Rosa Montero en Praga: la inmadurez cerebral y el abandono del yo consciente

Rosa Montero

La escritora española Rosa Montero presentó en Praga la traducción de su novela La buena suerte y de paso se encontró con los alumnos de hispanística de la Universidad Carolina, con quienes reflexionó sobre la creación artística. También habló para Radio Praga Internacional.

Rosa Montero, una de las escritoras y periodistas españolas más famosas de la actualidad, hizo un hueco en su apretadísima agenda para volver a Praga, una ciudad que conoce desde hace mucho tiempo. La excusa perfecta fue la invitación del Instituto Cervantes para participar en la Feria del Libro y presentar como merecía la traducción al checo de La buena suerte. Aunque no fue fácil, aseguró a Radio Praga Internacional.

Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Estoy hasta arriba, llevo año y medio sin parar porque se me ha liado mucho la vida, para bien, pero se me ha liado mucho la vida. El año pasado hice una promoción, que todavía sigue, con El peligro de estar cuerda, que es un libro que ha ido fenomenal, y eso significa promociones también en Latinoamérica... Pero luego, además, te publican otros libros anteriores en otros países y vas a hacer la promoción a esos países. Pero estoy muy agradecida, ha sido quizá el mejor año profesional de toda mi vida, y eso que he tenido años muy buenos, aunque no he parado. El año pasado estuve en mi casa 50 días… Pero a pesar de que estaba hasta arriba, cuando me dijeron lo de Praga, me pudo la tentación porque esta ciudad es tan bella realmente y hacía tiempo que no venía, así que me apetecía verla otra vez”.

La traducción, e incluso el hecho de haber logrado que una editorial checa se decidiera por una autora tan famosa en España o Latinoamérica como desconocida en Chequia, fue mérito de la traductora Marie Jungmannová, fan incondicional declarada de la escritora madrileña. Rosa Montero tuvo palabras de agradecimiento en la Feria del Libro para los traductores literarios: “Son la llave del mundo”, dijo. “Los escritores les debemos todo, no solo que nos lean en otros países, sino que los escritores somos, ante todo, lectores apasionados, y sin ellos yo no habría descubierto a Dostoievski o Flaubert”, insistió.

“La cabeza del niño es casi como la de un psicópata, es delirante”

La novela La buena suerte surgió de repente en la cabeza de Rosa Montero un día que viajaba en el tren de alta velocidad entre Madrid y Málaga y se detuvo en “el lugar más feo del mundo”, cuenta. En su cabeza, al mirar por la ventana un paisaje desolador y una casa en la que nadie querría vivir con un cartel de “se vende”, surgió toda la historia rápidamente. Y es que “uno no escoge las historias que cuenta, te escogen ellas a ti”, explica. “Las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos”, dice Montero de su proceso creativo, algo que ha estado estudiando mucho últimamente y de lo que le gusta hablar. No perdió la oportunidad de hacerlo también con los estudiantes de la Universidad Carolina de Praga, a los que explicó cómo funciona la mente de las personas creativas, caracterizadas, dice, por la falta de madurez cerebral.

Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Es algo que he descubierto escribiendo El peligro de estar cuerda, estudiando a neurólogos y tal. El cerebro humano tarda mucho en madurar, no madura hasta los 30 años. Pero hay un paso muy importante de la maduración cerebral que sucede en la primera pubertad. Hasta entonces, el cerebro del niño está totalmente hiperconectado, todas las neuronas unas con otras, es una tormenta eléctrica. Por eso, la cabeza del niño es casi como la cabeza de un psicópata en el sentido que es delirante. El niño es capaz de ver a un amigo imaginario, es como si viviera en un delirio porque tiene la cabeza hiperconectada”.

Esa portentosa imaginación se extingue con la adolescencia, pero no le sucede a todo el mundo, continúa Montero.

“En la primera pubertad, lo que hace el cerebro es podar todas las conexiones que no son útiles para concentrar el cerebro en lo útil. Esto es muy bueno para la supervivencia de la especie, es decir, para concentrar el cerebro en cazar bien a los mamuts, en recolectar sin envenenar a la tribu, en buscar una pareja idónea, en mantener a la prole con vida, bien alimentada… Pero hay un 20% de la población, más o menos, que no pasa esta poda, o se salta la poda o se poda de manera insuficiente. En ese 20% está la gente con trastornos mentales y está la gente que se dedica a cosas creativas. Y yo creo que también hay otro tipo de gente que a lo mejor no se dedica a cosas creativas, pero sí que tiene esa cabeza un poco paralela, por ejemplo, la gente que necesita leer para vivir”.

En la Antigüedad, dice Montero que esas personas podían ser los brujos de la tribus o los curanderos o los hombres o mujeres que pintabas las paredes de las cuevas. Podría parecer que ese tipo de talentos creativos son más valorados en la modernidad que en tiempos remotos, pero Montero no está de acuerdo: si siempre estuvieron ahí, alguna misión de importancia tenían que tener.

Rosa Montero | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Es un porcentaje estable y, además, yo creo que se necesita. Yo soy muy evolucionista, me gusta mucho la ciencia. Si ese trazo está ahí y es estable a lo largo de tantísimos años y es tan grande, es porque lo necesitamos de alguna manera”.

De hecho, son el tipo de personas que encuentran soluciones imaginativas en tiempos de crisis, y eso nunca hay que menospreciarlo, remarca.

Y hablando de creación, habla Rosa Montero de la necesidad de abandonar el “yo consciente”.

“El yo consciente, al que le damos mucha importancia, porque todo es cómo nos queremos a nosotros mismos, cómo nos dolemos de nosotros mismos y qué importantes nos parecemos. Evidentemente, vivimos dentro del yo. Pero ese yo que nos parece tan increíble y que creemos que controla nuestras vidas, según los neurólogos es una pizca dentro de nuestro sistema neurológico. Hay un libro precioso de un neurocientífico que se llama David Eagleman, que se llama Incógnito: las vidas secretas del cerebro, donde dice que el yo, ese yo, no es más que un polizonte en un transatlántico”.

Aunque ese polizonte insignificante es una carga demasiado pesada para el creador.

“Ese yo fastidia mucho y para la creación lo fastidia todo, porque la creatividad, el arte, sale del inconsciente, de lo más profundo del inconsciente y si el yo se mete por medio, lo fastidia. Hay que borrar el yo para dejarse atravesar como un médium por la creatividad”.

40 años en las páginas de opinión de la prensa española

Y mientras viaja sin parar, va Rosa Montero escribiendo sus artículos de opinión para diarios como El País en el avión o donde pueda. Sus columnas son todo un clásico que no ha faltado en la prensa española en los últimos 40 años. ¿De dónde saca tantas “opiniones”? Dice la escritora que es como un huertecito que tiene en la cabeza en el que van creciendo esos artículos ellos solos hasta que un día se pasa por allí para recoger uno.

Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Se te tiene que ocurrir algo y hay temas que llevo meses en la cabeza intentando que maduren, porque hay temas que a veces no tengo claro lo que quiero decir pero me interesan. Así que cuando te llega la hora de escribir un artículo pues te vas al huerto y empiezas a sacar las ideas, como quien saca zanahorias y las sacas y de repente las han roído los conejos. Y a veces no encuentras nada, pero como tienes que entregarla, pues escribes una birria de artículo. Pero eso es lo que tiene el periodismo”.

Y reconoce Rosa Montero que de ese mismo semillero, un día, en lugar de un artículo lo que aparece es una novela. O, al revés, está escribiendo una novela y en el proceso aparecen múltiples temas tangenciales que le van como anillo al dedo para no faltar a la cita con sus lectores semanales.

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