Un Aero 145 de 1960 voló de vuelta a Chequia desde Australia
Uno de los míticos Aero 145 regresó a Chequia después de más de 60 años en Australia. El piloto y coleccionista de aviones antiguos Richard Santus contó a RPI su epopeya atravesando los cielos de medio mundo en la pequeña aeronave durante casi dos meses en los que conoció incluso las cárceles de varios países.
De Australia al museo de aviones antiguos de Richard Santus en Podhořany, en el centro de la República Checa, hay unos 20.000 kilómetros. Esa es la distancia que cubrió el piloto a bordo de un mítico avión de producción checoslovaca, el Aero 145, que Santus considera la aeronave más famosa salida nunca de las factorías del país, como contó a Radio Praga Internacional.
“Su diseño inicial se inició en secreto en 1947 en la antigua Checoslovaquia y solo pasó un año antes de que el primer prototipo volara en 1948. Aquel era el Aero 45. La producción del Aero 145 comenzó en 1956. Tenía motores más potentes y un diseño mejorado de la estructura, muy limpia desde el punto de vista aerodinámico, rápida y de bajo consumo de combustible. Era muy popular en aquella época y, de hecho, ganó un premio en la Exposición Universal de Bruselas del 58. Ahí es donde realmente comenzó su éxito comercial”.
Pero de este avión, sin embargo, quedaban solo tres en estado de uso en todo el mundo: uno en Chequia, otro en Eslovaquia y un tercero en Australia. Y este fue precisamente el que se le puso a tiro a Santus, que no dudó en hacerse con él.
Cuando supo cómo había llegado hasta a Australia, pensó que sería una pena enviarlo desmontado por barco en una caja de madera. Había una forma mucho más emocionante de traerlo.
"Es interesante. Voló hasta allí a motor en 1961. De no haberme enterado de esto, probablemente no me atrevería a volar con él de regreso. Así que, en aquella época, dos australianos, un padre y un hijo, compraron el avión en 1960 y lo llevaron volando a Australia. Les llevó dos meses y al parecer fueron disfrutando del camino, haciendo escala en Italia, Córcega…”
Si bien la tecnología y los medios han avanzado mucho en los casi 65 años trascurridos, el vuelo de Santus se encontró con no pocos problemas con los que aquel padre y su hijo no tuvieron que romperse la cabeza, explica.
“La navegación era entonces mucho más complicada sin GPS, pero mi viaje también fue complicado por la gente, cuestiones de seguridad y la situación geopolítica. Yo era una anormalidad en el camino. No están acostumbrados a los aviones pequeños, no están acostumbrados a ver a un tipo que compró un avión en Australia fabricado hace 70 años y lo lleva volando por todo el mundo. Están acostumbrados a ver Boeings y Airbuses”.
Para empezar, tuvo que acomodar su ruta a la caliente situación geopolítica en Oriente Medio.
“La principal diferencia fue que ellos volaron por el Mediterráneo hasta Siria, lo que hoy sería inimaginable, y luego a través de Irak e Irán, que sería una complicación. Aun así, a nosotros nos tomó cinco semanas obtener un permiso para cruzar Arabia Saudí, así que también tuvimos nuestros problemas, pero finalmente logramos completar el viaje en 56 días, creo, de los que 17 los pasamos volando”.
En los otros 39 días pasó un poco de todo. Lo único que funcionó a la perfección durante casi todo el viaje fue el avión, del que destaca Santus que su bajo consumo volando a 230 km/h le permite hacer hasta 1600 kilómetros de una sola tacada. Eso en teoría, ya que siempre hay que dejar una prudente reserva, por lo que dice que el mayor tramo que realizó seguido fue de 1250 kilómetros.
Volar fue un placer, los problemas llegaron por parte de las autoridades de varios países.
"Todo fue bien hasta Darwin, en el norte de Australia. Pero con el primer aterrizaje en Indonesia me di cuenta de que tenía que cambiar mi forma de pensar y seguir sus sistemas y su forma de hacer las cosas. Terminé en la cárcel durante una noche en Indonesia porque tuve que aterrizar en otro aeropuerto. Y luego pasé cinco días más en una cárcel en la India por razones similares y una noche más de arresto domiciliario en Pakistán”.
Cada arresto, independientemente de lo exótica que pudiera ser cada cárcel, suponía nuevas dificultades para proseguir el viaje.
“Estaba realmente desesperado cada vez que me encerraban en la cárcel sin saber qué iba a pasar después. Lo más difícil del viaje era cuando no podía continuar y se vencían todos los permisos de las autoridades. Si te encierran cinco días en una cárcel, tienes que volver a solicitar los permisos, que es muy complicado. Y con este tipo de avión, volando tan bajo por todo el mundo, en cualquier país al que llegas eres alguien sospechoso”.
Así, en lugar de aterrizar en la República Checa antes de Navidades, como era su plan, para entonces solo había sido capaz de llegar a Dubái, donde decidió tomárselo con calma antes de proseguir su ruta.
Antes de llegar a su destino final en Podhořany, Santus hizo una parada en la factoría de Aero en Kunovice, cerca de Eslovaquia, de donde había salido el aparato hace 64 años. Así se cerró el círculo tras su viaje de ida y vuelta a Australia.
Ahora, ya está en el hangar en el que Santus tiene su colección de aviones antiguos en Podhořany, sobre todo, de la Segunda Guerra Mundial, y, preferentemente, británicos y relacionados con los pilotos checoslovacos que lucharon contra los nazis dentro de la Real Fuerza Aérea. Todos ellos se pueden visitar e incluso admirar en vuelo en exhibiciones y espectáculos.
La gran joya de la colección es un Miles Magister de 1938 usado por los pilotos checos en la guerra, y del que dice Santus que es el único aparato de ese modelo en el mundo que se mantiene en su condición original y listo para salir a volar. Pero algo de protagonismo perderá ahora al lado del bonito Aero 145 blanco y rojo recién llegado desde la otra punta del mundo.