El día que Checoslovaquia levantó la Copa Davis
La final de la Copa Davis ganada en Praga por Tomáš Berdych y Radek Štěpánek, ha traído a la memoria el anterior triunfo del país, el que en 1980 consiguió la Checoslovaquia liderada por un jovencísimo pero letal Ivan Lendl. Todos los jugadores que integraban aquel mítico equipo en el que se unía el pasado y futuro del tenis checo del momento, se reunieron en Praga para recordar aquellos intensos días de hace 32 años.
El hecho de disputarse en Praga, al igual que aquella mítica final contra Italia de hace 32 años, y la presencia de los cuatro jugadores (de los cuales tres residen fuera de la República Checa) hacía que no se dejara de recordar aquel enfrentamiento, y se soñara con sumar una segunda Davis al palmarés del país.
En 1980, la final se jugó desde el 5 al 7 de diciembre. Checoslovaquia accedió a su segunda final de Copa Davis de su historia tras derrotar con mucho esfuerzo en Buenos Aires a la Argentina de José Luis Clerc y Guillermo Vilas sobre tierra batida.Jan Kodeš, el tenista de referencia en Checoslovaquia en los 70, ganador de Wimbledon y Roland Garros en dos ocasiones, en 1980 era, al final de su carrera, el jugador número cuatro del equipo. En Praga recordó la semana pasada junto a sus compañeros aquellos tres días de gloria, que comenzaron sin embargo de la peor manera posible.
“Recuerdo como la noche antes de la final me llama Helena, la mujer de Šmíd, y me dice: ‘Tomáš está vomitando ¿Qué vamos a hacer? ¡Qué desastre!’ Yo empecé a sudar, por supuesto. No sabía quién tendría que jugar. Pero Tomáš, con la ayuda de la doctora, que le dio todo lo que necesitaba, se recuperó prácticamente de un día para otro. Pero ni calentó casi y comía solo patatas cocidas y cosas así. Luego, el partido lo iba perdiendo 2-0 y consiguió darle la vuelta, porque Tomáš ha sido siempre un luchador”.
En eso recuerda a Radek Štěpánek, dijo Kodeš dos días antes precisamente de que Štěpánek le diera la razón con un memorable partido contra Nicolás Almagro que supuso la segunda Davis para Chequia.Efectivamente, Tomáš Šmíd iba perdiendo contra Adriano Panatta 0-2 y tenía unos dolores de barriga enormes por su intoxicación con un pescado en mal estado que tomó para cenar.
No es de extrañar que no sean buenos todos los recuerdos de Šmíd de aquel fin de semana.
“Yo tengo recuerdos encontrados de aquella final, sobre todo del primer día porque me encontraba muy mal y parecía que no iba a jugar, pero luego jugué y gané. Además ganamos la copa ya con el dobles que jugamos Ivan y yo. Recuerdo el enorme peso que nos quitamos de encima. También recuerdo como nos perseguían las chicas después”.Šmíd ganó a Panatta los últimos tres set por 6-3, 6-4 y 6-4. Ese mismo día, el joven Ivan Lendl venció con gran autoridad en cuatro sets a Corrado Barazzutti por 4-6, 6-1, 6-1 y 6-2.
Al día siguiente, con mayores dificultades, la pareja Lendl y Šmíd se hizo ya con la ensaladera sin que hiciera falta esperar al domingo tras vencer en cinco sets a Paolo Bertolucci y Adriano Panatta por 3-6, 6-3, 3-6, 6-3 y 6-4.Al final había resultado más sencillo que las semifinales contra Argentina, piensa Kodeš, que insiste sobre lo bien que jugó Lendl aquellos partidos en Buenos Aires sobre polvo de ladrillo.
Ivan Lendl ha sido el mejor tenista que dio Checoslovaquia al mundo, y es de hecho uno de los mejores que ha habido historia. En 1980 tenía solo 20 años y mientras en la pista ya era el que mandaba, en el vestuario no dejaba de ser el benjamín, dice Kodeš.
“Estaba todo el tiempo tomando Coca-Cola y su madre se lo prohibía. Le dijo al entrenador, Pavel Korda, que no le dejara beberla porque le ponía nervioso, y nosotros hacíamos muchas bromas con eso. Yo, como miembro mayor del equipo (tengo 10 años más que Tomáš y 14 más que Ivan) mi posición en el equipo era muy agradable en mis últimos años de carrera, compartiendo con los chicos mi experiencia. Junto con el entrenador Korda y el capitán Bolardt lo dimos todo para que el equipo ganara, pero quienes ganaron los partidos fueron ellos, que lo hicieron de maravilla”. Al igual que en la final de este año, entonces se habló mucho de la superficie elegida por los anfitriones, rápida, que ya entonces favorecía el juego de los checos, sigue Kodeš.“En Praga la superficie era rápida, lo que nos ayudó contra Italia. Pero la superficie no gana los partidos. Lo que decide son las actuaciones de los jugadores”.
Además, como dice Lendl, la superficie no la eligieron, solo había una, y en esa había que jugar.
Más de tres décadas después de aquel triunfo se habla mucho de los jugadores que la ganaron, pero no del capitán, Antonín Bolardt, fallecido en 2009. La impresión que daba era la de un funcionario del régimen comunista al que se privilegió con ese cargo, pero a los jugadores sin embargo les dejó un recuerdo positivo.Pavel Složil destaca que era alguien que sabía transmitirle tranquilidad antes de los partidos. Jan Kodeš también valora lo que desde su posición hizo para el equipo.
“Antonín Bolardt accedió al cargo después de que su antecesor le diera un ataque al corazón. Eran los tiempos de la Normalización y como país comunista, el tenis salió perjudicado. Era un tenista amateur, no un jugador que nos pudiera dar grandes consejos sobre estrategia, pero nos daba tranquilidad. Estaba bien, como capitán fue importante en aquellos tiempos para que pudiéramos tomar parte durante todo el año en los torneos, porque desde 1968 los tenistas no podíamos pasar del rango de semiprofesionales, lo que nos traía muchísimos problemas para poder enfrentarnos a los profesionales”.
‘Un viaje a la gloria desde detrás del Telón de Acero’
Mucho ha cambiado el tenis desde hace treinta años. Más aún para los jugadores de un país comunista, dice Jan Kodeš, que precisamente acaba de publicar un libro de memorias en inglés, lleno de fotografías de toda su carrera, titulado ‘Un viaje a la gloria desde detrás del Telón de Acero’.“Los tiempos actuales son completamente distintos en que entonces casi no se ponía tenis por televisión. Sobre todo echaban la Copa Davis, pero no los torneos de Grand Slam. Ahora la gente es más aficionada porque pueden seguir los partidos de Berdych y Štěpánek por todo el mundo. Cada día hay tenis y al final se sienten interesados incluso quienes no lo siguen. Mi final en Roland Garros contra Ilie Nastase no la podían poner, aunque en su país, en Rumanía, sí que la dieron en directo. La primera final mía que pusieron fue la de Wimbledon contra Alex Metreveli, que como era soviético, entonces sí se podía. Luego, cuando Ivan Lendl jugaba el Masters en Nueva York, también eran todo problemas”.
Pavel Složil recuerda la extraordinaria presión que suponía entonces cada partido jugado en el extranjero.“Cualquier victoria para tu país en aquellos días era muy importante porque solo unos pocos podían viajar a Occidente. Solo cuatro o cinco jugadores tenían pasaporte. Era muy importante estar en un equipo de tenis, uno de Copa Davis o de Copa Federación, para poder viajar. Así que en cada partido teníamos un montón de presión, la notábamos. Y cuando ganábamos, sentíamos una gran alegría”.
Si para los jugadores era muy difícil viajar. Para los aficionados era sencillamente imposible.
“El público antes era solo el del equipo local, y ese era el ambiente. Cuando jugamos en Argentina, la gente de la embajada fueron los únicos que vinieron a apoyarnos… o a controlarnos, como dice Lendl. Hoy los seguidores pueden viajar por todo el mundo y apoyar a su equipo donde sea, que es una ventaja”.Ivan Lendl recuerda otras particularidades de la época, que no tienen que ver en este caso con el comunismo.
“Pensando en los árbitros, detesto decir nombres de ciudades o países, pero en aquella época había lugares donde eran muy mayores y necesitaban ayuda para cantar las líneas”.
Dentro de treinta años, seguramente se escriba mucho también sobre la final de la Copa Davis de 2012 y todos quieran entrevistar a Tomáš Berdych, Radek Štěpánek, Lukáš Rosol e Ivo Minář, para que rememoren el segundo hito que han marcado en la historia del tenis checo de equipo. Pero esperemos más bien que no pasen otros 32 años antes volver a levantar la Copa Davis.