal sino de cuero, entonces este camarero hace un chiste en la película de que él no va al mecánico sino a donde se lava la ropa”.
En aquella película de 1981 dirigida por Ladislav Smoljak trabajaba, además, Josef Abrhám, que es un actor muy conocido en la República Checa. Pero este film no es ninguna excepción, ya que el famoso coche Velorex aparece también en una comedia musical infantil: Ať žijí duchové! (¡Vivan los espíritus!).
La diferencia, explica Bartošová, es que mientras en esta última se muestra la versión de cuatro ruedas, en aquella otra película se veía el antiguo modelo de tres ruedas que, en algún punto, es hoy el más recordado.
“Mi papá me ha dicho que su sueño era comprar ese coche justo después de ver esa película que filmaron en los años ochenta y hasta ahora la siguen dando en la televisión porque es bien chistosa y la gente la ama”.
Cuenta Bartošová que, al final, su padre nunca llegó a comprarlo porque ya tenía otro auto que usaba en forma regular y tampoco contaba con demasiado espacio como para guardar otro vehículo, aunque se tratara del compacto invento de los hermanos František y Mojmír Stránský. Sin embargo, asegura que el coche es tan popular en el país que hace unos años era imposible no conocer a alguien cercano que lo tuviera.
“Y, bueno, un amigo de él lo tenía y le contaba que lo llamaba ‘moucha’, o sea, que en español sería mosca, porque el coche al estar prendido y al andar hacía el mismo sonido que una mosca, como un zumbido, y era muy peligroso girar en las curvas, ya que los primeros modelos solían tener tres ruedas y entonces era como manejar una moto”.
Como la carrocería no tenía metal, cuenta Bartošová que, para protegerse, los usuarios debían llevar casco y anteojos, lo cual también les daba, en su opinión, apariencia de moscas. Pero la gran popularidad que adquirió la compañía se basó, sobre todo, en su slogan publicitario y en distintas personalidades que lo manejaron, como, por ejemplo, el músico, compositor y humorista Ivan Mládek, que, incluso, llegó a dedicarle una canción.
“Ivan Mládek era súper popular y también tiene la canción Jožin z Bažin. Su grupo musical Banjo Band también es muy popular y sus canciones siempre se escuchaban en la radio y la gente las cantaba en verano junto a la hoguera y con guitarras”.
Aunque actualmente se sigue fabricando en una cantidad mucho más reducida, los Velorex nacieron en la década del cuarenta y vivieron su época dorada entre los sesenta, los setenta y comienzos de la década del ochenta, cuando además de simples y bellos también eran un medio de transporte innovador.
“Nuestro vecino también lo tenía y sí, era muy popular y a la gente le gustaba. También era muy barato porque tenía el motor de una moto y no era tan difícil conseguirlo en los años en que se producía, pero después cortaron la producción de los Velorex, entre otras cosas porque vino el Trabant”.
Según Bartošová, los pequeños autos de esa marca alemana significaron una fuerte competencia, sobre todo, porque eran más modernos y tenían la ventaja de poder dejarse en la intemperie, al contrario de los Velorex, que solían mojarse muy rápido o incluso enfriarse demasiado durante los inviernos. Aun así, los Velorex hicieron historia y, en la actualidad, sobreviven como un objeto de colección para muchos checos que no dejan de rendir homenaje a esta emblemática marca de origen checoslovaco.
“Tiene muchos fans que se reúnen anualmente o, en algunas ocasiones, en Boskovice para hablar de lo que es, en checo, su ‘veterán’, es decir, su coche clásico y antiguo, porque la gente vive para ese coche, lo reparan siempre y no lo usan como medio de transporte normal, porque puede ser peligroso usarlo con los coches que existen ahora”.
Bartošová explica que se trata de un vehículo muy bajo, similar en ese sentido a lo que hoy sería un scooter. Sin embargo, aclara que en la década del setenta el Velorex sí solía usarse como transporte de circulación frecuente por la sencilla razón de que antes no había un tráfico tan intenso como el que hoy registra, por ejemplo, la ciudad de Praga. Es decir que, si bien la modernidad en cierto modo los desplazó de la calle, lo que nunca va a lograr es borrar el sentimiento que los Velorex generan entre tantos checos.
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