Parlamento rechaza moción de censura contra el Gobierno
El Gobierno tripartito, encabezado por el primer ministro Petr Nečas, sobrevivió la moción de censura propuesta por el opositor Partido Socialdemócrata. Pero no todo está ganado, dentro de nueve semanas el Ejecutivo presentará a la Cámara Baja su plan de reformas y pedirá un voto de confianza.
“Me alegra que los diputados de los partidos de la coalición gubernamental actuaran en bloque. Durante sus intervenciones respaldaron el proceso gubernamental de reformas, esto quiere decir que el funcionamiento del Gobierno está vinculado con la realización de las reformas”, subrayó el primer ministro.
Durante siete horas los diputados opositores lanzaron una serie de acusaciones contra el Ejecutivo, pero el resultado de la votación se conocía por adelantado. El oficialismo tiene a su favor 114 escaños, de un total de 200, en la Cámara de diputados, por lo que la oposición no podía triunfar, al menos en esta oportunidad.
A sabiendas de lo que ocurriría, el líder del opositor Partido Socialdemócrata, Bohuslav Sobotka, está convencido de que la convocatoria de la moción de censura fue necesaria.“La socialdemocracia no logró su objetivo, la Cámara Baja no aprobó nuestra moción de censura contra el Gobierno de Petr Nečas. No obstante, me siento satisfecho, porque para nosotros es fundamental informar sobre el peligro que representa para la sociedad el plan de reformas trazado por el Gobierno”, indicó el líder opositor.
El pulso entre la oposición y el oficialismo ha sacado a la luz la fragilidad del Gobierno, porque en caso de que alguna de las formaciones de la coalición no esté de acuerdo con algo específico de las reformas el Gabinete caería en picada.Petr Nečas dispone de nueve semanas, hasta el voto de confianza, para limar asperezas en la coalición gubernamental. El mayor problema lo sigue representando el Partido Asuntos Públicos (VV) que además de enfrentar una lucha intestina, por acusaciones de corrupción y posterior deserción de tres diputados, se ha convertido en el fiel de la balanza a la hora de las decisiones que toma el oficialismo, lo que le convierte en un permanente foco de tensión e inestabilidad.