En Loučeñ fue fundado el primer club de fútbol checo
En esta edición de Radioviajes les llevaremos a Loučeñ, a unos 55 kilómetros al noreste de Praga. Con la familia Thurn-Taxis, que hace cien años vivió en el palacio local, asistiremos a una sesión de espiritismo, conoceremos África, tocaremos el piano, leeremos poesía y jugaremos al fútbol. Y al final entraremos en un laberinto.
Nuestra visita al palacio de Loučeñ empieza en el comedor. Es la habitación más extensa del edificio lo cual revela que los propietarios eran probablemente amantes de buena cocina porque habitualmente en los palacios la sala más grande suele ser la de baile.
La mesa está cubierta con un juego histórico de porcelana y cristal, una copia fiel del servicio de boda que recibió la pareja principesca Alexander Thurn-Taxis y María von Hohenlohe al casarse en Venecia en 1875, según explica el administrador del palacio de Loučeñ, Jiří Senohrábek.
“Algunos muebles originales están sustituidos por réplicas lo cual aprovechamos al organizar programas educativos para escolares. Escenificamos, por ejemplo, un banquete de los tiempos antiguos. Los niños se pueden sentar en las sillas históricas, sus compañeros los atienden como camareros y nosotros controlamos si respetan las reglas de la etiqueta“.
La sala más original del palacio es la biblioteca, inspirada por las residencias románticas de Inglaterra. Funcionaba como un salón de reuniones de los caballeros. Cuando el príncipe Alexander se dirigía a la biblioteca anunciaba a los demás: “Estaré en el club inglés”.
Por su parte, las damas se reunían en el salón chino, decorado con motivos de Oriente. En la mesa redonda ubicada en el salón, la princesa María celebraba veladas espiritistas.
Los visitantes del palacio de Loučeñ tienen la posibilidad de probarlo también. Cada último sábado del mes, durante las visitas nocturnas del palacio, la guía se transforma en la princesa e invita a tres señoras a intentar con ella comunicarse con los espíritus.
El palacio de Loučeñ fue construido en el estilo barroco entre los años 1704 y 1713. Lo hicieron edificar los Wallenstein, luego perteneció a la estirpe de los Fürstenberg y desde 1809 estuvo en manos de los Thurn-Taxis.
La casa de los Thurn-Taxis era un prototipo renacentista de empresarios. Según una leyenda, a finales del siglo XV el emperador habsburgo convocó un concurso que consistía en transportar una carta imperial entre Madrid y Bruselas. Se dice que Thurn-Taxis fue el más rápido en llevar la misiva a su destinatario. Como premio recibió el cargo de Maestro de correos y un monopolio para el transporte de cartas y personas, cuenta Jiří Senohrábek.
“La palabra ‘taxi’ está derivada precisamente del nombre de los Thurn-Taxis. Cuando pasaba por un pueblo un coche de correos, la gente decía: Mira, viene el taxi. Y como el amarillo era el color de correos, los taxis originales también eran amarillos, costumbre que se mantiene en muchos países hasta hoy día”.
Los Thurn-Taxis que vivían en Loučeñ se especializaron en la industria azucarera. En el cercano pueblo de Dobrovice está en marcha hasta hoy día una fábrica de azúcar fundada por Karl Anselm Thurn-Taxis. Forma parte de un consorcio francés, pero los saquitos de azúcar fabricados aquí siguen portando las letras ‘TTD’, abreviatura que significa ‘Thurn y Taxis, Dobrovice’.
El último propietario de Loučeñ fue el príncipe Alexander Thurn-Taxis, coetáneo del primer presidente checoslovaco, Tomáš Garrigue Masaryk y un hombre muy interesante en muchos aspectos, según señala el administrador de Loučeñ, Jiří Senohrábek.
“Fue un gran viajero. Viajó a Canadá, Rusia, la India y sobre todo realizó dos expediciones a Somalia y Kenia, donde pasó más de dos meses. Se han conservado sus notas de estas expediciones africanas. Después de volver, el príncipe organizó en la región conferencias con proyección de diapositivas. Era el último logro de la técnica de entonces, así que estas charlas contaban siempre con una numerosa asistencia. En el archivo de la ciudad de Lysá nad Labem está guardada una transcripción mecanográfica de estas ponencias”.
Cuando el príncipe Alexander se dirigió por primera vez a África tenía más de 70 años. El motivo fue material. El noble no podía disponer libremente de sus propiedades porque su señorío estaba endeudado y el palacio se encontraba bajo administración forzosa. La rama principal de la estirpe, que residía en Ratisbona, en Alemania, le asignaba sólo una renta. La situación cambió en 1910 y el príncipe, ya entrado en años, pudo soltar la cuerda a su espíritu aventurero.
“Viajó en barco, saliendo de Inglaterra, a través de Gibraltar. En su diario se burla de los demás pasajeros que, a pesar de ser mucho más jóvenes que él, todos se marearon, mientras que él no sufrió ningún problema. Aunque ya entonces era posible aplicarse vacunas, él no lo hizo. En la sabana africana, cubierta de arbustos y hierbas espinosas, salía a cazar vestido con pantalón corto. Regresaba con espinas en las piernas, pero feliz. Para poder cazar tuvo que conseguir un permiso de las autoridades. La caza le encantaba, pero había dos animales africanos que nunca mataría: la jirafa y el elefante”.
Alexander Thurn-Taxis era asimismo un anfitrión muy hospitalario. Entre los invitados frecuentes al palacio de Loučeñ figuraba el célebre compositor checo Federico Smetana, que pasó los últimos nueve años de su vida en el cercano pueblo de Jabkenice. La hija del músico estuvo casada con el guardabosques del príncipe, Josef Schwarz, explica Jiří Senohrábek.
“Smetana se retiró de Praga al campo después de perder el oído y el puesto permanente de director de orquesta del Teatro Nacional. Al príncipe Alexander Thurn-Taxis, que le ofreció vivienda gratuita en la casa del guardabosques en Jabkenice, le dedicó un dueto para piano y violín titulado ‘De la tierra natal’. Smetana era un excelente pianista, el príncipe era violinista. A menudo tocaban juntos en la sala del palacio donde hoy los visitantes pueden sentarse a un piano del año 1901 y tocar también”.
En 1899 visitó Loučeñ el novelista estadounidense Mark Twain. El ingeniero František Křižík instaló en 1911 en el palacio la electricidad. De los caballos principescos cuidaba el jinete irlandés, Richard Fletcher, que ganó tres veces la carrera hípica la Gran Steeplechase de Pardubice. Y la hija del presidente Masaryk, Alice, recibió del príncipe un terreno para la construcción de un sanatorio para niños cerca de Loučeñ.
Por su parte, la princesa María, que tenía una vocación literaria, mantenía contactos estrechos con el poeta Rainer Maria Rilke. El escritor pasó en Loučeñ varias semanas y otros meses más en la residencia invernal de los Thurn-Taxis en Duino, Italia. Allí, en el palacio en una roca sobre el mar, compuso una de sus obras fundamentales, ‘Elegías de Duino’.
Concluiremos nuestra visita al palacio de Loučeñ en el parque que lo rodea. Allí los visitantes, grandes y pequeños, jóvenes y viejos, pueden disfrutar de una rareza sin igual en Europa: un ‘Labyrintárium’.
“Reconocemos que los laberintos no tienen una relación histórica con Loučeñ. La inspiración llegó de Inglaterra. El autor de los diez laberintos de Loučeñ es el arquitecto Adrien Fisher, quien se gana la vida diseñando y construyendo laberintos. Cada uno de nuestros laberintos es un original, tanto en cuanto a su tamaño, como al material utilizado”.
El más grande es el laberinto de tejos. A su lado se extiende un prado donde se produjo un acontecimiento con el cual Loučeñ se inscribió en las enciclopedias del deporte. En 1889 se disputó en este lugar el primer partido de fútbol en territorio checo, cuenta el administrador del palacio local, Jiří Senohrábek.
“Los hijos del príncipe estudiaron en universidades en Inglaterra, el único país europeo donde se jugaba al fútbol en la segunda mitad del siglo XIX. Y trajeron a Bohemia una oncena, compuesta por sus compañeros de estudios. El equipo opuesto estuvo integrado por familiares y sirvientes del palacio. Así que el deporte unió a distintos grupos sociales”.
Cuatro años más tarde, en 1893, fue fundado en el pueblo el primer club de fútbol en Bohemia, el FK Loučeñ.