Oficios populares no sufren peligro de desaparecer

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¿Qué tienen en común Hana Špalková y Martin Žufánek? Ambos se esfuerzan por conservar el legado de sus antepasados. Los dos proceden de la región de la Moravia Eslovaca. Ella se dedica a la cestería y él fabrica aguardiente de ciruelas según recetas tradicionales. Los frutos de su trabajo los expusieron con otros artesanos en el primer Salón del Patrimonio Moravo, celebrado en Uherské Hradiště. A Uds., amigos, se los presentamos en esta edición de A toda marcha.

Martin Žufánek
El tatarabuelo de Hana Špalková fabricaba cestas para el rubro de la agricultura y según se cuenta en la familia, era muy hábil. Las herramientas que utilizaba se conservaron, pero ya no sirven. Hana Špalková tuvo que empezar desde cero. Durante unas vacaciones en la aldea morava de Buchlovice se encontró con el Maestro de cestería, František Dañhel, quien le ayudó a rescatar el arte antiguo que le corría en las venas. Sucesivamente, la cestera ha incorporado a este oficio a toda su familia.

“Mi hija tiene su propio empleo, pero cada vez que tiene un rato libre me acompaña a las actividades artesanales y mercados de arte popular para presentar y vender los productos. También mi esposo y mi hijo participan, en invierno involucro a las abuelas y las tías. Todos los que pueden y tienen manos sanas, ayudan”.

Paneras, cestos, garrafones, bandejas, lámparas, así como armarios empotrados o cabeceras de cama son elaborados en el taller de Hana Špalková. Como material utiliza la pulpa de ratania llamada pedik, que se importa a las tierras checas desde el siglo XIX, y las tradicionales varas del sauce, árbol que crece en las riberas de los estanques y arroyos.

Hana Špalková
“Las varitas de sauce se preparan desde diciembre hasta febrero o marzo. Se utilizan en su estado natural, o bien se cocinan. Después de siete hasta diez horas de cocción en su propia corteza, el sauce adquiere un color rojo. De las varitas de sauce trenzo luego cestos o azotes para la Pascua de Resurreción”.

Hana Špalková afirma que la posibilidad de exhibir su artesanía al público, vestida con un traje al estilo de la época, le provoca mucho entusiasmo. Está convencida de que los oficios antiguos tienen futuro.

“Mientras que la gente sea tan loca como yo la artesanía popular estará presente por todas partes. Nos encontramos con jubilados y niños, les enseñamos cómo se hace y así les transmitimos lo práctico y a la vez lo espiritual. Y ellos están agradecidos. El hecho de que alguien siga con este oficiodespués de nosotros, nos da energía”.


Foto: Martina Schneibergová
Martin Žufánek y sus hermanos fundaron en el año 2000 una empresa para fabricar, en base a recetas heredadas de sus bisabuelos, destilados y licores naturales: de guindas, nueces, pero sobre todo de ciruelas.

“Nos visitaban amigos de Praga diciendo que en ninguna tienda pueden conseguir un aguardiente de ciruelas auténtico de la Moravia Eslovaca, que en el mercado se vende sólo alcohol comercial. Nos llamó la atención, y como mi padre cultiva árboles de fruta y abejas faltó poco para formar nuestra propia huerta y crear nuestra propia destilería”.

Martin Žufánek confirma que el aguardiente de ciruelas – slivovice – le acompaña desde la edad temprana.

“Claro, recuerdo desde pequeño que nos untábamos con ´slivovice´ las rodillas y la espalda. Pero el primer chupito de ´slivovice´ lo tomé después de cumplir los 18 años”.

Se dice que un vasito de “slivovice” por la mañana es bueno para la salud. ¿Es así?

“Eso es lo fundamental, un sorbito de ´slivovice´ y una cucharada de miel. ¡Y no les matarán ni con un golpazo del astil de un hacha!”

Foto: Martina Schneibergová