El programa argentino de TV Resto del Mundo vino a Chequia para mostrar Praga y Karlovy Vary
Con veinte años al aire en un canal líder de la televisión argentina, Resto del Mundo le dedicará dos emisiones a Praga y otra a Karlovy Vary. En entrevista con Radio Praga Internacional, su actual conductor, Federico Bal, y su productor Juan Oswald, nos cuentan su primera visita a dos ciudades que les dieron la sensación de estar en medio de una película.
Aunque el programa argentino de televisión Resto del mundo (RDM) ya había filmado antes en Praga, ninguno de los integrantes del equipo, conformado por conductor, productor, camarógrafo y sonidista, conocía la capital checa. El motivo es que el programa lleva casi veinte años al aire y anteriormente tuvo otros presentadores, como, por ejemplo, el ex arquero de la selección argentina de fútbol Sergio Goycochea. De hecho, el deportista que sorprendió al mundo atajando penales en el mundial de Italia 90 fue el primer anfitrión de Resto del Mundo que empezó siendo un programa de viajes, sí, pero muy vinculado al deporte más popular de Argentina, tal como cuenta su actual conductor, Federico Bal.
“Sobre todo, empezó como un programa que acompañaba a las estrellas de fútbol en Europa, porque en Argentina tenemos muchos jugadores de fútbol que vienen a trabajar y hacer su carrera en Europa. Así que empezó como un programa que contaba cómo vivían ellos y luego fue mutando a un programa de viajes que es el más importante de Argentina y está hace veinte años al aire”.
“Para mí viajar es la plata mejor invertida y este es el trabajo de mi vida, el sueño de cualquier persona que trabaja en la televisión”.
Federico Bal
Federico Bal, actual conductor por segunda temporada consecutiva de Resto del Mundo, viene de una familia ilustre de artistas: su padre era el actor y director Santiago Bal, mientras que su madre, Carmen Barbieri, es una popular actriz argentina y nieta, a su vez, del compositor y cantante Guillermo Barbieri, nada menos que uno de los guitarristas de Carlos Gardel. Tal vez por eso, Federico Bal tiene la sensación de que hablar ante las cámaras es, para él, algo muy natural porque vivió ese ambiente desde muy chico. Pero, por otro lado, conducir un programa de viajes le parece, nada más ni nada menos, que el trabajo ideal.
“Me da mucha alegría porque me permite viajar, que para mí es la plata mejor invertida, yo siempre que podía me guardaba un momento del año para viajar y ahora poder conectarlo con el trabajo y conocer gente como la que conozco en estos viajes y en estas ciudades, que son realmente para enamorarse, es el trabajo de mi vida, el sueño de cualquier persona que trabaja en la televisión”.
De los lugares que lleva recorridos con el programa dice Bal que, hasta el momento, uno de los que más lo sorprendió fue Palestina y, sobre todo, la frontera con Israel. Aclara que no lo impactó tanto desde lo religioso, pero sí le pareció muy fuerte el choque cultural justamente entre las religiones y una fuerte discriminación que a pesar de que, según su punto de vista, aún se vive a todo nivel de un lado y otro de la frontera, no suele trascender tanto a nivel mundial.
“Realmente, cuando uno lo conoce ahí, toma dimensión de los problemas de religión, los problemas de racismo, el odio… Realmente poder verlo de cerca y en primera persona me chocó muchísimo, más allá de lo hermosa que es la gente de un lado y del otro, en Palestina e Israel, y que son increíbles, es un lugar al que elegiría volver y hasta quedarme un tiempo a vivir”.
Explica Federico Bal que el objetivo principal del programa es mostrar, lo mejor posible y con un toque distinto, ciudades que, para los espectadores argentinos, resulten llamativas, ya sea por belleza arquitectónica, intereses culturales, riqueza histórica o simplemente diversión, algo que, por supuesto, suele encontrarse con cierta facilidad en varios puntos de Europa.
“Esta nueva temporada la iniciamos con Berlín, Múnich, Núremberg, Karlovy Vary acá en República Checa, Praga, Ámsterdam, París… estamos realmente tocando lugares a los que el argentino suele venir, pero buscando tal vez historias que no siempre se encuentran, por eso está bueno conectarse con gente que siente pasión por la ciudad en la que vive y que desde el lugar de argentino o latino nos pueda contar el amor también desde el recuerdo y el extrañar también nuestro país, pero admirar, por otro lado, la vida afuera y contar cómo es crecer en posibilidades o generar una vida en otro país”.
Es decir que, además de mostrar los principales atractivos de cada ciudad que visitan, muchos de los episodios de Resto del Mundo suelen incluir también algunos encuentros con argentinos que llevan varios años viviendo ahí y, por lo tanto, están en condiciones de tender una especie de puente para que, luego, el público pueda conocer ese mismo lugar de un modo más directo. El encargado de contactar a esas personas suele ser el productor Juan Oswald, quien nos explica un poco cómo se organizan las grabaciones.
“Volvería a Praga, vendría con mi mamá, con amigos o en pareja… Me parece que es una ciudad para recorrerla y no solo en cuatros o cinco días”.
Federico Bal
“Nosotros solemos estar entre tres y cuatro días en cada ciudad para llevar un capítulo completo y de viaje solemos estar un mes para llevar bastantes capítulos por lo menos la primera parte de año para armarnos de stock y tener programa durante dos o tres meses”.
Agrega Oswald que Praga, en particular, le resultó una ciudad increíble tanto por su arquitectura como por su magia, a tal punto que muchas veces tuvo la sensación de estar caminando en una pintura. En este viaje en concreto los integrantes del programa Resto del Mundo contaron también con la ayuda de la guía local Jitka Jirátová que, además de presentarles muchos sitios emblemáticos de la ciudad, los llevó a probar un poco de comida checa. El guláš fue uno de los platos que más le gustó a Federico Bal, y agrega que, antes de viajar, no asociaba tanto la gastronomía checa con un tipo de comida casi de montaña, ideal para las bajas temperaturas. Pero, por supuesto, eso no fue lo único que lo sorprendió del país.
“Uffff, Karlovy Vary es como un cuento medieval, algo sacado un poco de una película, yo sentía todo el tiempo eso más allá de que ahí se hayan filmado muchas películas, te hablo de la sensación de caminar por ahí. Me pasa también en Praga, es como un viaje en el tiempo que te ayuda a entender lo medieval en ciudades que evolucionaron un montón porque ves, por supuesto, la tecnología pero también un homenaje a la tradición y me parece que eso es lo que pasa en Praga en cuanto a la arquitectura, la gente... y la locura de la noche también, nunca me imaginé que en Praga hubiera tanta noche con tantas despedidas de soltero y gente que viene a divertirse y a romperse la cabeza porque creo que también a Praga se le atribuye un poco esa locura nocturna”.
Además de los lugares más emblemáticos y conocidos de Praga, que suelen repartirse entre el Castillo, el reloj astronómico, la iglesia de Týn y el puente de Carlos, a los integrantes del programa también les sorprendió mucho, por ejemplo, el monumento a los libros del artista eslovaco Matej Krén, que se llama ‘Idioma’ y está en el hall de entrada de la Biblioteca Municipal de Praga, o el famoso ascensor paternóster que puede verse en algunos sitios como la YMCA o incluso en el edificio de la Radio Checa. Aunque para muchos turistas argentinos, Praga suele ser un destino que, en el contexto de un viaje por distintas ciudades de Europa, no suele llevar más de tres días, Federico Bal tiene la sensación de que es una ciudad que requiere mucho más tiempo y, antes incluso de irse, ya está pensando en volver.
“Volvería a Praga, vendría con mi mamá que amaría esta ciudad y vendría con amigos, en pareja… Me parece que es una ciudad para recorrerla y no solo para unos cuatros o cinco días como estamos ahora”.
Ganador de algunos de los premios más importantes de la televisión argentina, el primer episodio de Resto del Mundo se emitió en marzo de 2004. Y para celebrar su vigésima temporada consecutiva al aire en uno de los canales líderes de ese país latinoamericano decidieron regalarse un viaje a Chequia que, al parecer, les suministrará nada menos que tres programas: uno dedicado a Karlovy Vary y otros dos a Praga.