Último tango en Praga

En Buenos Aires con alumnos y bailarines, foto: © Yael Szmulewicz
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Compañeros de baile y de vida, el argentino Javier Antar y la checa Patricie Poráková crearon hace varios años Tangonexion, una escuela que, además de dar clases, intenta crear una comunidad que comparta no solo la pasión por el tango sino también algunos valores. Aunque lo que más les gusta es bailar, en esta entrevista cuentan su historia y reflexionan sobre la importancia que puede tener el tango en estos tiempos tan especiales.

Javier Antar y Patricie Poráková,  foto: © Claudia Schmidt

Aunque anteriormente hubo otros profesores en Praga, al día de hoy Javier Antar y Patricie Poráková son un factor muy importante a la hora de explicar la vigencia y difusión del tango en la capital checa.

Se conocieron durante un festival de tango en esta ciudad al que él asistió como invitado en pleno auge de sus giras y, después de varios pasos y compases, se pusieron también en pareja.

“Ya estaba muy cansado de viajar por todos lados, iba sobre todo a Estados Unidos y Europa pero también fui a Asia un par de veces, viajar lejos o cerca es lo mismo porque te cansas igual y yo tenía ganas de estar más en un lugar, y al mismo tiempo ya empezábamos a estar con Patricie en una relación y me gustó la idea de vivir aquí y además no había muchos argentinos enseñando tango”.

Lo cierto es que Poráková, su socia y pareja de baile, no solo era por ese entonces una bailarina profesional sino que ya había tenido también sus primeras experiencias con el tango. Ella lo recuerda perfectamente: sucedió en 2004 en Barcelona, ciudad en la que trabajaba y estudiaba diversos estilos de baile y también algunas técnicas teatrales. Otro argentino le propuso empezar un curso de tango pero ella se negó: no le interesaban los bailes en pareja porque se consideraba libre y necesitaba otros medios de expresión. Sin embargo aceptó ir a la primera clase y lentamente fue consolidando una nueva pasión que la acompaña hasta ahora.

“Lo que primero me cautivó del tango fue la música y la letra, sobre todo Roberto Goyeneche, Pugliese, Troilo y Piazzolla. Al principio me gustaba cantarlo y no tanto bailar pero después, desde el punto de vista del baile, lo que me cautivó recién con Javi fue darme cuenta de que tenía todo lo que buscaba en el escenario y en otras danzas como comunicación en el baile”.

“Muchas mujeres dicen que el tango las ayudó a dejar el mando a otro, al menos una hora a la semana”.

Ya instalados en Praga crearon juntos la escuela Tangonexion cuyas clases de los miércoles en Letná empiezan a convertirse en un nuevo clásico para quienes empiezan a dar sus primeros pasos en ese baile. Javier Antar recuerda que cuando tenía esas giras interminables que lo llevaban cada fin de semana a una ciudad distinta no podía corroborar lo que sucedía con las clases porque nunca se repetían sus alumnos. Hoy disfruta mucho de su evolución que incluye algunos viajes a las milongas de Buenos Aires y que, en tiempos de Covid, piensan compensar con lo que llaman la experiencia argentina: una combinación de tango, empanadas y vino para no perder el contacto a pesar de la distancia.

Algunos de sus alumnos también llegan a compartir escenario en shows especiales que bajo el nombre de “Misterio del ángel” cuentan con la presencia de una orquesta checa especializada en Piazzolla y otros invitados especiales, como la actriz Anna Polívková y el bailarín Michal Kurtiš. Un verdadero cuadro musical de tango que, según adelantan, se va a repetir durante el verano en varias ciudades checas.

Pero mientras tanto Antar y Poráková siguen buscando nuevos métodos para mejorar su enseñanza. Por ejemplo planean incorporar un sistema de escritura que describe los pasos de baile del tango. La creatividad y la innovación son fundamentales para combatir algunas de las dificultades de la enseñanza, tal como explica Javier Antar.

Foto: Bernard-Verougstraete,  Pixabay / CC0

“Creo que lo que más me cuesta transmitir son dos cosas que van, probablemente, unidas: la musicalidad que sería prestar atención a la música, y que el hombre como el líder se haga cargo de la situación, que no asuma que la mujer sobreentiende qué es lo que quiere hacer. El tango es un baile complejo, podes bailar súper bien y yo súper bien y cuando nos ven parece otro baile y está buenísimo pero al mismo tiempo eso lo hace complejo”.

Además muchos checos que van por primera vez a sus clases, y suelen estar más habituados a otras músicas como el vals, suelen advertir un enriquecimiento a nivel cultural. Poráková recuerda que, tal como sucedió en otros países de Europa que atravesaron dos guerras mundiales, muchas mujeres tuvieron que ponerse al hombro su destino luego de que sus maridos murieran en los frentes de batalla, y eso es algo que aun hoy parece ponerse en juego cuando las mujeres checas empiezan a bailar tango.

“Y ahí es donde la mujer está realmente al mando y tiene esa característica y lo que acá veo es que vienen muchas mujeres y dicen yo no sé si puedo dejarme llevar, entonces muchas dicen esta es mi terapia para poder dejar el mando a otro, al menos una hora a la semana”.

“Lo que intentamos es que la gente adquiera una sensibilidad sobre su propio cuerpo y a través de ella comunicarse con la sensibilidad de la otra persona”.

Pero lo mismo sucede con los hombres. Más de una vez, en chiste pero también en serio, Antar les pide que se comprometan en su rol de guía. Pero los dos aclaran que eso no debe confundirse con machismo. Porque si bien al hombre se le suele asignar en este baile cierto liderazgo, ellos aseguran que los roles son equilibrados: la mujer tiene que estar igual de activa porque necesita incluso más técnica para poder seguir el baile de manera adecuada. En ese sentido Patricie Poráková aporta una interesante distinción.

“En el tema del machismo hablaría más de lo que significa el baile social del tango, no entre la pareja, ahí seguramente que no pero sí en el baile social de donde viene porque ahí el lugar de la mujer es extremadamente pasivo y eso no lo puedo aguantar, y lo estamos tratando de cambiar: que la mujer tiene que estar sentada esperando que él la saque a bailar, eso me parece horroroso”.

Justamente, además de difundir a varios niveles la experiencia del tango, Tangonexion quiere tener en cuenta el aspecto social. Lo que importa, según ellos, no son las apariencias ni el vestuario sino la entrega de cada uno para poder crear de a dos un cuerpo distinto, un ser de tango. Porque, en su opinión, una de las claves para poder progresar en esta música es lograr conectarse con la pareja de baile.

“Vos tenés que dominar tu cuerpo para hacer cinco pasos si querés, o podes hacer más o menos, pero lo que intentamos con nuestra escuela es que la gente adquiera una sensibilidad sobre su propio cuerpo y a través de ella comunicarse con la sensibilidad de la otra persona”.

En Ibiza,  foto: © Tasya Menaker

En ese sentido, Patricie Poráková explica que a veces hay algunas ideas equivocadas sobre el tango: en primer lugar que debe bailarse de una forma dura y tensa, y también que la técnica es algo mecánico que se aprende casi de memoria. Ese tipo de preconceptos son los que ellos intentan modificar con sus clases ya que, en su opinión, la técnica del tango apunta a un sentido mucho más personal y profundo.

“La técnica en el tango significa mucho de conocerse emocionalmente y refleja muchísimo la seguridad e inseguridad de uno mismo, es un espejo terrible y muy cruel, es muy normal que la gente en la clase de tango se pueda poner a llorar porque empieza a reflejar situaciones de vida que están tratando y muchos nos dicen que los ejercicios que practicamos en las clases de tango los usan en su vida, en su profesión”.

Muchas de esas emociones latentes que despierta el tango se perciben, según Poráková, en el abrazo, que es uno de los elementos fundamentales de este baile. Y justamente porque el tango está tan vinculado a lo emocional es que uno de los grandes objetivos de Tangonexion es crear una comunidad que excede las clases y cuenta con varias actividades. Una de las más interesantes es una especie de retiro de cuatro días que organizan junto a sus alumnos y otros colegas del mundo en un parque nacional cerca de Karlovy Vary donde solo se dedican a bailar.

Pero lo de la sensibilidad y la conexión con el otro va más allá del baile: en los últimos días Tangonexion logró colectar entre alumnos y amigos una importante suma de dinero para ayudar a un grupo de doce colegas de Buenos Aires que, debido a la cuarentena del coronavirus, no pueden bailar y, por lo tanto, ven amenazados sus ingresos.  Ese también fue un gran paso de Tangonexion. Quotes: “Muchas mujeres dicen que el tango las ayudó a dejar el mando a otro, al menos una hora a la semana”. “Lo que intentamos es que la gente adquiera una sensibilidad sobre su propio cuerpo y a través de ella comunicarse con la sensibilidad de la otra persona”.