Retrato del artista checo: Miloš Forman en una espectacular obra al aire libre
Uno de los grandes aciertos de este verano praguense es la obra de teatro Forman, que repasa, en un escenario al aire libre, vida y obra del legendario director de Amadeus con dinamismo, profundidad y un gran despliegue. En esta entrevista, su directora Adéla Laštovková Stodolová revela detalles fascinantes de esta exitosa propuesta que, tal como acaba de anunciarse, seguirá en cartel el verano que viene.
Los espectáculos al aire libre con los que el Museo Kampa homenajea a distintas personalidades emblemáticas del mundo checo ya se han convertido en un clásico de cada verano praguense. El actor Jan Werich, la mecenas Meda Mládková o la cantante Marta Kubišová fueron algunos de los privilegiados. Este año, la propuesta recayó nada menos que en el genial creador de Amadeus. Con entradas agotadas en cada una de sus funciones, la obra Forman ha llegado por el momento a su fin. Sin embargo, se acaba de anunciar que se repondrá el próximo verano y ya en diciembre saldrán a la venta las entradas. Si bien nadie dudaba del poder de convocatoria de semejante figura, no todos se imaginaban semejante éxito cuando un año atrás nació la idea, tal como recuerda su directora Adéla Laštovková Stodolová.
“En el Museo de Kampa tenemos la costumbre de que a nuestra productora Daniela Sodomová siempre se le ocurren los temas: se suponía que este año íbamos a hacer una obra sobre el pintor František Kupka que no terminó funcionando y poco después un conocido le dijo que le gustaría hacer una exposición sobre Forman. A Daniela se le ocurrió que sería una excelente idea combinarlo con nuestro escenario en la isla de Kampa y así nació la obra de teatro Forman”.
Un famoso desconocido
Con la frase “Aférrate a ese sueño” como poderoso emblema, la obra se sumerge con profundidad en la vida y arte del genial director que logró representar a su país en la cima mundial de la industria cinematográfica. Al mismo tiempo, no deja de resultar atractivo que el escenario esté ubicado, precisamente, en la isla de Kampa, esa zona tan especial de Praga que él usó como locación en su obra maestra Amadeus. En pocas palabtas, se trata de una obra que ofrece algunas revelaciones de un artista súper famoso en todo el mundo del que, paradójicamente, quizás no se sepa tanto.
“Yo misma me terminé enterando de muchas cosas de su vida personal. Conocía muy bien sus películas, pero no sabía, por ejemplo, que sufría de depresión y, de hecho, nos terminamos enterando de eso al darnos cuenta de que sus obras suelen estar espaciadas siempre por dos o tres años de vacío”.
“Aunque se moría de hambre y vivía en el hotel Chelsea, no filmaba sino le gustaba el guion”.
Durante el proceso de realización de la obra terminaron descubriendo que, a menudo, en esos años en los que no hacía nada ni se dejaba ver en público, Forman podía llegar a pasar mucho tiempo casi sin moverse y mirando el techo, acuciado tal vez por problemas de toda índole. Sin embargo, aún en esos momentos asegura Adéla que hubo un gesto de él que a ella no la deja de conmover.
“Tal vez lo sospechaba, pero me alegró mucho confirmar que rechazaba tantas películas y guiones, muchas ofertas, por el solo hecho de que no le cerraban y esa fue una gran inspiración para mí. Porque aunque se moría de hambre mientras vivía en el hotel Chelsea, no filmaba si no le gustaba el guión, se mantenía firme. En cierto modo, siento que aquí en República Checa empieza a suceder lo contrario: para tener dinero y llegar a pagar todo, muchas veces tomamos encargos o trabajos que no nos satisfacen y se nota y es algo horrible de ver. Por eso respeto tanto a Miloš”.
Teatro al aire libre
En el caso puntual de esta obra, la propuesta sí le cerraba a Adéla, aunque al mismo tiempo reconoce que las dificultades eran múltiples: repartir casi cien personajes entre menos de diez actores, lograr que las tres horas del espectáculo entretuvieran al público sin perder profundidad, resolver las transiciones entre las distintas escenas sin recurrir tanto a la iluminación y, sobre todo, convencer a algunos de sus actores de que eran capaces de aprender a bailar en tiempo récord. En ese sentido, agrega Adéla que su objetivo principal es siempre el de hacer brillar a los intérpretes y considera que, al menos en ese aspecto, ha cumplido la misión. Por otro lado, no tiene dudas de que el escenario al aire libre y el contacto directo con el público se termina convirtiendo también en parte esencial del espectáculo.
“Creo que eso añade una atmósfera increíble a todos los proyectos que hicimos en el Museo de Kampa; y tal vez el caso más emblemático fue el de Meda Mládková porque ella fue quien llevó a cabo la reconstrucción de los Molinos de los Búhos, que es justo el sitio donde tienen lugar nuestras representaciones”.
Algo similar ocurre en el caso de Forman: antes de su exilio a Estados Unidos, el legendario cineasta vivía muy cerca del escenario de verano del Museo Kampa. Adéla afirma que para ella es un verdadero orgullo formar parte de ese grupo de trabajo que se encarga de homenajear a todas aquellas personas que con su arte y vocación hicieron de Chequia un país más interesante. También está muy satisfecha de haber contado, en varias de las funciones, con espectadores de lujo que conocieron muy bien a Miloš Forman; entre ellos, el director Josef Lustig, hijo del gran escritor Arnošt Lustig, o el gran actor Jiří Lábus. Ella asegura que sus vivencias y testimonios son imprescindibles para mantener vivo el legado de alguien tan valioso.
“Yo soy de pensar que a veces no apreciamos a nuestros talentos. Creo que cuando a alguien le va bien empieza a aparecer un poco de envidia entre los checos. Y me parece que las personas de generaciones que, como la mía, fueron testigos de su talento, están muy interesadas en las películas de Forman, pero quizás no educan a los más jóvenes para que las conozcan. Porque a mí me parece que ahora no se sabe mucho de Forman: se conoce lo último, pero nada nada de Pedro, el negro y las películas más antiguas”.
Entre el sueño y la pesadilla americana
“Forman iluminaba el plató y hacía que la gente sintiera que no estaba a oscuras”.
Adéla está convencida de que la sociedad checa no termina de comprender en toda su magnitud el enorme desafío y hasta malestar que significó para alguien como él instalarse en otro país y convertirse en uno de los pocos checos en hacer realidad ese sueño americano que terminó de coronar al ganar las famosas estatuillas. En cuanto a su brillante filmografía, define a Amadeus como una película perfecta porque logra mostrar el alma artística en todo su esplendor, aunque considera que la etapa que mejor representa su esencia artística es la que coincide con la nueva ola checoslovaca. Y concretamente dice sentir fascinación, sobre todo, por ‘Pedro, el negro’ y ‘Los amores de una rubia’.
“Esas películas en las que trabajó con no-actores. ¿Cómo se las arregló para crear esas situaciones en el set y lograr que todo encajara perfectamente? Tuvo muchos problemas con eso en Estados Unidos porque ahí no aceptaban tanto ese estilo, pero creo que a mí es lo que más me gusta o lo que me hace entenderlo mejor y darme cuenta de lo que para él era más importante. Él era muy bueno con esos actores: les explicaba todo, los relajaba, no los presionaba. Como director, creo que era muy bueno en eso: iluminaba el plató y hacía que la gente sintiera que no estaba a oscuras. Eso es lo que me fascina de él”.
Recuerda Adéla que la primera película que vio de Miloš Forman siendo aún muy chica fue, justamente, ‘Pedro, el negro’. Por ese entonces, no tenía forma de imaginar que algún día dirigiría una exitosa obra que el verano que viene seguirá homenajeando a quien ella considera un genio del ritmo capaz de mostrar, ni más ni menos, que el alma de sus personajes.