En el Paraíso Checo se celebró la VIII fiesta de las cabras
La semana pasada se celebró la octava edición de la fiesta de las cabras en Milkovice. El pueblo, ubicado en las afueras de la región del Paraíso Checo, en Bohemia del Este, albergó músicos y grupos teatrales durante siete días.
"Esto es una fiesta, no es un festival. Un festival significa tener entradas, tiendas, guardias, comercio. Yo lo concibo de manera muy diferente. Me gusta encontrarme con mis amigos y con gente nueva. Si podemos, además, escuchar música, mejor", explica Stanislav Penc.
Aparte de ser divertida, la fiesta tiene un mensaje ecológico. En toda la finca no se vio basura ni colillas. Bajo la íntima vigilancia del organizador, todos cuidan el ambiente. Y prácticamente durante los siete días de fiesta, todo se comparte. Tanto la diversión, como el trabajo. Todos trabajan juntos para poder luego disfrutar del relajamiento y de la música, sostiene Stanislav Penc.
"No sería un gran problema preparar las cosas con antelación. La gente llegaría y tendría el 'parque de atracciones' hecho. Pero esto no vale. Yo creo que, la gente debe contribuir al trabajo. Así disfrutarán más".
Stanislav Penc insiste en que todos deben ayudar en las labores.
"Para poder tocar en el establo, tenemos que limpiar el estiércol, tenemos que limpiar todo. Para poder servir cerveza de barril, hay que preparar los bares, hay que barrer", añade.
Este año se celebró la octava edición de la fiesta. ¿Cómo se le ocurrió a Stanislav Penc organizar un acontecimiento como éste?
"Yo nací en un pueblo, pero después mi familia se mudó al barrio de Jizní Mesto, en las afueras de Praga. Estaba lleno de edificios multifamiliares y eso no lo podía soportar. Así que comencé a buscar una finca en el campo. Encontré este lugar y me traje dos cabras y cuatro perros".
Stanislav Penc añade que medio año después de la mudanza se murió un amigo suyo, quien tenía una manada de cabras y de burros. Y porque le dio pena por los animales, que se quedaron sin hogar, decidió adoptarlos. Admite que haría lo mismo también hoy, aunque en aquel entonces no podía imaginarse cuánto trabajo le traería su nuevo estilo de vida.
"Ahora tengo 31 cabras. Quince de ellas son machos. Debe ser el número más alto en Europa Central, ya que en nuestras latitudes las cabras son encerradas en establos desde hace muchos años, atadas. Y los cabros son sacrificados, sólo dejan uno para cada comarca. Esto es un genocidio de animales".
Stanislav Penc explica que debe desmentir un mito que los checos creen sobre la leche de cabras. Estos animales viven encerrados desde hace decenios, no pueden caminar por los prados, lo que les gusta mucho. Y aunque tengan todo lo necesario para vivir, la comida y un establo limpio, su leche no será buena y olerá mal.
No obstante, si se les deja la posibilidad de moverse libremente en un vasto recinto de pastos, las cabras caminan todo el día. Regresan a casa después de una excursión de varios kilómetros, y su leche será deliciosa, mejor que la de vaca. Stanislav Penc califica este descubrimiento como uno de los mayores éxitos de su vida.
Cada edición de la fiesta de las cabras difiere según los grupos y según los visitantes. Sin embargo, la de este año fue más significativa, ya que se celebró el nacimiento del hijo de Penc, Stanislav II.
"De esto me alegro mucho, es un suplemento agradable. He estado buscando, desde hace años, a un tractorista y ahora espero haberlo encontrado en mi hijo. Esperemos unos años y veremos qué pasa".
La fiesta de las cabras es un encuentro de personas con mente abierta y libre. En este sentido se mueven libremente adultos, niños, perros y burros por los prados de la finca. El lema principal lo explica todo: 'tendremos aquello que nos preparamos nosotros'.