Santiago Bartolomé, el argentino que puso en suspenso el Colours of Ostrava
Director de la Bienal de Música de la provincia argentina de Córdoba, el compositor y curador argentino Santiago Bartolomé, fue uno de los invitados latinoamericanos a la nueva edición del Colours of Ostrava, con la particularidad de que intervino todos los días. En esta charla, el también trompetista nos cuenta cómo surgió su llegada a uno de los festivales más importantes del mundo y en qué consiste la experiencia Epojé.
“La posibilidad de tocar en el festival Colours of Ostrava surge de un vínculo previo que teníamos con la bienal de música de Córdoba”.
Santiago Bartolomé
El artista argentino Santiago Bartolomé recuerda que cuando a su hermano y a él su mamá les propuso tomar clases de música de chicos, él eligió la trompeta. Ya de adulto, agradece haber tomado esa decisión: está convencido de que ese instrumento de viento le ofrece la textura de sonido perfecta para expresarse con total libertad y, al mismo tiempo, encontrar su propia voz. Por otro lado, no hay duda de que aquella decisión casi azarosa o intuitiva de su infancia fue el primer paso que lo llevó a participar, el fin de semana pasado, de uno de los festivales de música más importantes de Europa.
“La posibilidad de tocar en el festival Colors of Ostrava surge de un vínculo previo que teníamos con la Bienal de Música de Córdoba, de la cual soy el director artístico. Fuimos invitados a participar como Bienal del festival de música CrossRoads que también lleva cabo la organización del Colours of Ostrava y se lleva a cabo un mes antes del festival”.
En medio de esas tratativas surgió la posibilidad de que un artista argentino participara en el prestigioso festival veraniego. Entonces, el curador y director artístico del Colours of Ostrava, Filip Košťálek, terminó seleccionando, entre varias propuestas, su performance Epojé.
Sin descanso
Feliz, pero al mismo tiempo agotado por su intensa experiencia en el festival, cuenta Santiago que una vez que les confirmaron la participación, junto al director artístico llegaron a la conclusión de que el mejor lugar para instalar la experiencia Epojé era en el escenario Gong, que articula buena parte del predio donde se lleva a cabo el festival, con todo lo que eso implica.
“Como es un lugar donde circula mucha gente pensamos que la mejor opción era hacer la performance cada día, por lo que tuvimos una cantidad de flujo muy interesante de público y creo que fue la mejor opción para ejecutar esta performance”.
Epojé
Ahora bien, la pregunta que se impone es, entonces, en qué consiste lo que Santiago Bartolomé llama la experiencia Epojé. En primer lugar, se trata de un término de la filosofía griega que remite a la suspensión del juicio y era utilizado por los escépticos de la antigüedad para dar cuenta del estado anímico en el que una persona se encontraba ante dos proposiciones igualmente defendibles pero, al mismo tiempo, opuestas. Él, por el contrario, parece tomarlo casi como una afirmación contra la inmediatez de los tiempos que corren. En su opinión, se trata entonces de un concepto que le aporta mucha libertad a la hora de expresarse artísticamente. Y en este caso es nada menos que el punto de partida para crear una instalación con la que ofrece al público una experiencia inmersiva en la que confluyen la meditación, la experiencia sensorial y cierta postura crítica en una estructura desmontable de 120 metros cuadrados.
“Me sorprendió la estructura del festival y la originalidad del lugar donde se lleva a cabo”.
Santiago Bartolomé
“Construimos con Juan Murúa Palacio, porque él lo diseñó también, un inflable que funciona como escenografía efímera, nómade, lo cual nos permite viajar, poder intervenir un espacio, una sala de concierto o el lugar donde tengamos la experiencia y poder montar y desmontar todo en unos minutos sin dejar huella, un poco eso es lo que hicimos ahora en Colours of Ostrava”.
Una de las ventajas que ofrece ese dispositivo tan portátil es que el público participa de un modo muy activo, al ingresar al inflable y disponer de una percepción sonora y visual distinta a la de cualquier escenario convencional. Teniendo en cuenta su tradición de combinar lo mejor de lo clásico con las tendencias más modernas, él está convencido de que si existía un contexto ideal para llevar a cabo esa propuesta era, justamente, el festival Colours of Ostrava.
“Quedamos sorprendidos por los comentarios y el feedback que tuvimos del mismo público presente, con lo cual surgieron además nuevas posibilidades de colaboraciones, nos compartieron material y nos vamos muy contentos por recibir ese feedback del público”
Lo que más lo sorprendió del festival es que, tratándose de un evento masivo al que acuden unas sesenta mil personas y dura cinco días, en ningún momento se advierte un cansancio o fastidio por parte del público. Por el contrario, tiene la sensación de que cada instante ha sido muy ameno gracias al trabajo de la organización ya que, a su modo de ver, todo está perfectamente señalizado, además de contar con una cómoda estructura circular y espacios para todo público, que lo convierten en un festival imperdible al que él recomienda ir solo, con amigos e incluso en familia.
“Realmente no conocía el festival, me sorprendió la estructura que tiene, la originalidad del lugar donde se lleva a cabo, ahí en la antigua fábrica de Vítkovice, la diversidad de escenarios, la diversidad de gastronomía y de experiencias, la organización, el trato de la gente”.
Otro aspecto que destaca es el trabajo incansable de los fotógrafos oficiales del festival, ya que además se lleva como recuerdo valiosas imágenes que, en su caso, tomó el fotógrafo checo Michal Dědič.
Las primeras impresiones
A pesar de que es el primer año que viaja a República Checa, asegura Santiago Bartolomé que se trató de un contacto más que intensivo con el país, porque además de sus múltiples presentaciones en el famoso festival de Ostrava incluso pudo hacerse tiempo para recorrer un poco la capital.
“Es la primera vez que estoy en República Checa, por ende es la primera vez que tengo una intervención artística en el país y en Ostrava. También vine un mes antes por el Crossroads, y en ese viaje también fuimos a Praga a visitar la Embajada Argentina y pudimos conocer la ciudad”.
Con una promisoria carrera que lo ha llevado a participar también del festival Burning Man de Nevada, Santiago Bartolomé confía en que habrá nuevas participaciones y colaboraciones suyas en una plaza que considera muy importante como Chequia. De hecho, está convencido de que la plataforma del Colours of Ostrava resulta ideal también para eso, para conocer a muchos otros artistas y hacerse una idea bastante profunda de lo que se está produciendo a nivel musical en todo el país.