Manu, el señor de las pulseras

Diseňando L-bands
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Tener una buena idea le puede pasar a cualquiera. Seleccionarla, mimarla, desarrollarla y aprovecharla al máximo hasta hacer de ella un medio de vida solo está al alcance de unos pocos. Es el caso del español Manuel y sus pulseras procedentes del espacio exterior.

Viviendo entre cajas
Desde su base en Praga, la empresa L-bands diseña y distribuye en Chequia, España, Portugal, Alemania, Turquía y hasta en México, pulseras de plástico de diversos diseños y colores que en su modo de funcionamiento recuerdan a las cintas que se utilizan en los festivales para marcar a los asistentes. Una nueva y original aportación al mundo de la moda que, contra lo que se podría pensar, no ha sido concebida por una multinacional de ropa ni, como asegura su página web, por una raza de alienígenas. En su origen se halla la creatividad y la apuesta personal de una sola persona: Manu. Aunque si es extraterrestre o no, eso ya es otra cuestión.

Manu
“Yo traté de alargar la vida de estudiante todo lo que pude, y cuando acabé la carrera hice el voluntariado europeo. Bueno, primero me fui a Inglaterra y estuve allí en una discoteca, retrasando el momento en el que me tenía que enfrentar con el sistema. Al final el sistema viene y, o te posicionas tú o te posiciona él. Y cuando estaba aquí en Praga se me ocurrió lo de las pulseras, y fue en el momento en el que se me había acabado el cuento, básicamente. Era apostarlo todo a todo o nada con las pulseras o buscarme un trabajo, algo que para mí suponía rendirse”.

Diseňando L-bands
Llevar adelante el proyecto no fue fácil. Manu tuvo que buscar la ayuda de varios socios, viajar a China para planear los primeros prototipos con la fábrica, solucionar los problemas de calidad que iban apareciendo, diseñar el expositor y los soportes de cartón para las pulseras. Un proceso de más de dos años hasta que se produjeron las primeras ventas y que ha convertido el apartamento de Manu en Praga en un laberinto de cajas de cartón llenas de pulseras de colores.

El mundo ya ha vivido diversas fiebres de pulseras, desde los chinitos de la suerte hasta las elaboradas por Nike, y las pulseras L-bands de Manu podrían llevar el mismo camino. Según nos cuenta Manu, la idea se fue gestando en varias fases.

Arturo y Edu socios de L-bands en el stand del Festival Murcia 2009
“La primera vez que fui a un festival y me pusieron una pulsera de esas ya me sorprendió la sencillez. El hecho de que gracias a un sistema así puedes hacer varias tallas. Luego más tarde me dejé una puesta de un festival, una amarilla, me acuerdo, y estaba en el tranvía y me di cuenta de que se veía. De hecho vi una chica que se giró y la miró. Llaman la atención, por los colorines. Mi principal innovación es que se pueden volver a abrir después de cerrar. Y luego hemos mejorado también los materiales para que resista más, porque las de los conciertos se abren, porque están hechas para durar cuatro días como mucho”.

Para Manu, se trata del desenlace de una historia que comenzó mucho tiempo atrás, cuando de niño comenzó a buscar algo nuevo con lo que sorprender al mundo.

L-bands
“Esa idea la he estado buscando desde que era un niño. Desde que empecé a fumar porros ya se disparó, entonces empecé a tener muchísimas ideas, buenas, malas, y las apuntaba todas en papeles y las iba dejando en una caja, hasta que la caja ya es enorme, llena de papeles. Lo bueno es que de toda esa trayectoria había aprendido a identificar cuando una idea merece la pena o no. Y entonces la vi clara. Era la idea que mejor encajaba de todas las que jamás se me habían ocurrido. Y dije: a por ella”.

Ahora, con un negocio estable y en crecimiento, llega la hora de pensar en nuevos proyectos. Manu prepara un nuevo modelo de pulsera, más cómodo y ecológico, y en sus planes de futuro se dibuja la creación de un colectivo artístico capaz de llevar sus obras a la calle, a un público amplio, con precios asequibles. A pesar de ser publicista de formación, o precisamente por eso, uno de sus objetivos será robar espacio a la publicidad.

“Si funciona y da beneficios, una parte sería para alquilar los espacios publicitarios de las ciudades y en vez de poner publicidad, poner arte. Así a secas, fotografía, pintura... Comiéndole el terreno a la publicidad. En las paradas de autobuses, en los laterales de los edificios. Para que el niño de cinco años que va por la calle con su madre de repente se encuentre por primera vez con una pintura de Kandinsky de 20 metros y eso le marque”.

Encontrarán más información sobre el proyecto de Manu en www.l-bands.com.