Una casa-galería mexicana en Praga
La artista Claudia Rodríguez abandonó su México natal para instalarse en la capital checa. Desde aquí gestiona la Galería 904, una casa-galería destinada a promocionar el arte de artistas latinoamericanos y checos por igual, sin cerrar la puerta a los de otras nacionalidades.
Para esta artista multidisciplinaria, abandonar su tierra hace más de tres años fue difícil, pero asegura que valió la pena venir a Praga.
“Yo llegué a República Checa porque buscaba irme de México de alguna forma. Ya estaba cansada de la inseguridad. De repente me empecé a volver como muy paranoica. No me gustan los terremotos, no me gusta la basura. No me gusta tener que pasar horas en el tráfico. Entonces decidí irme de México y venirme a Europa a buscar lo que yo quería hacer, que era algo que estuviera más relacionado con el arte”.
Claudia Rodríguez dice ser una artista autodidacta. Fue por ello que eligió Praga para continuar aprendiendo.
“Vine a Praga porque me ofrecieron un empleo como directora de arte aquí, entonces pensé que era una buena idea porque podía seguir haciendo lo mismo que estaba haciendo antes sin necesidad de tener que empezar a tocar puertas de cero. Y pensé que podía aprender muchas cosas y poco a poco, tal vez, poder introducirme como yo quería en el mundo del arte. Porque al final ese era uno de mis objetivos”.La artista confiesa que sus inicios en la capital checa fueron muy duros.
“Cuando llegué aquí yo pensaba que iba a seguir el mismo ritmo de vida que en México. Pero ya aquí me asuste mucho porque mi primer fin de semana en Praga no tenía nada que hacer. Llegué y no conocía a nadie. No tenía con quien salir a tomar un café, con quien salir a pasear. O a quien hablarle para contarle mis penas. También me di cuenta de lo importante que es tener una rutina de la cual yo siempre repelé. Siempre dije que no quería tener una vida que fuese siempre la misma. Pero después descubrí que eso es lo que te mantiene de alguna forma añorando hacer algo más. Para mi era necesaria una rutina para poder romperla. Si no tenía nada que romper era todo como muy aburrido, no tenía nada que hacer”.
Incluso regresó durante unos meses a su país, para cargar pilas y volver con más fuerzas y ganas a la República Checa.“Como te decía yo necesitaba hacer muchas cosas para mantener mi mente ocupada porque yo sí sentí mucho la ausencia de mi familia, de mis amigos, de mis rutinas. Entonces yo necesitaba construirme una nueva rutina, conseguir nuevos amigos, proponerme un nuevo ideal. Porque mi ideal siempre fue emigrar de México, pero cuando lo alcancé ya no supe qué otro ideal tener. Entonces tuve que reconstruir de alguna forma mis memorias, para poder recordar qué era lo que yo quería hacer. No me tardé mucho. Los primeros seis meses fueron de caos, después regresé a México y más tarde empecé a construir algo”.
Por problemas de espacio, Claudia se vio obligada a cambiar de apartamento en Praga. Fue entonces cuando fundó la Galería 904.
“Todo fue gracias a que me cambié de casa. Yo vivo con una chica de Brasil. Encontramos un departamento con suficiente espacio. Con dos cuartos, una terraza, una sala. Muy bonito y muy barato, ubicado en el centro de Praga. Cuando pasé mi primera noche allí me pareció enorme. Porque es muy grande. Las paredes son muy altas y todo es muy blanco. Tiene mucha luz. Pero me dije a mí misma que no tenía nada que poner allí. Así que en ese momento fue cuando tuve la idea de hacer una casa-galería en mi casa”.
Pero la idea no surgió de la nada. Todo vino gracias a otras experiencias que tuvo con otras casas galerías.“Fue como la mejor experiencia de toda mi vida. Una casa galería es la casa en donde un artista vive y expone sus propias obras. Este te invita a que las veas pero les da un formato de galería. Es decir, tú puedes ver las obras expuestas y nadie te interrumpe. La diferencia que existe con las demás galerías o museos, es que en este caso aparentemente tú solo vas a conocer la obra y de alguna manera conoces también la vida del artista. Es como tu pequeña isla de arte. No vas a tener a 50 estudiantes allí viendo lo que está expuesto. Es como muy tuyo, muy íntimo. Es una relación más íntima entre el artista y el espectador”.
En estos momentos Claudia trabaja como directora de arte y gestiona intercambios entre la cultura mexicana y checa.
“La verdad es que cuando llegué yo esperaba quedarme tres meses, un mes, una semana y se convirtieron en tres años. Y realmente cada vez me quejo menos. Bueno nunca me quejé mucho. Me quejaba de por qué me había ido, pero nunca me quejé en realidad de los checos. Sí, me quejo de que no puedo hablar con ellos, pero eso es mi problema, no es el suyo. Y la verdad no me molesta. Yo sí soy feliz aquí en el sentido de que he encontrado un espacio para hacer las cosas que quería, en donde me siento libre de hacerlas. Donde no siento que tengo que estar compitiendo con nadie. Donde puedo hacer algo que sé que a alguien le va a llamar la atención. Pero para mí es importante con que a una persona le llame la atención. O que a alguien le haga clic lo que yo hago. O lo que alguien más hace que yo pueda mostrar”.Sobre los checos opina que pueden llegar a ser muy amables si los llegas a conocer bien.
“Mucha gente dice que los checos pueden ser un poco secos y rudos. Yo sí he visto checos muy rudos con extranjeros. Pero la verdad es que yo no he tenido ninguna mala experiencia con ningún checo. Al contrario, yo todas las personas que conozco son muy amables. Son personas que de alguna forma les puedes sacar una sonrisita. Y si tú tratas un poquito de hablar checo, aunque no sea mucho, a ellos les alegras un poco más la vida que si no lo intentas. Entonces, yo la verdad es que pienso que son como otra cultura más, con sus cosas buenas y cosas malas. Pero yo considero que son personas sencillas, o sea, que no hay mucha complicación en ellas”.
Y de República Checa dice que es un país que está lleno de oportunidades y que el idioma checo forma parte de su encanto.
“De alguna forma es un país que está creciendo y tiene muchas oportunidades. Me encanta que puedes hablar muchos idiomas en todos lados pero sin que uno pierda su identidad. O sea, sigue siendo República Checa. Sigue costándonos trabajo su idioma. Y a mí me gusta eso. Yo de verdad no quiero que República Checa se convierta en un país que solamente hable inglés porque hay muchos extranjeros que no pueden aprender su idioma. Yo sí espero que en un futuro nos obliguen a hablar más checo. Sé que tal vez va a ser diferente pero tienen su barrera y a mí eso me gusta, porque nunca van a perder su identidad”.Claudia Rodríguez organizó a fines del año pasado la exposición Nostalgias de México y está preparando una nueva en su mágica casa-galería de Praga.