La Semana Santa y las fiestas de Pascua

Foto: Ondřej Tomšů

Las tradiciones relacionadas en Chequia con la Semana Santa y las fiestas de Pascua en muchos casos tienen un carácter pagano. La Pascua Florida, fiesta que además de su profundo sentido litúrgico, simboliza la resurrección de la vida tras el largo y crudo invierno.

Una tradición de la Pascua checa son los huevos bellamente decorados  (kraslice),  foto: Ondřej Tomšů

Las tradiciones relacionadas en Chequia con la Semana Santa y las fiestas de Pascua en muchos casos tienen un carácter pagano. La Pascua Florida, fiesta que además de su profundo sentido litúrgico, simboliza la resurrección de la vida tras el largo y crudo invierno.

Muchas de las pintorescas costumbres relacionadas con la Pascua ya han desaparecido, pero no deja de ser interesante evocarlas. Los rituales empezaban el Domingo de Ramos, celebrado en memoria de la entrada de Jesucristo en Jerusalén.

Nuestros ancestros acudían el Domingo de Ramos a la iglesia con un manojo de ramitas de sauce en flor que el sacerdote bendecía. Con las ramitas se hacían posteriormente prácticas rituales que desde el punto de vista eclesiástico rayaban en la superstición. Las ramitas bendecidas solían colocarse detrás del crucifijo o de las estampas de santos y se confeccionaba con ellas una crucecita que se clavaba en los campos de cultivo para protegerlos del veneno. A veces los aldeanos ingerían flores de sauce bendecidas - son unas bolitas blancas y aterciopeladas - para prevenir los dolores de garganta y la fiebre.

Foto: Jana Beranová,  ČRo

El miércoles posterior al Domingo de Ramos era denominado en Chequia el Miércoles Agrio. Ello reflejaba la creencia de que aquel día Judas había mirado a Cristo con cara agria y ceño fruncido. La tradición aconseja que las personas no pongan mala cara ese día ya que una desabrida mueca les quedaría durante todo el año. En el pasado, el Miércoles Agrio la gente se ponía vestidos oscuros, cesaban las tertulias de los vecinos y los fumadores y bebedores se veían obligados a reducir el consumo del tabaco y del alcohol. El día siguiente, el Jueves Santo suele ser denominado en checo Jueves Verde. El nombre está probablemente relacionado con el color de los paramentos que visten los sacerdotes ese día. La tradición ordenaba comer el Jueves Verde tan sólo comidas de ese color, como las espinacas, el chucrut y las ortigas, para que las personas estuvieran sanas a lo largo de todo el año.

En la misa del Jueves Santo repican por última vez las campanas ya qque según la creencia popular, las campanas vuelan a Roma para regresar el Sábado de Aleluya. En el pasado, cuando se callaban las campanas a las calles de los pueblos salían los niños con ruidosas matracas. Los niños recorrían su pueblo tres veces al día: por la mañana, al mediodía y al atardecer para sustituir las campanas que suelen repicar tres veces al día. En algunas localidades existía una curiosa costumbre: una vez iniciada la misa, salía corriendo de la iglesia un chico que representaba a Judas, y los demás muchachos se ponían a perseguirlo haciendo sonar las matracas.

Foto: Archivo de ČRo

Pero todavía no hemos agotado todo el rico filón de costumbres inherentes al Jueves Santo: Ese día la gente solía madrugar, todos los miembros de la familia rezaban juntos y después se lavaban con el rocío para protegerse, supuestamente, ante los eczemas y otras enfermedades. En algunos pueblos este ritual tenía lugar en la madrugada del Viernes Santo. Y por cierto, también la actual medicina alternativa afirma que el rocío matinal ayuda a prevenir los dolores de cabeza. Algunos médicos aconsejan, como algo extraordinariamente últil, andar descalzo sobre la hierba cubierta por el rocío matinal. Las amas de casa barrían el suelo antes de la salida del sol, echando después la basura en la era o en el cruce de caminos para que en la casa no hubiera pulgas.

Jidáše | Foto: Zdeňka Kuchyňová,  Radio Prague International

Según otra creencia relacionada con el Jueves Santo, quien comiese ese día pan con miel antes de salir el sol, podía estar seguro de que no le dañaría ni la mordedura de una serpiente ni la picadura de una avispa. Un pedazo de pan con miel tirado al pozo garantizaba que en el mismo se mantuviera el agua durante todo el año. Y pasemos al Viernes Santo, día en el que no debía prestarse ningún objeto procedente de la casa ya que existía el peligro de que alguna persona malintencionada hiciera prácticas de brujería con el mismo. Las amas de casa debían vigilar sobre todo los utensilios para el ordeño de vacas, protegiendo así al ganado ante la maléfica acción de las fuerzas impuras. Además, estaba prohibido remover la tierra y por eso no se trabajaba en los campos y en los huertos. Los checos creían en el pasado que el Viernes Santo se manifestaba la mágica fuerza de la Tierra y que sucedían milagros. La gente creía que la tierra se abría para entregar los tesoros enterrados. Unos conjeturaban que ello ocurría durante la liturgia en la que se leían sólo textos sagrados y entonaban cánticos. Otros sostenían que la tierra se abría tras la puesta del sol y en el lugar donde se hallaba el tesoro brillaba una lucecita, crecía un helecho resplandeciente o aparecía una entrada iluminada a una cueva. El Viernes Santo se abría el legendario monte Blaník en cuyo seno descansa, según la leyenda, una hueste, encabezada por San Venceslao.

Semana Santa en la Rep. Checa | Foto: Błażej Benisz,  Wikimedia Commons,  CC BY-SA 2.5

En los últimos años se ha renovado en el pueblo de Hořice, en Bohemia, la tradición de la representación popular del auto de la Pasión de Cristo. Todos los papeles de la representación son interpretados por vecinos del pueblo. El mensaje espiritual de la Pasión de Cristo se encuentra también reflejado en los numerosos via crucis, esparcidos por todo el territorio checo. Durante la época comunista sufrieron por la incuria de las personas y la inclemencia del tiempo. Ultimamente, muchos via crucis han sido restaurados como el via crucis de Dobrá Voda, en las cercanías de České Budějovice, en Bohemia del Sur. En los via crucis siempre suele haber 14 capillas con 14 escenas de la Pasión de Cristo. En el via crucis de Dobrá Voda no se vio durante muchos años en el interior de las capillas más que láminas metálicas cubiertas de herrumbre de las que había desaparecido todo vestigio de pintura. En 1995 el ayuntamiento local convocó un concurso para la restauración de las pinturas que ganó la pintora Renata Stolbová, de 37 años. A ella le tocó la ardua tarea de plasmar en las láminas metálicas la Pasión de Cristo.

Renata Stolbová optó por una visión moderna de la muerte de Cristo. La artista cuenta que al pintar las escenas de la Pasión de Cristo tenía la impresión de que Dios guiaba su mano. Con la creación del via crucis de Dobrá Voda culminó también la búsqueda de Dios de Renata Stolbová que la artista había iniciado a finales de los ochenta. Dobrá Voda es visitada por creyentes de toda Chequia así como de Austria, Alemania y Francia y todos aceptan esta versión moderna de la Pasión de Cristo, creada por Renata Stolbová.

El Sábado de Aleluya se denomina en checo Sábado Blanco. La denominación alude a una vieja tradición del bautizo de adultos que vestían trajes blancos. El Sábado de Aleluya solían encenderse hogueras ante las iglesias simbolizando la quema del traidor Judas Iscariote. Todos los vecinos trataban de llevarse a casa un tizón que tenía supuestamente un milagroso poder: el de proteger la casa ante los rayos y el fuego. Por la noche se trasladaban unas ascuas del fuego a la iglesia donde tenía lugar la celebración de la Resurrección.

Con el fuego de la hoguera se encendía la vela pascal y después del Aleluya empezaban a repicar las campanas. Ese momento era esperado con impaciencia por los fumadores reunidos ante el templo puesto que ya podían encender sus pipas. Es que durante los días de penitencia anteriores a la Resurrección estaba prohibido fumar.

Y llegamos al Domingo de Resurreción. Basados en la sabiduría de los viejos checos les damos un consejo, amigos oyentes: Cuidado, no se caigan el Domingo de Resurrección. Caerse ese día es de mal aguero para el futuro. Hoy, al igual que en el pasado, en Domingo de Pascua suele servirse en las familias checas un rico menú: pato asado, carne de cordero o de cabrito, ternera asada. En un programa televisivo han recordado últimamente también el llamado relleno pascal que contiene trocitos de carne ahumada y huevos y- para darle un sabor primaveral - ortigas picadas. Ello no les debe causar extrañeza, amigos: Para los aldeanos de antaño las ortigas eran la primera verdura.

"Señorita,  ¿me da permiso para azotarla?" | Foto: Zdeněk Bobčík,  Český rozhlas

Los rituales más alegres de la celebración de la Pascua han tenido siempre lugar el Lunes de Pascua, denominado también el Lunes Rojo. No sólo en el campo sino también en las ciudades se ha conservado la tradición de azotar simbólicamente con varitas de sauce entrelazadas a mujeres y chicas para que se mantengan ágiles y sanas a lo largo de todo el año. En Moravia se da a las chicas también un baño de agua.

Los muchachos reciben de las chicas huevos pintados y decorados con las, más variadas técnicas. Pero, por qué se regalan huevos? Los arqueólogos nos dicen que desde tiempos inmemoriales el huevo simboliza la nueva vida y así era adorado también en el antiguo Egipto. Sin embargo, una leyenda de Bohemia Oriental dice otra cosa: Cuando Jesucristo y San Pedro peregrinaban por el mundo, llegaron a un cortijo y pidieron a la ama de casa un mendrugo de pan. La campesina no tenía en casa una sola migaja de pan, sólo un huevo que acababa de poner su gallina. Lo asó en cenizas calientes y sirvió a los forasteros.

Cuando se fueron, la mujer quiso barrer las cáscaras. Y cuál no sería su sorpresa al ver que las cáscaras se habían convertido en oro. Para recordar el memorable suceso, en el aniversario de la visita de aquellos milagrosos peregrinos la campesina siempre regalaba huevos.

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