Orígenes del Clementinum, primer museo checo
El Clementinum, hoy sede de la Biblioteca Nacional, es el segundo recinto histórico checo más extenso tras el Castillo de Praga. Se conoce también por sus edificaciones emblemáticas como la torre astronómica, la sala de lectura barroca o la capilla de los espejos. Fueron los jesuitas quienes dieron el impulso original de su construcción y durante un periodo de casi 170 años edificaron aquí el mayor y más antiguo seminario jesuita en el territorio checo.
“El Clementinum se construyó en el lugar donde se hallaba un antiguo monasterio de la orden de los dominicos de San Clemente, que dio nombre a su sucesor. Se trató de un importante monasterio, ya que en la Edad Media se celebraban aquí los sínodos episcopales e incluso las asambleas generales. Cuando se constituyó la Universidad Carolina, su fundador, Carlos IV, promocionó el nivel de enseñanza que se impartía en el monasterio. Es decir que aquí siempre se encontraba un centro importante de la sabiduría medieval”.
Los jesuitas llegaron al Reino de Bohemia tras la invitación del rey Fernando I de Habsburgo. Fue en el año 1555 cuando Pedro Canisio, uno de los colaboradores más eficaces de San Ignacio, fundador de la orden jesuita, acudió a Praga.
En la capital del Reino estuvo buscando un lugar apropiado para la construcción de un seminario jesuita. Encontró varios sitios convenientes, no obstante, la decisión final cayó en una localidad estratégica próxima al Puente de Carlos. Petra Oulíková explica otro punto fuerte del seminario.
“Su importancia constaba también en su posición geográfica. El Puente de Carlos, que se encuentra en las proximidades del Clementinum, servía en aquel entonces de único lazo de unión entre la Ciudad Vieja y el Barrio Pequeño hacia el Castillo de Praga. Así que el recinto del Clementinum se encontraba en el original Camino Real”.
Durante las guerras husitas en 1420 el monasterio, al ser sede de la Santa Inquisición, fue destruido. Los dominicos no consiguieron levantarse de las cenizas. En 1534 se fundó la orden de los jesuitas con el propósito de afrontar la profunda crisis del catolicismo y restituir la autoridad de la Iglesia.Los jesuitas, a parte de su actividad misionera, se centraron en el desarrollo de la enseñanza, del arte y de las ciencias. Rápidamente cobraron importancia en toda Europa. Cuando llegaron en 1556 a Praga, para instalarse en el antiguo monasterio dominico, trajeron un fondo para su futura biblioteca.
Se trataba de libros provenientes de un monasterio clausurado en Alemania, que fueron una donación de parte del rey Fernando I de Habsburgo. La universidad, que los jesuitas dirigían en el Clementinum, fue considerada como un contrapeso a la protestante Universidad Carolina.
En 1618 los jesuitas fueron expulsados de Praga por los reformadores de la Iglesia. No obstante, volvieron relativamente pronto en 1620, tras la Batalla de la Montaña Blanca, que cambió la historia de los Países Checos para los próximos 300 años.Entre los cambios que se produjeron en aquel tiempo fue la anulación de la libertad religiosa instaurada en 1609 por la patente real de Rodolfo II. En este momento empezó un proceso sistemático de recatolización. En el marco de este proceso los jesuitas fueron encargados de dirigir la Universidad Carolina.
Más tarte la Universidad jesuita de Fernando y la Universidad Carolina se asociaron en una, la de Carlos y Fernando. En el año 1622 el Clementinum acoge la biblioteca del seminario Carolino que será la base de la futura Biblioteca Nacional, fundada en 1781.
El auge en la edificación del recinto se produce en la segunda mitad del siglo XVII. El extenso recinto del Clementinum incluía aulas, auditorios, una sala de matemáticas o una sala de música. La biblioteca con su sala de lectura figuraba entre las más grandes de su época. En el recinto funcionaba además una imprenta, una de las más importantes en los Países Checos.
Y no hay que olvidar los espacios de culto, las iglesias de San Salvador, de San Clemente, la Capilla Italiana de la Asunción de Nuestra Señora, la Capilla de los espejos o la Capilla de San Juan Nepomuceno.
Con la edificación del Clementinum están relacionados numerosos nombres de arquitectos y artistas. Entre los arquitectos hay que destacar a Carlo y Francesco Lurango o a František Maxmilián Kañka. Entre los artistas barrocos resaltan los escultores Kilián Ignác Dientzenhofer o Matyáš Bernard Braun o el pintor Petr Brandl.
En 1722 se construyó el edificio más alto del Clementinum, la Torre Astronómica. El mismo año se abrieron las puertas del primer museo público en los Países Checos, el Museo de Matemáticas que, a parte de su actividad coleccionista, tuvo a cargo la enseñanza de matemáticas y de astronomía en la universidad.La torre astronómica fue probablemente aprovechada por el Museo para sus fines educativos, comenta Petra Oulíková.
“Parece que fue solo un Museo de Matemáticas pero, en realidad, se trataba de una colección que continuaba con la antigua tradición de los llamados gabinetes de curiosidades. Dicha colección no contenía únicamente instrumentos de matemáticas sino también objetos utilizados durante la enseñanza de física y química, y también distintas curiosidades, o sea, objetos que los jesuitas traían de sus misiones en el extranjero. En la colección se encontraban tanto curiosidades de América como del Oriente. Además contenía diversos objetos artísticos y utensilios que servían para la enseñanza de ciencias naturales en la Universidad de Carlos y Fernando. Ya que sus Facultades de Teología y de Letras tenían sede en el Clementinum”.
En el Museo de Matemáticas ejercían su actividad varios personajes de importancia. Por ejemplo su segundo gerente, Jan Klein. La historiadora Oulíková comenta a qué se dedicaba este inventor.“Era constructor de relojes astronómicos, de diferentes tipos de relojes de mesa y de una serie de objetos curiosos. Se ha conservado una tortuga que funciona a cuerda y que sabe arrastrarse por el suelo. Klein fue también constructor de globos terrestres, es decir un personaje sumamente importante para el Museo de Matemáticas donde pasó treinta años”.
Jan Klein ejercía su actividad científica también en el observatorio astronómico del Clementinum. Fue aún en tiempos en los que el Sistema Solar de Copérnico no estaba reconocido oficialmente. Los científicos jesuitas, en lo que se refiere a las ciencias naturales, tenían una posición especial, ya que a veces entraban en contradicción con los dogmas ideológicos cristianos.
Klein construyó un reloj astronómico según el Sistema Heliocéntrico de Copérnico y otro, para no contradecir a la ideología reinante, según el Sistema Geocéntrico de Tycho Brahe. Petra Oulíková sostiene que Klein participó en la creación de varios frescos alegóricos.
“Creo que él podría ser autor de los famosos frescos que se encuentran en la Sala Vieja de Matemáticas y en la Sala Nueva de Matemáticas. Se trata de una alegoría de las ciencias naturales y del arte. Está claro que alquien tuvo que idear los frescos, decirle al pintor qué era lo que tenía que poner. Se trata de unas representaciones simbólicas, los personajes en los frescos sujetan distintos objetos que se utilizaban durante los experimentos de física”.Los jesuitas del Clementinum no se dedicaban exclusivamente a las ciencias naturales. Entre ellos destacaron también teólogos e historiadores. Uno de ellos, un importante filósofo y teólogo fundamentó sus teorías en los experimentos de física que él mismo realizaba.
“Se trata del destacado filósofo y teólogo español Rodrigo Arriaga que vino a Praga para dar clases. En aquel entonces se decía: ‘Ver Praga y oír a Arriaga’. Fue un importante filósofo barroco que escribió sus obras clave en Praga. También efectuó varios experimentos de física. Se dice que fue en la iglesia de San Salvador, que forma parte del recinto del Clementinum, y que tiene una cúpula a la que se puede subir. Arriaga tiraba desde allí bolas y otros objetos para medir la gravitación. Es decir aprovechaba incluso la iglesia para sus experimentos. No podemos dejar de mencionar a Bohuslav Balbín que vivió y trabajó aquí y que está enterrado en la cripta de la iglesia de San Salvador”.Bohuslav Balbín fue el jesuita checo más famoso de la orden. Principalmente destacaron sus trabajos históricos y etnográficos. Fue uno de los pocos checos invitados a cooperar en la creación de una antología de leyendas, que los jesuitas publicaban en Amberes. Balbín fue encargado de redactar leyendas sobre algunos santos checos, principalmente la leyenda de San Juan Nepomuceno.
Como se ha dicho el Clementinum siempre ha sido un núcleo de cultura y sabiduría. Y como tal tenía que estar un poco por encima de las ideologías. Eso atestigua de sobra el hecho de que en la imprenta jesuita se publicó uno de los trabajos del protestante Juan Amos Comenio, titulado ‘Puerta abierta a las lenguas’.