Veronika Poldauf, una aclamada directora checa de teatro gestual
Aunque al principio no se decidía entre ser actriz o directora, desde muy pequeña Veronika Poldauf Riedlbauchová supo que lo suyo era el teatro. Gracias a una maestría en interpretación gestual en Barcelona se terminó especializando en la dirección de un tipo de teatro menos verbal y más físico que nos presenta en esta entrevista.
“Es superdifícil ser actriz y verte desde afuera como directora y, al final, resulta que no eres ni directora ni actriz, y hubo un momento que me decidí por la dirección”.
La prestigiosa dramaturga checa Veronika Poldauf Riedlbauchová, cuyas obras se presentan en muchas ciudades del mundo y han recibido varios premios, ha construido una sólida carrera en torno a un teatro gestual y poético en el que los textos escritos ceden su lugar a otros elementos como la interpretación gestual, la energía física y hasta los silencios. Y si bien fue encontrando esa especialización con el correr de los años, tiene un recuerdo muy preciso de cuando, de pequeña, soñaba con hacer teatro.
“Lo tengo y es increíble y me lo acuerdo muy bien: cuando tenía seis años decía ‘yo voy a ser profesora o actriz’, desde pequeña quería hacer teatro, me encerraba mucho en mi habitación para actuar y siempre quise ser actriz y, si bien acabé en el teatro no exactamente como actriz, sí es cierto que tengo estudios también en interpretación”.
A los doce años entró a una pequeña escuela de teatro y posteriormente estudió pedagogía en lengua checa y literatura. Sin embargo, nunca dejó de lado su deseo y terminó realizando la carrera de Dirección y Dramaturgia en el Departamento de Teatro y Drama de la Academia de Artes Escénicas de Praga (DAMU), una institución muy prestigiosa a la que es muy complicado entrar. Y a pesar de que la duda entre ser actriz o directora persistiría algunos años, una estadía importante en Barcelona la impulsó a explorar el teatro gestual, ya en el rol de directora.
“Fui a Barcelona a estudiar interpretación gestual y en esa ciudad actué como dos años con mis compañeros de clase y con los profesores e hicimos algunas obras que estrenamos en festivales. Ahí sí que se llenó mi alma de actriz. Y cuando volví de Barcelona, actué también aquí en algunas pocas obras, pero siempre en obras mías y es súper difícil ser actriz y, a la vez, verte desde afuera como directora. Al final, resulta que no eres ni directora ni actriz, y hubo un momento que me decidí por la dirección”.
De ese modo, terminó aprovechando como directora aquel bagaje sobre interpretación gestual que remite a elementos muy vigentes como el circo nuevo, la presencia de bailarinas, clowns e incluso algo de ópera, un género en el que el coro trabaja mucho con el cuerpo y los gestos. Autora de muchas obras que han recorrido varias ciudades europeas como Berlín o Viena, donde además ofrece talleres de interpretación gestual, actualmente está en cartel en el teatro Drak de Hradec Králové To je andělení!, una de sus más aclamadas piezas destinadas al público infantil.
“Es la historia de un ángel que cae del cielo en medio de una familia en la que, entonces, empiezan a pasar cosas raras porque cambian las leyes de la física, las cosas vuelan y hasta cambian completamente las reglas de lo que es ser humano y es una obra que tiene bastante éxito, ha obtenido premios y está guay”.
Veronika Poldauf Riedlbauchová dirige las obras que ella misma escribe, aunque ese verbo resulta algo inadecuado teniendo en cuenta que, más que textos, lo que realiza son acotaciones, coreografías, bocetos, dibujos y símbolos con movimientos que dan cuenta del tema, las historias, los personajes y el tono de la obra. Agrega que, durante las primeras semanas de los ensayos, suele haber lugar para muchas improvisaciones que ella misma se encarga de guiar. En ese sentido, se trata muchas veces de una creación colectiva entre la directora y los actores que sucede en el escenario. Aun así, en algunas instancias de su carrera, Veronika sí trabajó con ciertos textos, aunque siempre explorando otras posibilidades expresivas, como sucedió, por ejemplo, con una obra muy especial con la que logró tender un puente entre el mundo checo y el universo hispano.
“Praga es una de las ciudades con más teatros por habitante del mundo, es un número increíble, pero no creo que esté bien porque eso significa que luchamos mucho por el público”.
“Como estudié dos años en el Institut del Teatre de Barcelona, donde hice interpretación gestual y conocí a muchos alumnos y a mucha gente, luego decidí hacer un proyecto checo-español. Lo hice hace ya unos quince años en aquí en Praga y esa obra sí que estaba basada en un texto de la autora inglesa Sarah Kane que se llama Depurados: había siete personajes, tres hispanos y cuatro checos. Y trabajábamos con las palabras, pero cada uno utilizando su propia lengua. Eso quiere decir que uno preguntaba en checo y el otro contestaba en español. Y así convivían los dos idiomas, pero como yo digo que el 80% es el cuerpo, la obra estaba basada en el texto pero, a la vez, había muchísimo movimiento y había expresión corporal, lo cual ayudó porque, luego, también teníamos que reescribir un poco el texto para que, a partir de la respuesta, pudieras entender cuál era la pregunta que se decía en otro idioma”.
Representada en su momento en el Teatro Disk, cuenta Veronika que le resultó muy interesante trabajar en esa obra bilingüe a la que fueron a ver tanto checos como españoles. Recuerda que todos coincidieron en que las partes que se decían en el otro idioma se entendían perfectamente gracias al efecto del cuerpo, la energía y el contexto. Agrega que los hispanos estaban representados por un español, un chileno y un uruguayo, y considera que ellos eran quizás más expresivos porque los checos, en su opinión, suelen posicionarse un poco más lejos de las emociones. En todo caso, le resultó fascinante percibir hasta qué punto podían convivir esas energías tan distintas. Y ese experimento teatral se basó, de alguna manera, en su propia experiencia viviendo en Barcelona ya que, hasta ese momento, Veronika solo sabía latín y francés, pero no hablaba ni una palabra de español.
“Y encima yo no tenía, en ese entonces, ninguna idea de catalán y llegas a Barcelona y pum, pum, pum, no sabes ni oyes la diferencia, no sabes si te están hablando en catalán… y la profesora que me había aceptado en la escuela me dijo: ‘¿Cómo quieres estudiar aquí si no sabes el idioma?’ Y recuerdo que llamó al director para decirle en catalán que yo no hablaba nada y como el catalán es un poco más parecido al francés, yo lo entendía justamente por el contexto. Y cuando me estaba por traducir le dije que no hacía falta porque había entendido y entonces me preguntó: ‘¿Pero por qué no me dijiste que hablabas catalán?’ y seguí mis clases en catalán”.
Cuenta que recién a los seis meses empezó a hablar en español, aunque muchas veces terminó aprovechando esa misma falta de comprensión para reflexionar sobre distintos temas teatrales y artísticos que fueron alimentando su obra, dando siempre especial importancia a la interpretación gestual y el trabajo con la energía del cuerpo, el espacio y el movimiento.
Una de las ciudades con más teatros del mundo
Nacida en Praga, Veronika no duda de que la capital checa, además de su notable cultura general, se caracteriza también por contar con una gran cantidad de teatros y salas. Sin embargo, eso que a priori significaría una gran virtud, ella lo ve en cierto punto como un problema.
“Praga está dentro de las ciudades con más teatros por habitante del mundo, es un número increíble pero no creo que esté bien porque eso significa que luchamos mucho por el público: si tienes tantas producciones y cada teatro cuenta con cinco o seis estrenos cada año y hay cientos de teatros con tanta producción y tantísimos festivales porque acaba uno y empieza el otro… incluso a mí, que estoy dentro del mundo del teatro, no me da tiempo de ver todo porque hay tantas cosas que no creo que eso sirva para hacer obras de buena calidad”.
Si bien destaca el interés del público por seguir yendo al teatro y el apoyo del Estado, sobre todo en comparación con otros países como España, tiene la sensación de que esa oferta tan amplia termina generando también la necesidad de producir por producir, sin tener tan en cuenta la calidad artística. A nuestros oyentes que estén por viajar a Praga les recomienda ir a ver alguna obra al Teatro Nacional. No solo por la relevancia histórica de ese sitio tan emblemático, sino también porque, desde hace algún tiempo, cuenta con obras más modernas. Por último, sugiere visitar también sitios como antiguas fábricas o espacios abandonados que, gracias a la intervención de distintos grupos, fueron convirtiéndose en centros culturales muy interesantes y experimentales como, por ejemplo, Jatka78, en el antiguo matadero de Holešovice.