Se recomienda entrar
Que no sólo trabajando vive uno, lo sabemos todos muy bien aunque el ritmo acelerado de nuestros días hace que los checos se olviden a menudo de ello. Siempre con prisas, despachando las conversaciones con los amigos en la calle mirando constantemente el reloj. ¡Qué mejor sería charlar sentados disfrutando de un buen café!
Trasladémonos a las postrimerías del siglo 19 cuando la cultura del café y del restaurante aún florecía en las tierras checas. Les invitamos a dar un paseo por los hoy casi olvidados establecimientos de este tipo de la metrópoli de Moravia del Norte, Ostrava. Y no se dejen llevar por el hecho de que esa ciudad es más bien conocida como un centro minero. Muchos de sus cafeterías y restaurantes no desmerecían de los de Praga. Se les recomienda entrar.
En primer lugar visitaremos el Hotel Moravia en el barrio de Prívoz que estaba ubicado cerca de la principal estación ferroviaria de la ciudad. La proximidad del denominado Ferrocarril Septentrional de Fernando, vía importante que unía la Ostrava industrial con la capital del Imperio Austro- Húngaro, Viena, fue también una de las razones por las cuales los propietarios del Hotel Moravia recibieron la concesión en 1897. Un mozo que acompañaba a los viajeros hasta el tren fue uno de los servicios con los que el hotel atraía a los clientes.El huésped más famoso del Hotel Moravia fue el archiduque Eugenio de Lorena, de la Casa de los Habsburgos. El archiduque se desplazó a Prívoz en 1899 para asistir a la bendición de la recién construida Iglesia de la Virgen María Inmaculada, casi al lado del hotel.
El mismo año, el 24 de septiembre se detuvo delante del Hotel Moravia el viajero vienés Hans Lian quien apostó con la revista Herald de Nueva York que realizaría un viaje por toda Europa en dos años sin dinero y llevando consigo en un carro a su mujer y a su hijo.
Si les entraba gana de tomar un café después de la siesta no había mejor lugar en Ostrava que el café Elektra. A su edificación en 1923 contribuyó el Ministerio de Obras Públicas con 6 millones de coronas, suma considerable en aquella época. Además del café, se encontraban en el nuevo edificio, denominado Casa Minera de Representantes, la sede del Secretariado de la Cuenca Minera de Ostrava, el Banco de Cooperativas, 14 pisos modernos y un cine con un aforo de 763 espectadores.
En todas las salas y los salones que componían el café, el restaurante y el cabaret estaban situadas escupideras y rótulos "Prohibido escupir". De las cuatro a las ocho se organizaban allí conciertos a los que seguía un espectáculo de cabaret presentado a menudo por el músico praguense Sasa Razov, autor de la canción "Ostravstí chachari" " "Ganapanes de Ostrava".
El programa era variado, presentándose al público tanto artistas checos como extranjeros - el virtuoso en la interpretación de xilófono y tubáfono, Jean Walden, la soprano praguense Gollevská, el ilusionista Collini, la bailadora elástica Tonitta Billward o el bailador negro Tommy Nigger con su pareja.
Uno de los visitantes expresó sus impresiones del café Elektra en un periódico nacional con estas palabras: "Praga no tiene algo semejante. Un café enorme siempre repleto de gente, en el subterráneo un gran bar con una orquesta de jazz, frecuentado por dandis hastiados y sus damas. Y en el suelo de cristal se reflejan luces de colores que iluminan a los bailarines".
Después de las funciones de teatro visitaban el café Elektra los famosos actores checos de la época: Oldrich Nový, por ejemplo, o el dúo Jirí Voskovec y Jan Werich quienes tenían en el café una cuenta abierta.
El café Elektra logró sobrevivir a la competencia de otras cafeterías - en 1928 había en el centro de Ostrava en una superficie de 500 metros cuadrados, 15 cafés y 75 establecimientos con concesión para el despacho de bebidas alcohólicas, un fenómeno sin igual en el resto de la República. Logró sobrevivir asimismo a la Segunda Guerra Mundial y a las nacionalizaciones de los comunistas. Pero ya no al renacido capitalismo. El propietario actual del café Elektra decidió en marzo de 2001 cerrarlo, con el propósito de abrir en su lugar un salón de venta de automóviles.
Los excursionistas domingueros de Ostrava se dirigían también a otros lugares. El más famoso era el restaurante Jarko, situado bajo la colina de Hulváky, denominado según su propietario Michal Jarko, un funcionario de la minería jubilado anticipadamente. Michal Jarko y su esposa Hermína estaban dispuestos a atender a los clientes a cualquier hora del día aplicando el lema: "Nuestro cliente, nuestro dueño".
Y no les faltaban clientes. El restaurante era frecuentado por familias con hijos, por gente joven que venía a bailar al ritmo de orquestas de jazz y swing que interpretaban los mayores éxitos del período de entreguerras, y la gente mayor se reunía aquí con motivo de bailes organizados por uniones de bomberos o veteranos de guerra o por la asociación gimnasia Sokol.
En las pausas las señoras tomaban una copa de vino y los señores algo más fuerte - con frecuencia cocteles como el "Marinero" y la"Dama Blanca". La cocina del restaurante Jarko ofrecía una amplia gama de especialidades de pescado, no faltando el atún, la carpa adobada o la caballa frita. El propietario criaba en un pantano cercano alevines y el cliente podía pescar el mismo lo que le servirían después en la mesa.
En invierno el pantano se cubría de hielo convirtiéndose en una perfecta pista de patinar. A los patinadores entumecidos por el frío los esperaba después un café con leche caliente y un pastel esponjado, especialidad de la señora Hermína Jarková.
Pero no había sólo establecimientos honestos en Ostrava. Había también prostíbulos cuyos nombres, por cierto, eran muy poéticos. Si viéramos hoy en día en un edificio la inscripción "El Cisne" apenas se nos ocurriría pensar que en su interior ofrecieran los servicios prestados a los visitantes en los actuales "night clubs".
El burdel "El Cisne", denominado paradójicamente según un ser que destaca por la fidelidad, se encontraba en el barrio de Slezská Ostrava, cerca de una piscina pública.. Pertenecía a Matilda Fedrová, procedente de Galitzia, quien lo abrió en 1911. Empleaba a siete prostitutas que tenían que someterse regularmente a pruebas médicas. La empresa prosperó hasta el surgimiento de la Checoslovaquia independiente en 1918. La joven República no se mostró tan tolerante con este tipo de establecimientos como el Imperio Austro-Húngaro y en los años veinte "El Cisne" fue cerrado.
El color característico de las mancebías es el escarlata. En Ostrava, sin embargo, destacaban por su variedad de colores prevaleciendo entre ellos el color azul. Muchas de las casas de las delicias tenían este color en su denominación - "El Ratón Azul", "La Linterna Azul", o la taberna "La Estrella Azul".
Esta última tenía una larga tradición que se remontaba hasta aproximadamente el año 1850. Por sus apariencias un restaurante y un café pero en realidad un lugar donde se ejercía la prostitución. Adolph Rosenthal de Galitzia, propietario de "La Estrella Azul" desde 1930, empleaba a 9 supuestas camareras cuya tarea principal no consistía, sin embargo, en servir los clientes, sino en atender a requerimientos más íntimos.
Del funcionamiento del restaurante se encargaba el jefe de los mozos. El cliente que estaba interesado en los servicios de una prostituta pedía una botella de vino. El vino era de muy mala calidad pero costaba mucho - 65 coronas de entonces. El cliente escogía posteriormente a una muchacha y ambos se acomodaban en uno de los departamentos separados del restaurante. A la muchacha el cliente le pagaba en efectivo o le pedía que le trajeran comida y bebida.
Los clientes que deseaban servicios considerados de alto nivel pagaban al jefe el doble - 120 coronas y se iban a la primera planta donde se encontraba el salón.
La ocupación nazi puso fin a "La Estrella Azul". A medidados de 1939 el restaurante fue cerrado y sus propietarios fueron encarcelados. No porque la administración alemana condenara más estrictamente la prostitución, sino poruqe el propetario Adolph Rosenthal era de origen judío.