Segregación de los niños gitanos en escuelas checas: “Los profesores tienen que aprender a trabajar con un grupo heterogéneo”
El Consejo de Europa ha denunciado la discriminación a la que la comunidad gitana se enfrenta en Chequia. La educación es una de las áreas más afectadas, según el informe.
La Comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, ha publicado un informe en el que denuncia la situación de discriminación sistemática a la que se encuentra expuesta la comunidad gitana en Chequia.
Se estima que la comunidad romaní en Chequia ronda las 250.000 personas, lo que supone casi un 5% de la población. Pese a ello, el informe publicado por el Consejo de Europa apunta que todavía existen importantes prejuicios contra la etnia romaní en el país. En ámbitos como el de la educación o la vivienda, la discriminación afecta a los miembros más jóvenes de la comunidad.
Así lo explicó en entrevista para Radio Praga Internacional Magdalena Karvayova quien, a través de la asociación Awen Amenca, trabaja para mejorar la integración de los niños gitanos en el sistema educativo checo.
“Creo que la discriminación como tal es un gran problema, pero el mayor problema lo veo en la vivienda y la educación. Porque cuando se relega a los gitanos a zonas de exclusión social y a escuelas segregadas, desaparece para ellos cualquier posibilidad de salir del círculo vicioso de la pobreza y la exclusión socioeconómica. Otro gran problema que percibo -la fuerza motora que hay detrás de esta discriminación- son los prejuicios y estereotipos profundamente arraigados que la sociedad alberga hacia el pueblo romaní”.
Y aunque a día de hoy es raro encontrar una escuela totalmente segregada, para Karvayova esto no significa que la separación y la discriminación hayan desaparecido. Después de 15 años trabajando en el ámbito de la educación, la cofundadora de Awen Amenca considera que la segregación persiste, pero bajo nuevas formas.
“Porque hoy en día no tenemos escuelas especiales o "escuelas prácticas", sin embargo ocurre que dentro de un edificio tenemos clases segregadas donde se coloca a los niños gitanos, o tenemos una escuela con dos edificios segregados que están a diez minutos uno del otro”.
La separación de los niños gitanos en clases propias, explicó Karvayova, se justifica a menudo como una medida relacionada con el idioma. Aún así, el asunto va más allá de las diferencias lingüísticas.
“No hay una sola razón. La cuestión es muy compleja. A veces lo llaman clase de lengua, o de matemáticas, encuentran una razón objetiva para crear una clase separada. O dicen que es una clase para niños que son un poco más lentos o que tienen TDAH, un trastorno del comportamiento, y se les adjudica un plan de estudios reducido. Así que, aunque estén en una clase, se les sigue enseñando con arreglo a un plan de estudios reducido, con resultados inferiores”.
En cuanto a la respuesta por parte de las autoridades checas, Magdalena Karvayova considera que la atención recibida por parte del Consejo de Europa y la Comisión Europea podría impulsar cambios positivos en la legislación. Ya en los últimos años se han llevado a cabo esfuerzos en pos de nuevas políticas para la integración escolar de la comunidad romaní, si bien la implementación de estas continua presentado problemas. Una parte importante de la responsabilidad, añadió Karvayova, recae sobre la población general.
“Los actores clave son los ayuntamientos, que son los que gestionan las escuelas, y el personal escolar. Y también tenemos que trabajar para eliminar los prejuicios por parte de los padres, porque cuando ven a niños gitanos a veces tienden a sacar a sus propios hijos de la escuela. En el ámbito de la educación, creo que los profesores tienen que aprender a trabajar con un grupo heterogéneo de niños. Deben dejar de etiquetar a los niños y limitarse a trabajar con el potencial que poseen”.
La clave, concluyó Karvayova, está en la actitud. Con una actitud diferente ante la comunidad gitana en Chequia, bastarían “unos sencillos pasos que podrían marcar una gran diferencia” en las vidas de los miles de niños gitanos cuya acceso a una educación de calidad se encuentra limitado.
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