Hace 600 años los husitas derrotaron a los cruzados en la batalla de Vítkov
El 14 de julio de 1420, los husitas derrotaron en el monte de Vítkov a las tropas cruzadas del rey Segismundo en una batalla que, a pesar de ser pequeña, cambió el rumbo de la historia.
A principios del siglo XV, la situación en las tierras checas era bastante tensa. Desde que Jan Hus, reformador de la Iglesia, murió en la hoguera defendiendo sus ideales, se profundizaba la división entre los católicos y los seguidores de Hus.
Los husitas o utraquistas, como se llamaban, iban ganando seguidores. Promovían las ideas de Hus sobre una Iglesia más humilde y accesible para todos. Exigían que además del pan sacramental, la eucaristía incluyera asimismo el vino, es decir una comunión bajo las dos especies, que hasta entonces no se aplicaba. Y también la libertad de predicación.
Tras la muerte del rey Venceslao IV, Segismundo de Luxemburgo asumió el trono y el territorio checo se convirtió en escenario de conflictos armados entre los católicos y los husitas, contó el historiador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Masaryk de Brno, Petr Elbel, para la Televisión Checa.
“Se trató de un enfrentamiento del ejército de Segismundo, entonces rey húngaro y romano, que quería convertirse en rey checo. Luchaba por su derecho de heredar el trono de Bohemia. El otro lado lo formaban los husitas y la revolución husita, entonces liderada por Praga y apoyada por el ejército husita encabezado por Jan Žižka”.
En marzo de 1420, el papa Martín V declaró una primera cruzada contra los “herejes checos” y el rey Segismundo se encargó de realizarla. No obstante, la tarea resultó más difícil de lo que ambos anticipaban. El 25 de marzo, las tropas papales sufrieron su primera derrota, cuando los husitas, liderados por el famoso Jan Žižka, ganaron la Batalla de Sudoměř.
A pesar de este fracaso, el ejército cruzado continuó con su misión y se dirigió hacia Praga, que empezó a preparar su defensa y a incrementar sus provisiones de alimentos. Los cruzados llegaron a las puertas de la capital a finales de junio. Su plan era privar a los husitas de comida y obligarlos a capitular, cuenta Elbel.
“El 12 de julio Segismundo ordenó un asedio sistemático de Praga. De la parte este, Praga estaba bien defendida y controlada. Segismundo necesitaba ganar control sobre la colina de Vítkov y las vías de acceso desde el oriente para asediar la ciudad”.
Vítkov, que hoy forma parte del centro de Praga, era en ese entonces una simple colina con dos cabañas y una empalizada construida por los husitas. Unos 26 hombres y 3 mujeres defendían el punto estratégico para asegurar que los praguenses recibieran los productos agrícolas necesarios.
Los católicos iniciaron su ataque el 14 de julio por la tarde. Realizaron varios ataques coordinados por el Puente de Carlos o la Ciudad Nueva, por ejemplo, todo con el objetivo de distraer a los defensores de Praga. Al mismo tiempo, otros soldados atacaron las cabañas en Vítkov.
Al principio los cruzados iban ganando, pero un vuelco convirtió la batalla en un enfrentamiento legendario. En un momento, los husitas se dieron cuenta del peligro y enviaron cerca de cien hombres con mayales y armas de tiro en defensa del punto estratégico de Vítkov.
Según cuentan las fuentes históricas, los acompañaba un cura que llevaba un ostensorio en las manos. Esta imagen del clérigo en plena batalla, rodeado por soldados, fue representada incluso por el famoso pintor checo Alfons Mucha en su obra la Épica Eslava. En ella aparece asimismo el famoso general husita, Jan Žižka, iluminado por los rayos de sol que atraviesan las nubes negras. Se trata de una representación de la gracia de Dios que, supuestamente, aseguró la victoria de lo husitas.
El contrataque inesperado de los husitas causó gran confusión entre las tropas católicas. Algunos cruzados cayeron en combate, otros, al retroceder desconcertados, murieron al caer desde las rocas de la colina.
La batalla duró una hora. Un puñado de husitas, apoyado por unas cuantas decenas de soldados que vinieron a su rescate desde el sur, logró derrotar a sus enemigos.
Se desconoce el número preciso de los que fallecieron en la batalla, pero los historiadores estiman que se trató de decenas de personas. A pesar de ello, fue una batalla importante, cuenta Elbel.
“Fue solo un pequeño enfrentamiento, el número de caídos no fue grande. Pero tuvo gran importancia, porque formó parte de la estrategia de Segismundo de forzar a Praga a capitular”.
No fue una de las batallas más grandes de la historia, pero la victoria de los husitas se convirtió en un enfrentamiento icónico que puso fin al asedio de Praga y a la cruzada como tal.
Las guerras husitas duraron otros 15 años. Terminaron, de manera formal, con la Compactata de Basilea de 1433. Esta estableció el derecho de los utraquistas a la administración de la eucaristía en “ambas especies”, o sea pan y vino. Los checos, a cambio, aceptaron a Segismundo como su rey.
A pesar de que la historia del movimiento husita es bastante complicada, la Batalla de Vítkov pasó a formar parte del simbolismo nacional y la mitología checa.