Trofeos de caza, música y juguetes esperan al visitante en el palacio de Hořovice
La meta de nuestro actual viaje es la ciudad de Hořovice, con unos 7.000 habitantes. Se encuentra situada en medio de bosques y prados a unos 50 kilómetros al oeste de Praga, a mitad de camino hacia Pilsen. Para llegar al lugar saliendo de la capital, necesitamos algo más de media hora si viajamos por autopista.
”La historia del nuevo palacio de Hořovice comenzó a escribirse hace unos 300 años. Lo mandaron a construir los señores de Vrbno y Bruntál a principios del siglo XVIII, y la familia vivió en él durante seis generaciones. A mediados del siglo XIX compró el palacio el elector de Hesse, Federico Guillermo, príncipe de Hanau, y al finalizar la Segunda Guerra Mundial el inmueble fue confiscado y pasó a ser propiedad del Estado Checo”.
A unos 500 metros del nuevo palacio de Hořovice, situado sobre una inmensa roca, se encuentra otra mansión, a la que se le llama ‘viejo palacio’. Éste data de la Edad Media, del siglo XIII, y dio origen a la ciudad de Hořovice. En el siglo XVIII dejó de responder a las demandas de la nobleza para una vivienda cómoda y pasó a ser utilizado como depósito.
Los objetos en los interiores y el mobiliario del nuevo palacio de Hořovice recuerdan sobre todo a Federico Guillermo, príncipe de Hanau, y a su descendiente y último propietario de la residencia, el príncipe Heinrich de Schaumburg. Como cuenta Libor Knížek, a Federico Guillermo lo llevaron a Hořovice las vueltas casuales del destino, pero fue muy feliz allí.
”Federico Guillermo compró el palacio de Hořovice para su esposa, como una sede de verano. El emperador Francisco José de Habsburgo le confirió a la señora posteriormente el título de princesa de Hořovice. Cuando en 1866 Prusia fue derrotada en la guerra Austro-Prusiana, Federico Guillermo tuvo que huir y con su familia se exilió en el palacio de Hořovice”.
Federico Guillermo se quedó en Hořovice prácticamente hasta su muerte. Bajo su administración, la ciudad y el señorío local fueron floreciendo y el palacio fue sometido a una amplia modernización.El nuevo palacio tiene forma de “H”. La entrada principal está situada en el centro del inmueble. Del vestíbulo se pasa a una extensa antesala con escaleras por ambos lados, cuyo techo está decorado por una hermosa pintura al fresco de estilo rococó. Ésta homenajea la ciencia, el arte y la sabiduría, así como a los fundadores del palacio, los señores de Vrbno y Bruntál.
Nuestro guía, Libor Knížek, nos conduce primero a la antigua cocina del palacio en la planta baja donde, según promete, nos espera una agradable sorpresa.Habíamos esperado entrar a una antigua cocina donde podríamos degustar platos típicos que se servían en tiempos remotos, pero no hubo nada de eso. De la cocina no quedó nada, ni una sola cacerola.
En vez de sabrosos manjares nos rodeó una admirable colección de relojes, cuadros y cajas de música, que datan desde el siglo XVIII hasta el XX.
La muestra, instalada en el palacio de Hořovice, forma parte de las colecciones del Museo Checo de la Música, de Praga y, entre otros instrumentos incluye un hermoso Cajón Polífono de principios del siglo XX.Después de este intermezzo musical subimos al primer piso, donde visitamos los cuartos de estar, con mobiliario auténtico de la familia de Federico Guillermo, príncipe de Hanau, y de su descendiente, el príncipe Heinrich de Schaumburg. Da la sensación como si los propietarios hubieran abandonado su residencia hace recién un par de horas, lo que nos explica Libor Knížek.
“Tratamos de respetar al máximo la autenticidad del lugar, para que el visitante pueda hacerse una visión de cómo se vivía aquí en tiempos pasados. Los ciudadanos pueden ver muebles, objetos de uso cotidiano y vestuario de los antiguos propietarios, que no han sido restaurados y cuyo estado por eso no es perfecto. Por otro lado, el que las cosas estén usadas y a veces un poco sucias, testimonia su autenticidad y en ello radica su valor histórico”.
También entramos en los salones de hospedería, la biblioteca local con unos 4.000 títulos, así como en la pequeña capilla del palacio y el Salón de los Bailes, donde actualmente suelen celebrarse conciertos.
Algunos pasillos del palacio de Hořovice están decorados con armas y trofeos de caza.
El último propietario del inmueble, Heinrich de Schaumburg fue un gran aficionado a la caza y a los viajes, y recorrió gran parte del mundo, incluyendo África y América Latina, comenta Libor Knížek.”Se han conservado por ejemplo las visas que le fueron concedidas a Heinrich en sus viajes a Perú, Argentina, Paraguay, Uruguay y otros países de Latinoamérica”.
Uno de los cuartos fue transformado por Heinrich en un pequeño museo, dedicado a su hermano menor, Tassil. Éste fue piloto acrobático y en 1943 falleció trágicamente cuando sufrió un accidente con su avioneta durante una presentación pública.
En el cuarto se conserva el overol de piloto del príncipe Tassil, su casco, bufanda y lentes, un paracaídas, así como una réplica de la hélice de su avioneta. Las paredes están decoradas con fotos de avionetas y del fallecido príncipe.
Después de enterarnos del triste destino de Tassil, nos levantó el ánimo cuando nuestro guía, Libor Knížek, nos prometió llevarnos al mundo de los niños y los cuentos de hadas.
Y, efectivamente, de pronto nos hemos encontrado en medio de un sinnúmero de marionetas, muñecas, cuartos para muñecas, patines, miniaturas de animales, juegos de mesa, trencitos y caballos, de los más diversos tamaños y materiales.La muestra en el palacio de Hořovice incluye juguetes que fueron reunidos de castillos y palacios de toda Chequia. Éstos datan de entre el siglo XVII y comienzos del XX. Se trata de juguetes que habían pertenecido exclusivamente a niños de familias aristocráticas, según recalcó Libor Knížek.
”La exposición la hemos dividido en tres secciones. La primera abarca juegos y juguetes destinados a varones, como naipes, ruleta, soldados de plomo. Otro salón está lleno de muñecas y cuartos para muñecas y la última parte incluye juguetes móviles. Hay allí un modelo del ferrocarril Märklin, patines, un trineo del siglo XVIII, esquís, y una de las primeras antecesoras de la bicicleta actual”. Como afirma Libor Knížek, cuando el palacio de Hořovice lo visitan familias con niños pequeños, éstos insisten en llevarse algún juguete a casa. Y cuesta bastante convencerlos de que no pueden hacerlo.Pero también muchos padres quedan fascinados con el modelo del ferrocarril Märklin y las mamás admiran los cuartos para muñecas que hasta en el más mínimo detalle recuerdan un hogar real.
Nuestra visita al nuevo palacio de Hořovice la concluimos en el parque inglés, que tiene un área de casi siete hectáreas y encierra la mansión en la parte opuesta a la entrada principal.
Por el centro del parque conduce una alameda de tilo que llega hasta la llamada Puerta del Sol, de comienzos del siglo XVIII.
Ésta recibió su nombre por la decoración de la reja de la puerta con un inmenso sol.El parque del palacio de Hořovice enlaza directamente con la naturaleza abierta en sus alrededores, de la que lo separa la Puerta del Sol. Además del sol dorado en las rejas la adornan estatuas barrocas de Matyáš Bernard Braun, uno de los más destacados escultores del centro de Europa del siglo XVIII.
Fotos: Jana Šedá