Samizdat y la Solidaridad Polaco-Checoslovaca

Al fenómeno de samizdat y a las actividades de la Solidaridad Polaco-Checoslovaca en los años de la dictadura comunista fueron dedicadas dos exposiciones, que se celebraron el pasado mes de septiembre en el Instituto Polaco de Praga con motivo del 25 aniversario del surgimiento del sindicato libre Solidaridad en Polonia.

La palabra "samizdat", que se refiere a las ediciones de la literatura prohibida o de la literatura de autores prohibidos, empezó a usarse a principios de los años 60 tras el desmantelamiento de los crímenes de Stalin en la entonces Unión Soviética. Aludía a la palabra "gosizdat", abreviatura para la Editorial Gubernamental - Gossudarstvenoye izdatyelstvo.

Durante el régimen comunista en Hungría y Bulgaria el "samizdat" era asunto de unos pocos intelectuales. En Rumania, donde las máquinas de escribir se registraban como armas, casi no existía. En Checoslovaquia y Polonia la situación era diferente, según nos explicó Jirí Gruntorád, director de la biblioteca de los libros "prohibidos" Libri Prohibiti.

"Hay que apuntar que los libros que surgían en ´samizdat´ en Checoslovaquia aparecían como máximo en algunas decenas de ejemplares que se prestaban los amigos entre ellos. Si el libro no se leía en una emisora extranjera, no tenía mucho impacto en la sociedad, a diferencia de Polonia, donde las ediciones contaban con miles de ejemplares y prácticamente todo el mundo podía leer estos libros".

Jirí Gruntorád afirma que el fenómeno de "samizdat" no se ha investigado mucho. Hoy se sabe que en Checoslovaquia aparecían ediciones clandestinas, aparte de Praga, en todas las demás ciudades grandes: En Pilsen, Liberec, Brno, Olomouc, Ostrava, Bratislava, Kosice y muchos otros lugares.

"Los libros se copiaban en máquinas de escribir a través de papel carbón, una labor hoy inimaginable. También se hacía a través de membranas de mimeógrafo, lo cual ya era una técnica más avanzada. En la exposición mostramos marcos de madera en los que se reproducían los textos. De esta manera se podían hacer varios centenares de ejemplares, era muy eficiente".

Foto: archivo de Radio Praga
Para una edición "samizdat" podía servir cualquier postal, pegatina, bolsa, prenda de vestir o incluso un tradicional huevo pintado de Pascuas de Resurrección. Además de textos escritos se reproducían clandestinamente cintas de magnetófono y vídeo, grabaciones de conciertos, emisiones de las radios extranjeras o conferencias y seminarios organizados en las casas de los disidentes. La lista de los autores editados en "samizdat" sería muy larga, afirma Jirí Gruntorád.

"Hoy se estima que más de 400 autores checos no pudieron publicar nada oficialmente. Pero constantemente aparecen nombres nuevos, así que pienso que son más de 600 nombres".

En "samizdat" se editaban también autores extranjeros.

"En Checoslovaquia se editaba a autores polacos que no podían ser publicados en Polonia, incluyendo el premio Nobel Czeslaw Milosz. Lo mismo ocurría con los autores soviéticos. Aquí salió Solzhenitsin, Sajarov, Zinoviev y otros. Igualmente algunos autores de Occidente. Se copiaba mucho la novela de George Orwell ´1984´. Me atrevo a decir que fue el libro más copiado en ´samizdat´, apareció en varias decenas de ediciones".

El inicio de la cooperación estrecha entre los disidentes de Checoslovaquia y Polonia, más bien una excepción entre los países del antiguo bloque del Este, se dio en el año 1968, opinó Jirí Gruntorád.

Foto: Silja Schultheis
"En el año 1968 hubo intentos de restauración de la sociedad también en Polonia, y fracasaron igual que en Checoslovaquia. A principios de los años 70 la cooperación se atenuó un poco para revivir con la fundación de Carta 77 en Checoslovaquia y el Comité para la Defensa de los Obreros, el KOR, en Polonia. Desde el año 1978, cuando se efectuó el primer encuentro de disidentes en los Montes Gigantes, la cooperación se desarrollaba muy intensamente".

Ese primer encuentro en los Montes Gigantes se preparó de forma muy conspirativa, recordó Jirí Gruntorád.

"Lo organizó Tomás Petrivý, un estudiante eslovaco de Bratislava que entonces vivía en Praga y tenía contactos en Polonia. Ese encuentro, al que asistieron portavoces de Carta, Marta Kubisová y Václav Havel, representó la primera apertura. Fue posible también gracias a la existencia del llamado pequeño tráfico entre países limítrofes, es decir, la gente que llegaba a la frontera checo-polaca no necesitaba un pasaporte. Un carnet de identidad nacional era suficiente para poder moverse por el sendero de amistad que atravesaba los Montes Gigantes. Allí se encontraron entonces".

La situación cambió fundamentalmente tras los sucesos del año 1981 y la opresión de la Solidaridad polaca, continuó Jirí Gruntorád.

"La frontera fue prácticamente cerrada, introduciéndose un régimen parecido al de las fronteras occidentales: guardia fronteriza, controles. La policía vigilaba mucho más a los disidentes porque temía esos encuentros".

Václav Havel y Jacek Kuron  (a la derecha)
En el primer encuentro de disidentes en los Montes Gigantes en 1978 participó también Alexandr Vondra, tras noviembre de 1989 embajador en EE. UU. y hoy presidente del Consejo Euroatlántico Checo.

"Recuerdo dos tipos de encuentros. Unos eran una especie de cumbres que lográbamos organizar más o menos una vez al año. Allí nos encontrábamos por un lado los representantes de Carta y de otros grupos opositores checoslovacos, y por el otro la gente de Solidaridad, como Jacek Kuron, Adam Michnik, Miecislav Piotrzkovski, era todo ese grupo de Wroclaw. Se reunían unas 20, 30 personas, todo se preparaba de manera conspirativa para que la policía no dispersara la reunión. Era divertido. El grupo polaco estaba siempre muy organizado, así que después de que hubiéramos bebido un par de botellas de güisqui, Kuron daba la orden: ¡Polacos, nos vamos! Y la delegación polaca regresaba andando en fila india a Silesia. El grupo checo era más individualista. Así que andábamos perdidos por el bosque y abajo nos costaba encontrarnos, pero todo estaba cargado de alegría y de mucha inspiración".

¿Y el otro tipo de encuentros?

"Éstos se realizaban muy regularmente. Una vez cada dos semanas se reunían en secreto dos checos y dos polacos. Llevábamos a las montañas mochilas que pesaban 30, 40, 50 kilos llenas de libros y otras publicaciones de ´samizdat´, imprentas. A menudo perdíamos el camino, porque solía ser también en invierno. Esas cumbres con Havel se efectuaban en verano, porque la gente mayor no podía caminar en la nieve. Pero el intercambio no podía cesar, y a menudo fue muy aventurero. Nos buscábamos en la niebla, nos cazaba la policía. Lo practicábamos mucho con Miroslaw Jasiñski, que hoy dirige el Instituto Polaco en Praga", explicó Vondra.

A veces los policías fueron exitosos, recordó Alexandr Vondra.

"A veces lograban liquidar un encuentro, nos encarcelaban por algún tiempo. Algunos, como Petr Pospíchal, pasaron en la cárcel más tiempo por sus actividades en la Solidaridad Checo-Polaca. Siempre fue como un gran juego a la mancha y al escondite. En la mayoría de los casos ganábamos nosotros, pero a veces marcaba una victoria temporal la policía secreta".

¿Y cómo transcurría esa conspiración?

"Nos mandábamos mensajes codificados mediante distintas personas. Nos poníamos de acuerdo junto a cuál hito fronterizo nos encontraríamos (están numerados), en qué cota. A finales de los años 80 el Monte del Arándano era el destino favorito. Naturalmente teníamos nuestros enlaces. Recuerdo, por ejemplo, a Kristýna Krause, que viajaba mucho entre Gdansk, Varsovia y Praga, trayendo personalmente mensajes codificados. Cuando había que quedar en algo rápidamente, se hacía también por teléfono, pero tratábamos de usar un lenguaje cifrado, porque sería estúpido perder el material. A menudo se trataba de máquinas o equipos caros. Fue distinto de las reuniones con diplomáticos en Praga o Varsovia donde se jugaba un juego ya bastante abierto".

Alexandr Vondra apuntó que esas actividades no podían tener un impacto masivo en Checoslovaquia.

"Los ciudadanos de a pie a menudo ni sabían de ello. Pero, naturalmente, en esta cooperación participaban personas que tras el 89 entraron en la política y creo que aprendieron una cosa: que los checos y polacos tienen mucho en común y que siempre estarán bien si colaboran y no compiten o se calumnian. Mirando las reminiscencias históricas negativas - la invasión en el 68, la cuestión de Tesínsko, esta cooperación ayudó a crear una atmósfera completamente diferente en las relaciones checo-polacas, que puede servir de fundamento hasta hoy día".

¿Perdura ese ambiente de comprensión mutua hasta la actualidad?

"Desgraciadamente el tiempo hace que olvidemos. Por ello, creo, se celebra esta exposición para recordar un poco. Pero yo participé en los festejos del 25 aniversario de Solidaridad en Polonia y creo que la comunicación fue muy buena. El cardenal checo Miloslav Vlk cocelebró como el único extranjero la misa en Gdansk, Václav Havel tuvo un discurso, estuvieron Jirí Dienstbier, Petruska Sustrová. Así que pienso que perdura, pero hay que tomar medidas para no olvidarlo", opinó Vondra.

Jirí Gruntorád, director de la biblioteca Libri Prohibiti, opina que en general los polacos estaban mejor informados sobre la situación de la Checoslovaquia comunista que los checos sobre la situación de Polonia. En Checoslovaquia desempeñaban un papel mayor las emisoras extranjeras, mientras que en Polonia era la prensa clandestina.

"La sociedad checa no sabe mucho de su pasado reciente. Puede ser que ni quiera saber y creo que tiene miedo de interesarse por el pasado. Algunas cosas que salen a la luz y todavía saldrán no hablan en favor de la sociedad. Se trata de hacer frente al pasado. Por algo parecido tuvo que pasar Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Eso es lo que nos espera todavía".

También en este aspecto la sociedad polaca está más adelantada que los checos, concluyó Jirí Gruntorád.

"En Polonia existen institutos científicos enteros que se ocupan de ello. Tienen una institución que se encarga de la documentación del reciente pasado comunista polaco - se llama Instituto de la Memoria Nacional. En la República Checa no existe, lamentablemente, nada por el estilo. Aquí sólo se habla de ello. A veces".