Un cíborg en Praga: el catalán que se hizo un implante craneal para escuchar el espacio exterior
El protagonista del documental Cyborg Generation, Kai Landre, es un cíborg catalán que cuenta con el llamado “Sentido Cósmico”. En su película, que se presentó dentro del festival de cine One World, se detalla el proceso de transición de Kai de humano a cíborg, y su búsqueda por la expansión de los sentidos. Gracias a unas placas que se sostienen al cráneo de Kai por unos imanes que el artista tiene implantados en las sienes, el cíborg puede captar partículas subatómicas de la atmósfera y traducirlas en notas musicales, que pueden ser utilizadas para componer música. En esta entrevista, el protagonista del film nos responde algunas preguntas que quedan abiertas en el documental.
¿Puedes describir qué es ser un ciborg?
“Para mí cíborg es una forma de identificarse, una identidad que está abierta a todo… ha habido muchas teorizaciones sobre lo que es el cíborg, empezando por Donna Haraway en su Manifesto Cíborg en los 70, que básicamente hablaba del término cíborg como una forma de la mujer feminista de salirse de aquellas normas sociales y conjeturas, entonces para mí es un poco lo mismo, no hace falta tener tecnología para ser cíborg, yo creo que es más el hecho de ser un outcast, ser un pringado de toda la vida, lo que somos todos, los raros”.
¿Puedes describir cuál es la condición en concreto que te define como cíborg?
“Yo he pasado por muchas etapas desde la parte más tecnológica de entender todo el tema de lo que es a nivel teórico implantarse, hasta hacerlo, hasta todos los pensamientos… todo. Ahora para mí simplemente es como yo me defino, me gusta eso, que sea un término fluido en el que no hay ninguna conjetura en la que tengas que encajar o no”.
¿En tus propias palabras, de qué trata la película?
“La película es una fotografía hecha documental, digamos, de todo un proceso de transición de humano a cíborg, que yo viví desde los 17 años hasta ahora, que tengo 24, es algo ya de por vida. Lo que muestra la película es sobre todo los primeros pasos de un adolescente joven que se está encontrando a sí mismo y a través del ciborgismo encuentra un poco una vía de escape para poder encajar dentro de unos cánones que él mismo se ha puesto”.
¿De dónde salió el impulso de hacer la película? ¿Tenías algún objetivo en concreto de lo que querías transmitir para el público?
“Realmente la película no fue algo que saliera de mí, sino que se nos presentó la oportunidad de grabar sobre mi proceso en el momento en el que lo estaba iniciando. Y entonces... tras ver el footage que teníamos, decidimos alargarlo más, lo presentamos a una productora como proyecto y lo cogieron y lo hicimos documental, pero realmente fue algo muy orgánico y que yo personalmente no tenía intención cuando empecé esto de retratarlo ni nada por el estilo, pero se dio así, naturalmente”.
Entonces, digamos que las escenas y todo lo que hemos visto dentro de la película fueron grabadas en tiempo real mientras tú estabas pasando por esa transición y luego recompiladas más adelante.
“Efectivamente, sí. A ver, la verdad es que también está la mente pensadora genuina del director Miguel Morillo Vega, que ha estudiado cine y sabe un montón, entonces, lo hizo todo para poder encajar todas las escenas y todo lo que estaba sucediendo dentro de una trama o de una narrativa que luego pudiera tener sentido a la hora de montaje. Pero sí que es verdad que también estábamos grabando en analógico, o sea, que hasta el momento de recibir las latas reveladas y empezar a montar, no teníamos muy claro cómo iba a quedar el poti poti de lo que hicimos.
En la película hay escenas que son muy íntimas. Hay un viaje a Nueva Jersey, hay todo el proceso en Barcelona. ¿En todos esos momentos había entonces una persona acompañándote, que era el cámara, me imagino?
“Sí, la verdad que lo hicimos muy punky y me acuerdo el viaje a Nueva Jersey precisamente que éramos nada, íbamos el cámara, mi agente de ese momento y yo, y nos lo montamos como pudimos un poco. Quiero decir que en ningún momento ha habido un gran equipo siguiéndome ni nada por el estilo, siempre ha sido algo muy íntimo y creo que también es algo que se ve retratado cuando ves el film, que es una mirada muy íntima. Recuerdo en un festival, en el primero que hicimos, que le preguntaron al director por qué todos los planos son tan cerrados y es porque realmente es como él me ve a mí, es mi mejor amigo el director, al final, entonces es como que ve a través de sus ojos lo que yo estoy viviendo y es un poco lo que se pretende retratar en este film”.
En la película tenía una presencia muy fuerte todo el tema de la operación, del trasplante, ¿cómo fue vivir esa experiencia y cómo lo percibes ahora?
“Realmente lo percibo como una locura. Tampoco es que sea mucho mayor ahora, pero era muy joven cuando lo hice. Lo veo todo como un juego muy adolescente, como algo de una etapa de experimentación. Este momento como postadolescente, pre-adulto, en el que estás encontrándote… yo soy muy extremista, y lo llevé al extremo, entonces estoy muy agradecido de haberme atrevido a hacer eso y lo veo como algo muy valiente por mi parte, y sobre todo una experiencia de esas que dices ‘pues mira, se tiene que vivir’, ¿sabes? Lo veo como algo como guay, de lo que me voy a acordar siempre y de lo que estoy muy orgulloso, la verdad”.
¿Cómo fue la experiencia de esa operación? ¿Sigues teniendo esos implantes?
“Sí, la operación en sí fue bastante... intensa y difícil en general, porque al final yo estaba usándome a mí mismo de rata de laboratorio, o sea, yo no sabía si el hecho de implantarme imanes en las sienes iba a permitir que yo pudiera escuchar por conducción. No sabía si era una zona apta para ello, no sabía si mi cuerpo iba a rechazar eso, entonces fue muy experimental. Ahora sigo llevando los imanes, pero mi sentido cíborg ahora lo uso sobre todo para hacer conciertos en directo, no tanto en el día a día”.
Y la última pregunta, ¿cómo fue el proceso de buscar a alguien que hiciera la cirugía?
“Muy difícil realmente porque, claro, es algo que es ilegal. Un doctor como tal puede perder su licencia por hacer este tipo de operaciones y ya nos había pasado que un doctor no lo tuvo en cuenta y luego no llegaron a quitarle la licencia, pero estuvo a punto de perderla... Entonces fue muy underground, buscando un poco entre las rendijas. Es que Barcelona es muy de rendijas, Barcelona es muy calle”.