“Maradona es un mito, es dios, es todo”
Ariel Arellano es un ex futbolista profesional de 33 años que ha pasado por equipos de Argentina, su país natal, Paraguay, Bolivia, México y Portugal. Ha jugado la Copa Libertadores y la Mercosur, entre otros importantes torneos, y fue seleccionado argentino sub-20. Ahora está radicado en Praga, donde espera seguir vinculado al fútbol, trayendo jóvenes promesas latinoamericanas a Europa.
No está claro si el máximo ídolo argentino seguirá al mando del combinado albiceleste, aunque Ariel defiende al Diego.
“Maradona es Maradona. En Argentina es un mito, es dios, es todo. A Maradona lo pueden juzgar, lo pueden criticar, y ya inclusive la gente está separando lo que es Diego como jugador y como entrenador, creo que como entrenador no lo quieren muchos argentinos. Argentina estaba muy bajo, necesitaba un golpe de moral, y creo que el Diego es capaz de generar ese fuerte ímpetu que necesitaba Argentina, que había perdido respeto a nivel mundial y al nombrarlo a Diego como entrenador empezó a retumbar mucho el nombre de selección argentina en otros países”.
Ariel se define como futbolista, aunque ya no juegue profesionalmente al fútbol. “Sí, soy futbolista desde hace mucho tiempo. He jugado en equipos profesionales conocidos, como River Plate, Olimpia de Paraguay, Blooming de Bolivia y algunos más. En la sub-20 argentina también. A Praga me trajo mi mujer, que es de acá. Jugar al fútbol me encantaría, pero ya tengo 33 años. Aunque todavía me siento joven y tengo años para jugar, pero no conozco a nadie. Espero poder conocer rápido a alguien”.Apenas llegado a Praga, Ariel fue a probarse a un equipo de la segunda división checa. Pero no fue aceptado. Él lo explica así.
“Sí, estuve, en el Viktoria Žížkov, pero según por los comentarios, parece que por mi edad no tienen interés. Obviamente es entendible porque hoy por hoy quieren jóvenes para poder hacer una buena campaña y poderlos transferir, ¿no? Tengo 33 años y no me siento viejo, me siento joven para jugar bastante tiempo, un par de años más, por lo menos. Además, no me he olvidado de los entrenamientos, salgo a correr, voy al gimnasio, me siento bien. Además, el fútbol no se olvida nunca, es para siempre. Creo que se nace jugador de fútbol, no se hace”.
Ariel siempre cuenta una anécdota de sus comienzos en el fútbol, cuando tenía 15 años y viajó de Mar del Plata a Buenos Aires, solo y casi sin dinero, para probarse en las divisiones inferiores del River Plate de sus amores.
“Yo nací en Mar del Plata y tenía que trasladarme a Buenos Aires, que son 400 y pico de kilómetros. Y todo lleva un gasto, pasaje en tren, estadía, todo. Y resulta que cuando llegué, las pruebas eran una semana después. Pero bueno, ya estaba allá y me tuve que quedar una semana. Era un pibe, pero con mucha ilusión, muchas ganas, era River, el equipo de mis sueños. Así que tuve la suerte de que la gente de la estación de trenes me ayudó, me trataron muy bien. Una de las personas que me ayudó con la comida me pidió que si llegaba a Primera División por favor le trajera una camiseta de River y así sucedió. Se cumplió se la pude traer y me saqué una foto con su hijo”.Entre 1999 y el año 2000, Ariel jugó en Olimpia de Paraguay, el Rey de Copas. Llegó a cubrir el hueco dejado por Roque Santa Cruz, que se fue al Bayern de Múnich. En Olimpia vivió uno de los momentos más tristes de su trayectoria. “El fútbol también se basa en suerte. Yo tuve la desgracia de que falleció mi madre, cuando estaba en Olimpia de Paraguay. Y tuve, como quien dice, que abandonar Olimpia, y no me arrepiento, lo volvería a hacer, para estar ese año y pico con ella, hasta que falleció. Después costó bastante volver a arrancar, traté de jugar en Europa pero el no ser comunitario te genera algunas trabas. Pero bueno, no me arrepiento de nada de lo que hice”.
Ariel lleva cerca de un mes en Praga y vino con un proyecto bajo el brazo: poder cumplir el sueño de muchos jugadores sudamericanos y ayudarlos a que den el salto a Europa.
“Me quiero dedicar al fútbol, si no puedo jugar, dedicarme a ver si puedo empezar a traer jugadores de Sudamérica a Europa, poderme relacionar con algún equipo que le interesen algunos jugadores de Sudamérica, pero jóvenes, 14, 15, 18 años, no profesionales, para que se vayan haciendo acá y tengan la posibilidad de crecer en Praga, en vez de que crezcan en Sudamérica, que es más difícil, por la situación económica, que crezcan acá. Pero bueno, todo lleva un proceso”.
Y mientras espera que sus proyectos se concreten, Ariel ya comenzó a jugar fútbol con amigos, con un grupo de latinoamericanos, españoles y checos que se reúnen semanalmente en una cancha de Praga.