“El hombre es el animal más peligroso de la selva amazónica”
En la selva amazónica habitan algunos de los animales más feroces y letales del mundo, como el jaguar y el puma, o las pirañas, anacondas y hasta hormigas, arañas y abejas asesinas, sin contar a los desagradables mosquitos. Aún así, el matrimonio checo formado por Jan y Radana Dungel, que viaja todos los años hacia esa zona para dibujar y fotografiar su flora y fauna, asegura al unísono: “El animal más peligroso de la selva es el hombre”.
La selva amazónica, con sus seis millones de kilómetros cuadrados, se conserva virgen e inexpugnable en gran parte de su extensión. Su flora y fauna todavía deparan sorpresas y muchos científicos y exploradores se adentran en sus entrañas para investigar y dar a conocer sus innumerables secretos.
El pintor checo Jan Dungel es uno de ellos. Hace casi dos décadas viaja todos los años. Además, allí en la selva conoció, hace cinco años, a su esposa, la fotógrafa Radana Dungelova. Ilustrar, fotografiar y difundir las maravillas de la Amazonía y ayudar en su preservación es la labor que realizan, comenta el pintor.
“Para hacer mi trabajo bien, profesionalmente, necesito conocer a los animales en su hábitat natural. Por eso, porque yo hago dibujos para libros y revistas y para textos de estudiantes, para hacerlo correctamente es absolutamente necesario tener una experiencia real con los animales. Por eso yo llamo mi trabajo encuentro con los animales”.
El Amazonas, además de ser el principal pulmón del planeta Tierra, es la casa de muchos animales, destaca Jan Dungel. “Los animales tienen su casa. Sin esa casa, que es la selva, los animales no pueden sobrevivir”.
Y sin esos viajes al lugar que realizan cada año al corazón de la selva, no podrían realizar su trabajo, agrega.
“En mi estudio quizás podría hacer mi trabajo de una manera más fácil, pero no se puede. Si no tienes la experiencia real nunca puedes hacer tu trabajo tan perfectamente, sin conocer a los animales directamente”.
Radana Dungelová es de la misma opinión que su marido. Y por eso se unió feliz a su causa: preservar la selva amazónica.
“Siempre intento acercarme a los animales, conocer donde viven, su estilo de vida, sus necesidades y la dependencia de su hábitat. Yo creo que una exposición como ésta no es solo para mostrar que hay algo bonito en la naturaleza, todos sabemos que los animales son bellos. Es importante dar a conocer que es necesario proteger el ambiente que esos animales necesitan para sobrevivir, para que esos animales no sean solo un cuento de hadas para las generaciones futuras”.
Radana Dungelová cree que ellos son parte de los últimos testigos de esa naturaleza salvaje que está amenazada. “Sin vivir la experiencia real de la pérdida del hábitat de esos animales yo creo que no hay tanto impacto en las personas. Por eso nosotros intentamos traer ese impacto, porque no es posible que todos viajen a la Amazonía, y tampoco todos querrían. Yo creo que podemos traer ese sentimiento y esa necesidad. Desde aquí de Europa podemos proteger ese medioambiente porque esos animales están ahí y dependen de ese hábitat”.
Ambos afirman que dentro de la fauna, lo más peligroso es un tipo de raya de agua dulce que se esconde en los pantanos y ataca por sorpresa. Las hormigas son también bastante desagradables, ya que atacan en masa. Y a los mosquitos ya se acostumbraron. Pero lo peor son los propios hombres, afirma Jan Dungel.
“Yo recuerdo que hemos sido atacados por los bandidos, por las guerillas. Mucho más peligroso que cualquier animal son los seres humanos, absolutamente”.
‘Colores de la Selva’ se titula la exposición de las pinturas y fotografías de los Dungel, que puede verse en el Instituto Cervantes de Praga hasta el 25 de septiembre. Un testimonio único sobre el colorido, enigmático y maravilloso mundo de la Amazonía, que es deber de todos los hombres preservar. Las futuras generaciones lo agradecerán.