Otto Horský, una vida al servicio de la ciencia y el progreso

Otto Horský, foto: Juan Pablo Bertazza

La embajada de Perú distinguió al ingeniero y geólogo checo Otto Horský quien, además de realizar importantes obras hidroeléctricas y autopistas, se encargó de enriquecer los vínculos entre ambos países.

Otto Horský,  foto: Juan Pablo Bertazza

El jueves pasado el científico checo Otto Horský recibió la Orden "José Gregorio Paz Soldán", en reconocimiento a su valioso aporte a la promoción cultural, científica y económica del Perú en la Republica Checa. La condecoración fue entregada por la embajadora Liliana de Olarte de Torres Muga, durante un acto en la Residencia de la Embajada del Perú que tuvo entre los invitados a sus pares latinoamericanos, amigos y familiares de Otto Horský.

Otto Horský,  foto: Juan Pablo Bertazza
Esta máxima distinción concedida por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, que lleva el nombre de un destacado diplomático peruano, fue otorgada al reconocido ingeniero y geólogo checo que trabajó en obras hidráulicas, autopistas, represas y embalses. Horský, que vive en Brno y a los 81 años aún trabaja y emprende viajes con frecuencia, realizó las investigaciones previas a la construcción de la primera autopista del país, que conecta Praga con Brno, trabajó como ingeniero principal de la represa de Dalešice, la más alta en Chequia; participó en la ampliación energética de la central hidroeléctrica de Machu Picchu, se encargó de los estudios geotécnicos que permitieron la realización de la central hidroeléctrica del Mantaro y, en 2004, condujo la expedición Titicaca que redundó en una minuciosa descripción histórico-geográfica del altiplano peruano. La embajadora de Perú en Chequia lo resume de la siguiente manera:

“Desde hace cincuenta años ha visitado mi país muchas veces, ha hecho mucho trabajo de campo como geólogo y ha dejado varios libros muy útiles sobre el lago Titicaca y toda la región de Puno, indudablemente ha contribuido a la política exterior y a las relaciones bilaterales del Perú y de República Checa incrementando su conocimiento cultural, científico y económico”.

Además de indicar que, en 2022, las relaciones entre ambos países cumplirán el centenario en un excelente momento de intercambios e incremento mutuo de turismo, la embajadora Liliana de Olarte de Torres Muga destacó que Otto Horský no solo ha estudiado temas vinculados con medio ambiente y proyectos hidroeléctricos en Machu Picchu y Mantaro sino que además ha sido partícipe de esas obras que son hoy una realidad en Perú.

Otto Horský,  foto: Juan Pablo Bertazza
Y este hombre nacido en la ciudad de Prostějov que, entonces, ya es parte de la realidad peruana revela que, desde muy chico, se empezó a interesar por Perú, y ya a los quince o dieciséis años tuvo mucho interés en conocer cómo vivían los indios, especialmente los incas que tenían una cultura tan rica.

El interés fue creciendo cada vez más a tal punto que, al finalizar su formación básica, Horský empezó a estudiar español lo cual le posibilitó mantener correspondencia con universidades peruanas hasta que, finalmente, en 1976 le ofrecieron algo que se parecía a un sueño: ir a trabajar a Perú, sumándose a un grupo de cinco expertos que ya habían sido elegidos con el propósito de crear una oficina técnica en Lima. Pero esa tentadora oferta, tal como nos cuenta el propio Horský, iba a ser aún mejor.

“Yo pensaba que esa oferta era broma pero tres días después me llamaron de Praga para decirme que no solo podía sumarme a ese grupo de cinco expertos sino que también iba a trabajar como director o jefe de la oficina técnica, ¡qué sorpresa!”

Esa fue una de las grandes decisiones que marcarían la vida y la vocación de Horský quien, por entonces, ya había dirigido grandes obras en Checoslovaquia. Claro que no fue fácil: medio año le llevó perfeccionar el idioma, rendir exámenes y adquirir conocimientos técnicos de distintos países de Latinoamérica. Pero el reconocimiento tampoco tardó en llegar: antes de que se cumplieran los seis meses en Perú, lo felicitaron por su excelente trabajo y le pidieron que sumara a su labor un cargo diplomático como agregado comercial. Entonces, gracias a su capacidad para liderar grupos de trabajo, el geólogo e ingeniero pronto se convirtió también en diplomático, algo poco frecuente en los tiempos que corren.

Machu Picchu,  foto: public domain GNU free
Parte de esa experiencia la cuenta Horský en su libro Recuerdos de Perú. Y, a la hora de definir su trabajo en las obras hidroeléctricas más importantes de ese territorio, Horský explica que, en el caso de Machu Picchu, la idea era construir otra caverna para instalar ahí varios generadores que pudieran potenciar la energía. Entonces él presentó un proyecto a partir del cual se terminaron realizando las excavaciones pertinentes para finalmente construir la caverna. Es decir, su trabajo entonces es aportar el material para que esas obras y reformas puedan llevarse a cabo. Pero además de los premios y distinciones, Horský valora mucho los títulos honoríficos que fue cosechando a lo largo de su vida: el de peruanista, acuñado por el embajador Alberto Salas Barahona en el prefacio de su libro Incawasi, la sede de los dioses y otro con el que lo bautizaron en Cuba, donde también trabajó durante ocho años: doctor del macizo rocoso.

“Como el doctor puede ver dentro de un cuerpo humano, por eso aunque se perdiesen esas obras por derrumbes, catástrofes por terremotos, lo que eché yo adentro, mis sentimientos, mi relación con la tierra, eso queda, esas huellas siempre quedan ahí”.

Y si bien para realizar un trabajo tan meticuloso se requiere de mucho rigor y exactitud científica, Horský también se hace tiempo para reflexionar sobre la vida, la muerte y aquellas cuestiones que no tienen una respuesta única. De hecho recuerda que hubo algo en el comportamiento de los indios que lo motivó a reflexionar sobre su propia forma de ser.

“He visto en un cementerio una vez que murió un gran hombre que, durante una semana, todo el mundo se sentaba afuera tomando cerveza, divirtiéndose, como si dijeran “qué bien ya está en el cielo”, sí, sí eso me llamó mucho la atención y así debe ser”.

Lo que destaca aún hoy Horský de esa anécdota que tanto lo conmovió es la relación de los indios con la finitud. Porque, en su opinión, lo que determina una vida no debería ser tanto la muerte sino una pregunta: si cumplimos o no con la tarea que vinimos a realizar. Y, a juzgar por su gran trayectoria, no caben dudas de que Horský cumplió con creces la suya.