La sinagoga moruna de Nová Cerekev resurge de sus cenizas
La sinagoga de Nová Cerekev, la única de Europa construida en estilo moruno, ha vuelto a ser abierta al público después de una intensa restauración. El templo permaneció en un estado lamentable durante la segunda mitad del siglo XX hasta que el tesón de la maestra local consiguió recaudar fondos para reconstruirla.
Reparada por primera vez en 1905 y por última en 1933, la sinagoga de Nová Cerekev vio torcerse su destino con la ocupación nazi del país y el traslado de la población judía local a los campos de exterminio. Tras la guerra solo volvió a la ciudad una familia, y el templo quedó desocupado y sin fieles que lo mantuvieran. El régimen comunista, como en el caso de otros edificios religiosos, asumió la propiedad de la sinagoga y la utilizó de almacén, primero de patatas y luego de escobas.
Aunque en los años 60 se le dotó de un nuevo tejado, con lo que se evitó su derrumbamiento, el templo no dejó de malograrse hasta convertirse en una triste ruina. En la misma situación de deterioro se encontraba el cementerio judío local.La salvación no llegó hasta el año 2000, cuando la comunidad judía de Praga asumió la propiedad del patrimonio histórico judío de Nová Cerekev. Una maestra del pueblo, ahora retirada, Libuše Hodíková, y su marido, se dedicaron al proyecto de coordinar y reunir fondos para la restauración. En primer lugar se acondicionó el cementerio, y más tarde, hace cinco años, se hizo evidente la necesidad de devolver a la sinagoga su antiguo esplendor, detalla la señora Hodíková.
“Es la única sinagoga de Europa Central de su tipo. Es el orgullo de toda Europa y muchos de nosotros ni siquiera saben lo que tenemos aquí en Nová Cerekev. Es arquitectura asirio-babilónica, estilo pseudomoruno, nada que ver con nada europeo. A veces vienen aquí israelíes, e incluso ellos dicen que no tienen nada parecido”.Unas obras de este tipo requerían un presupuesto mucho más serio, que al final ha resultado ser de casi un millón de euros, por lo que Libuše Hodíková se dedicó a escribir a todas las instituciones que pudieran estar interesadas para recaudar los recursos suficientes. Con el tiempo llegaron los primeros resultados, continúa.
“El primer dinero vino del extranjero, y también del presidente de la República, del Ministerio de Cultura y de la comunidad judía de Praga. Con eso hicimos las ventanas, el aislamiento y las canalizaciones de desagüe, porque estaba todo siempre mojado, y el revestimiento e incluso las imágenes se desprendían de las paredes, luego también la instalación eléctrica y parte del suelo. También reconstruimos el tejado, y con eso se nos acabó el dinero”.
La aportación definitiva vino gracias al programa de Revitalización del Patrimonio Judío, que se inició en 2010, y de cuyos fondos se obtuvieron 370.000 euros.
Pintada incluso con los colores originales
El edificio, formado por un solo pabellón y amplias galerías, tiene 20 metros de alto y 30 de largo, con lo que destaca sobre las casas de lo que fuera el barrio judío del municipio. Tras las obras de restauración, concluidas la semana pasada, la sinagoga luce completamente nueva, aunque respetando en la medida de lo posible su forma original.
El resultado es impresionante si se tiene en cuenta el estado en el que se encontraba el templo, asegura el encargado de la última fase de la restauración, Tomáš Franta.“Básicamente llegamos a una construcción en la que ya no quedaba apenas revestimiento, y cuando lo tenía estaba cubierto de musgo o de excrementos de palomas. La primera sensación era que se trataba de un edificio descuidado y consumido, que había sufrido el maltrato de varios regímenes, y que nosotros éramos los que teníamos que devolver la dignidad al monumento, darle vida, despertarlo y reconstruirlo”.
Franta también se encargó de buscar por el edificio los fragmentos de la antigua lámpara de araña que iluminaba los interiores. A partir de ellos se ha podido construir una réplica de la original. Del mismo modo la restauración también es fiel desde el punto de vista cromático, prosigue Franta.
“Los colores son según cómo estaba pintado el edificio originalmente. Hicimos un análisis de la pintura en el laboratorio y descubrimos que la sinagoga tenía estos tonos: ocre, amarillo y rojo”.
La renovación de la sinagoga de Nová Cerekev constituye así no solo un hito arquitectónico y una interesante aportación al patrimonio arquitectónico de la zona, sino también es un homenaje a la desaparecida comunidad judía de Nová Cerekev y en general un mensaje al mundo, como explica el vicepresidente de la Asociación de Comunidades Judías de la República Checa, Jiří Daníček.
“Es el mejor recuerdo de lo que los judíos vivieron durante siglos, y de que fueron parte de la historia de la República Checa y de Europa. Esto puede darle a la gente un poco de coraje para ser ella misma. Los judíos no vivían en condiciones favorables, pero sin embargo nunca quisieron dejar de ser judíos”.El templo seguirá sin ser lugar de culto pero podrá ser visitado como monumento y servir de museo o escenario de actividades culturales.