Ruml: No se pueden explicar de manera lógica los errores del pasado
El tema de la continuidad y discontinuidad entre el antiguo régimen comunista y el nuevo sistema democrático se transforma en un asunto más bien académico. El día a día, la vida práctica, demuestra que enfrentamos una serie de problemas que nos impiden responder de manera lógica a algunas de las mayores interrogantes sobre las experiencias de los años noventa y los problemas que han prevalecido en el tiempo. Con esas palabras reflexionó sobre el proceso de transición a la democracia el ex ministro del Interior, Jan Ruml, uno de los principales artífices de los cambios democráticos en Checoslovaquia tras la caída del régimen comunista en 1989. A continuación les ofrecemos las declaraciones ofrecidas por el Sr. Ruml durante una reciente conferencia internacional sobre la reforma de los aparatos represivos en Europa Central, celebrada en la República Checa.
¿Cómo transcurrió el proceso inicial de cambios en la entonces Checoslovaquia?
"La República Checa se transformó a partir de un régimen totalitario en un régimen democrático, tras un breve período de tensión revolucionaria iniciado en las calles por los estudiantes, y luego la opinión pública, la cual nunca fue violenta. Aquel cambio se logró mediante un acuerdo entre las fuerzas políticas de oposición y el régimen comunista. El poder fue entregado por los comunistas. No quiero decir que de manera voluntaria, aunque sí de manera pacífica y calmada. Los comunistas entonces reconocieron su derrota y se retiraron de la escena política, al menos por un tiempo. Por lo tanto, los primeros pasos que hubo que dar tras noviembre de 1989 impidieron un ajuste de cuentas radical con los victimarios del pasado. Esa fue una de las razones por las cuales no fue prohibido el Partido Comunista inmediatamente después de los cambios. Porque los comunistas participaron en las negociaciones con la oposición, permitieron que los demócratas entraran al Parlamento, parecía que estaban tan derrotados que no desempeñarían ningún papel político relevante, lo que posteriormente se demostró que era una ilusión".
En materia de reformas del aparato represivo, ¿cuáles fueron las prioridades del nuevo gobierno?
"Por supuesto nos concentramos en aquellas instituciones sobre las cuales había ejercido más control el Partido Comunista y representaban la máxima expresión represiva del Estado. Se trató de la Policía Política, la StB; el Ministerio Federal del Interior, que dirigía esos cuerpos de seguridad; luego en menor medida los Ministerios del Interior checo y eslovaco. Todas esas instituciones tenían la finalidad de reprimir, de una u otra forma, a aquellas personas que pensaban de manera diferente. En todo caso, cuando miro hacia atrás en el tiempo pienso que deberíamos haber sido mucho más radicales. Existía toda una serie de medios mediante los cuales crear discontinuidad con el régimen anterior y nosotros utilizamos solamente unos cuantos, y no de la mejor manera".
¿Qué tan posible fue aplicar ciertos elementos de discontinuidad en la ley? Es decir, en temas como la lustración, la ley de restituciones, aquellas leyes retroactivas sobre crímenes cometidos durante el comunismo, leyes de rehabilitación judicial, etc.
"El tema de los ex funcionarios y trabajadores de las estructuras anteriores, quedó claro que sería más complejo de lo que pensábamos. Cando asumí mis en el Ministerio del Interior fue disuelta la StB, sus funcionarios fueron dados de baja, y surgió la interrogante sobre qué hacer con ellos. Después de la Revolución de Terciopelo fueron creadas comisiones especiales que, basándose en los registros disponibles y los testimonios de diversos testigos, decidían quienes podían seguir en servicio y quién debe salir de forma incondicional. Toda esa fase de trabajo de las mencionadas comisiones fue muy confusa, muchas veces fueron verificadas personas que no tenían que ser verificadas y viceversa, por lo tanto, no fue una herramienta que despertara la confianza de las personas. Sin embargo, la época lo exigía, es decir, que fueran señalados aquellos que habían actuado contra la ley y quiénes no".
¿Qué pasos siguieron a esa fase inicial?
"Un mecanismo un poco más sofisticado, aunque tampoco perfecto, fue la Ley de Lustraciones, el cual estableció las condiciones básicas para que una persona tenga derecho a desempeñarse en las estructuras del Estado, de Seguridad, en el sector de la enseñanza, particularmente en a nivel universitario".
Hasta la fecha la ley de lustraciones despierta acalorados debates y opiniones encontrados, no solo en la República Checa, sino en varios países de la región. Eslovaquia, Polonia, por mencionar algunos. ¿Cree Ud. aún en la vigencia de ese instrumento? "Esta ley, vigente hasta la fecha, fue una suerte de escudo de defensa contra aquellos que no eran leales a los valores de la democracia. Esta ley fue objeto de numerosas críticas de parte del Tribunal Constitucional, y es necesario recordar que, con todas sus demandas, ese instrumento legal partía de la base de aquel principio de la discontinuidad material y legal con el régimen anterior, constatando el Tribunal Constitucional que no es posible que las leyes no sean establecidas de acuerdo con el sistema de valores que crea la democracia plural. Con sus argumentos el Tribunal Constitucional también se respaldaba en la decisión de la Corte Europea sobre los métodos de defenderse de manera efectiva, lo cual es legítimo, en caso de que puedan estar amenazados los fundamentos del Estado de Derecho, precisamente a través de la no lealtad de los funcionarios estatales. Las exigencia de lealtad en el servicio público son pilares sobre los cuales se fundamenta la Corte Europea".
¿Dónde se hallan las principales falencias de la ley de lustraciones? "Por supuesto, el principal problema de la Ley de Lustración fue, tan como diría el ex ministro de Justicia de Eslovaquia, Ján Carnogurský, el criterio según el cual se determinó si una determinada persona es capaz de demostrar su lealtad y que es de confianza. Hasta la fecha se toma como referencia los documentos de la StB. Es decir, nadie que hay sido miembro del Partido Comunista o la StB puede ocupar determinadas funciones públicas. Tampoco aquellos que trabajaron como agentes de la policía política ni miembros de las milicias populares, es decir, comités de defensa ciudadana controlados por el Partido Comunista. Las mayores discordias tienen que ver con los criterios utilizados para juzgar quién fue y quién no fue agente de la StB. Para ello se partió de la primicia de que todo el que aparece evidenciado en sus registros, fue realmente agente. La gran interrogante es hasta qué punto son confiables esos archivos.
En la República Checa, así como en Eslovaquia, existe la posibilidad de recurrir a los tribunales en busca de defensa judicial. Se da la circunstancia de que en esa situación el Ministerio del Interior debe enfrentarse a personas que alegan inocencia, por ejemplo, han sido incluido injustamente en las listas de ex agentes de la StB. ¿Qué tipo de pruebas disponen las partes y qué probabilidades tiene un ciudadano de triunfar en un pleito similar?
"Una de las pruebas más fehacientes es la existencia de la firma del acusado, con la cual se suscribe un contrato de colaboración con la policía política y se compromete a servir a sus intereses. También en caso en existir reportes o documentos donde se haga referencia a algún tipo de operación, compromisos económicos, memorándums sobre cuántas veces se reunió con sus oficiales superiores, los temas sobre los que hablaron. Y donde aquellas pruebas no se ven claramente y el Tribunal constata que aquella persona no estaba consciente de su relación con la StB, aunque aparezca en las listas de colaboradores, no puede ser enjuiciado según la Ley de Lustración".
Muchos son de la idea de suprimir la Ley de Lustraciones.
"Uno de los principales debates actualmente es si la ley de Lustraciones es aún necesaria o debería ser remplazada por algún modelo de ley más moderna, sin embargo, por diversas razones las propuestas faltan. Pienso que los elementos que construyen y protegen la democracia son más importantes que el hecho de que haya personas juzgadas por su pasado, sobre si pueden o no desempeñar cargos públicos".
Haciendo una reflexión retrospectiva. ¿Cómo era la atmósfera en el Ministerio de Interior cuando Ud. asumió su cargo, en los primeros años después de la Revolución de Terciopelo?
"Cuando asumí en el Ministerio del Interior la situación era muy paradójica. Por un lado se exigía profesionalidad a los cuerpos de seguridad, y por otro lado, estaba la exigencia de limpiar concienzudamente aquellos órganos. Era una ilusión pensar que de pronto llagarían de Marte nuevos policías, profesionales en ese sector, y que en el pasado no cometieron delitos. Por eso, especialmente los servicios de contrainteligencia fueron desmantelados y armados con gente totalmente nueva. Pero no se puso tanto énfasis en transformar por completo todas aquellas unidades que tenían que ver con seguridad, es decir, el Ejército, inteligencia militar, inteligencia civil. En esas esferas el proceso de limpieza transcurrió de manera lenta. Y es así como muchas de las personas que entonces trabajaban en alguno de los órganos de StB, hasta la fecha forman parte de la comunidad de inteligencia".
Ud. ha mencionado en varias ocasiones la compleja situación de desmantelar los clanes familiares ligados a las estructuras del régimen anterior, muchos de ellos siguen teniendo el control de algunos sectores importantes de la sociedad. ¿Cómo acabar con ello?
"Un ejemplo clásico puede ser el de una familia donde el padre era funcionario de los servicios del contraespionaje. Tenía como misión el monitoreo de personas incómodas al régimen. Luego, su esposa trabajaba para los archivos de la StB, los hijos trabajaban en la Policía, aunque no para los servicios secretos, es decir, quedaba exento de someterse a la Ley de Lustración. Luego tenían varios familiares en las estructuras estatales, es decir, en la Fiscalía, en el sector de la Justicia, etc. Y es verdad que sacamos de las estructuras a gran parte de esas familias, pero luego entraron al sector de la seguridad privada y utilizaban a sus parientes, aquellos que quedaron en cargos del Estado, para conseguir información valiosa. Acabar con estos círculos de clanes familiares fue sumamente difícil y hasta la fecha nos encontramos con problemas de ese tipo".