El palacio de Horovice perteneció al Elector de Hessen
Estimados amigos, les invitamos a visitar el palacio de Horovice, relacionado con el virtuoso del violín Josef Slavík. En sus recintos se reveló por primera vez el talento musical del violinista.En 1852 compró el feudo de Horovice por un precio relativamente bajo de dos millones y medio de florines Federico Guillermo, Elector de Hessen. Desde entonces la política europea empezó a influir en el destino del palacio, construido en estilo barroco entre 1690 y 1705 en la pequeña ciudad de Horovice, situada a 50 kilómetros al oeste de Praga.
Federico Guillermo, Elector de Hessen y Príncipe de Hanau, que era dueño de Horovice desde 1852, defendía la idea de que se mantuviera la influencia en Alemania de la Casa de los Habsburgo que reinaba en Austria, Hungría y las tierras checas.
Austria perdió en 1866 la guerra contra Prusia. Después de la unificación de Alemania bajo la égida de Prusia el príncipe Federico Guillermo tuvo que abandonar su Hessen natal. El aristócrata se radicó en Bohemia, residiendo alternativamente en Praga y en su palacio de Horovice que sometió a una radical remodelación.
Dicha remodelación, realizada por Gottlob Engelhardt, arquitecto de la corte de los electores de Hessen, obedeció al estilo de clasicismo tardío y del segundo rococó.
Hacia 1890 el palacio de Horovice volvió a ser remodelado. D.Guillermo, Príncipe de Hanau, contrató al notable arquitecto vienés Otto Hieser, predilecto de la nobleza austríaca en las postrimerías del siglo XIX.
El pabellón era uno de los más bellos de la exposición. El dueño de la fábrica siderúrgica, D. Guillermo, Príncipe de Hanau, compró para sus 700 operarios el pasaje de ferrocarril de Horovice a Praga, la entrada a la Exposición Nacional y dio a cada uno de ellos cinco florines para sus gastos.
Terminada la exposición, el Príncipe de Hanau y dueño del palacio de Horovice, donó el pabellón a la ciudad de Praga. El pabellón fue desmantelado hasta la pieza más pequeña y trasladado a los jardines de la colina de Letná.En su interior fue instalado un restaurante.
Este precioso edificio, el primero en Praga con estructura de hierro fundido, se conoce bajo el nombre de Pabellón Hanau. En los años veinte del siglo pasado lo admiraba el célebre arquitecto Le Corbusier.
El pabellón que debemos al dueño del palacio de Horovice, el príncipe de Hanau, sigue en los jardines de Letná en Praga y alberga un restaurante de lujo.
El linaje de los príncipes de Hanau se extinguió en línea directa en 1917 y el palacio de Horovice pasó a manos del Estado. En los dos últimos años de la Primera Guerra Mundial la mansión albergó un campamento de prisioneros cuyos guardianes húngaros se caracterizaron por su insólita crueldad hacia los confinados.
Tras el surgimiento de la República Checoslovaca en 1918 el palacio pasó a ser gestionado por la administración política y destinado para alojar un Instituto Normal. Sin embargo, en 1921 Enrique, Conde de Schaumburg, ganó el pleito con el Estado Checoslovaco sobre la posesión del palacio de Horovice.
El palacio y las tierras le fueron devueltos, manteniéndose en posesión de los Schaumburg hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 el palacio de Horovice fue expropiado por el Estado.
El recorrido por los interiores del palacio de Horovice nos proporciona la posibilidad de conocer cómo eran en la primera mitad del siglo XX. En estos recintos se unían ciertas pretensiones e imágenes románticas al deseo de vivir en una confortable mansión con adelantos modernos.
Los principales interiores del palacio fueron modernizados después de 1922 según los proyectos de los arquitectos de Munich Profesor Ernst Haiger y Emil Hanfling.
El Ejército Soviético saqueó en 1945 el palacio, destrozando una parte del mobiliario. Afortunadamente ha sido posible reparar las pérdidas y restaurar los interiores.
Para lograrlo fueron utilizadas fotografías de la época y una valiosa colección de acuarelas que entre 1940 y 1943 pintó con minuciosos detalles la condesa Nostic que pasaba en Horovice prolongadas estancias. Las acuarelas dan una idea muy precisa hasta del colorido de las salas. La familia del dueño del palacio tenía a su disposición 22 salas, incluidos los grandes salones.
La música de Josef Slavík nos invita a entrar en el Gran Salón, recinto dominante del ala principal del palacio, ubicado en el primer piso. El salón de estilo neoclasicista lleva ahora el nombre del genial violinista Josef Slavík, natural de la cercana localidad de Jince donde nació en 1806.
Como muchacho Josef Slavík tocaba en los oficios divinos en la capilla del palacio de Horovice que se hallaba en el lugar del Gran Salón. El dueño de Horovice en aquel entonces, el conde Eugen de Vrbna, era mecenas del joven violinista.
El Gran Salón deslumbra tanto por su magnitud como por la grandiosa decoración.Era la primera sala a la que eran llevados los invitados oficiales. La decoración de las paredes con cuadros de la galería de los abolengos que son copias modernas de lienzos guardados en la ciudad alemana de Kassel, hechas en 1925, es al parecer el último ejemplo de la instalación de una galería de antepasados en toda la arquitectura palaciega centroeuropea.
La idea de hacer presente la historia del linaje, tan viva en el barroco y en la época del romanticismo, era en los años veinte del siglo pasado ya obsoleta. Sin embargo, para el dueño del palacio, el conde Enrique von Schaumburg, simbolizaba la legitimidad de sus posesiones de Horovice.
Después de recorrer los suntuosos salones aprovechamos la oportunidad para conocer en el palacio de Horovice las graciosas leyendas locales. Bajamos a un frío subterráneo donde están instaladas figuras que representan a figuras míticas de la cercana sierra de Brdy.
Son los espíritus vinculados al mágico monte de Plesivec en el que pululan seres enigmáticos. Podemos contemplar la figura de Fabián, poderoso soberano de la sierra de Brdy, que tiene en Plesivec su jardincito en el que cultiva milagrosas plantas medicinales. La guía nos contó de Fabián que aún en el invierno más crudo arde en Plesivec su hoguera y los animales silvestres vienen para calentarse.
En el subterráneo del palacio de Horovice podemos conocer, además, otra importante figura entre los espíritus del monte Plesivec:la Reina de las Serpientes, que reside, según cuentan las leyendas, en las Rocas del Cuervo.
A veces suele ser vista como una serpiente con una brillante corona sobre la cabeza, y también aparece como una doncella montando un ciervo con una víbora en la mano en vez de un cetro.