“Praga sin turistas sería aún más mágica de lo que es”
Soledad Hevia imaginó y soñó Praga mil veces hace catorce años, cuando en su Chile natal escribía una tesis para graduarse de periodista, trabajo que versaba sobre los cambios políticos ocurridos en Checoslovaquia tras la caída del Muro de Berlín. Ahora, y después de una larga espera, por fin pudo conocer esa ciudad que tanto entrevió en sueños. Y asegura que la realidad superó a su imaginación.
Hola, Sole, ¿cómo estás?
“Muy bien”.
Te llamaba porque quería saber tus impresiones acerca de tu primer viaje a Praga.
“Bueno, fue un viaje cargado de múltiples sensaciones e impresiones. Primero porque Praga es una ciudad maravillosa y eso es algo objetivo. Yo sabía que era muy bonita, que tenía mucha historia, pero nunca me imaginé que tanto. Llegar ahí es distinto a que te cuenten. Y lo otro es que yo tenía un compromiso personal con Praga, porque yo hice mi tesis de grado, para graduarme de periodista, sobre los cambios ocurridos en Checoslovaquia entre los años 1989 y 1994. Entonces para hacer la tesis tuve que estudiar mucho sobre la historia de la República Checa, desde sus inicios hasta el año 94. Entonces también tenía muchas ganas de conocer la ciudad, de ver cómo era la gente, de pasearme, de sentir Praga. Fue realmente algo muy emocionante”.
¿Y cómo se te ocurrió hacer tu tesis sobre Praga estando tú en Santiago de Chile, allá tan lejos?
“Sí, es raro. La verdad es que fue en parte porque teníamos un profesor guía que es polaco. Él nos hacía también clases de periodismo internacional. Y siempre nos decía que en Chile, en realidad, recibíamos todas las noticias que venían desde la entonces Checoslovaquia demasiado lejanas y muchas veces no lográbamos entender ni dimensionar lo que realmente pasaba. Para mí era algo sumamente desconocido y por lo mismo era también muy atractivo. Viendo lo que pasaba no lo podía contextualizar en mi entorno bien. Lo veía todo muy lejano y me sentía muy curiosa, tenía una atracción especial por ver qué pasaba. Por qué, por ejemplo, se dio la Revolución de Terciopelo, el Divorcio de Terciopelo, frente por ejemplo a cambios que ocurrían en otros países con bastante violencia, como el caso Yugoslavo”.
¿En qué año hiciste esta tesis?
“El año 94.Y recién el 2008 pude venir a Praga”.
Fue una larga espera.
“Sí, una larga espera, sí, fue impresionante, siempre tuve ganas de visitar Praga y nunca podía por a, b, c razones, así que haber estado allá fue como pagar una deuda pendiente que tenía”.
¿Te defraudó la ciudad?
“No, para nada, al contrario, me encantó. Y también de alguna forma creo que me reafirmó algunas hipótesis que yo tenía de mi tesis sobre lo importante que es para la cultura checa el lenguaje, la cerveza, y cómo eso va creando relaciones que te hacen actuar de una determinada manera y no de otra, a nivel micro, pero también a nivel macro, cuando ya hablamos de los cambios políticos y sociales”.
Según tengo entendido, hiciste tu tesis basándote en textos del diario El Mercurio de Santiago, ¿no?
“Sí, nosotras (la hice con una amiga, por eso hablo de nostras) hicimos la tesis basandonos en un medio informativo chileno, que es el diario El Mercurio, una revista quincenal chilena, una revista quincenal de EE.UU. y una quincenal polaca. Y claro, uno de los elementos más fuertes sin duda fue lo de El Mercurio, porque al ser un diario tenía la mayor cantidad de noticias”.
No sé si tú sabrás pero acá en radio Praga trabajamos con un colega que era el corresponsal de El Mercurio en aquella época.
“¿Freddy Valverde?”.
El mismo.
(Risas) “No lo puedo creer. Es que me acuerdo mucho... Me encantaría mandarle un saludo porque, de hecho, me acuerdo del nombre porque eran además una de las pocas crónicas que se firmaban. Yo hice la tesis el año 94, no había internet, o no tan masificado como hoy en día, entonces me tocó ir a la Biblioteca Nacional y sacar diario por diario, que eran millones, y al final ya ni siquiera buscaba por las noticias sino por el nombre, Freddy Valverde, para saber donde estaban las que venían de la ex Checoslovaquia”.
¿Y ahora pudiste venir recién a Praga de vacaciones, unos pocos días?
“Sí, estuve poco, como dos, tres días, de vacaciones. La verdad estaba cerca, estaba en Viena, y dije, bueno, ahora o nunca, es la oportunidad, lo tengo que hacer, fue una decisión muy repentina, de un día para otro, y creo que voy a volver, porque me faltó tiempo”.
¿No te molestó un poco ver a tantos turistas en Praga, haciendo lo mismo que tú?
“Sí, la verdad que sí. Bueno, no sé si me molestó, pero de repente me paraba en la plaza cerca del reloj y pensaba cómo sería esta ciudad sin tantos turistas, sin tanta gente, y cómo era en la época en que hice la tesis. Trataba como de abstraerme un poco del turismo porque, claro, se entiende que es una ciudad súper turística, súper efervescente, pero yo cuando fui era demasiado el turismo, demasiado. Y eso distorsiona un poco la visión que uno puede tener del lugar que visita”.
¿Y cómo crees que sería Praga sin turistas?
“Una ciudad mágica, más mágica aún”.