Las siete vidas de Joseph Wechsberg
En ‘Buscando un Pájaro Azul’ el autor checoslovaco Joseph Wechsberg contó todas sus peripecias durante el periodo de entreguerras, que pasó básicamente viajando por Europa con la sola compañía de su violín y su ingenio. Pero fue escritor, periodista, abogado, político, militar, analista, gourmet, enólogo… Automática Editorial ha lanzado al mercado español esta fascinante obra de un autor caído en el olvido incluso en su propio país de origen, que abandonó al sentir de cerca la amenaza nazi.
Puede que la condición un tanto apátrida de Joseph Wechsberg, un judío checoslovaco nacido durante el Imperio Austrohúngaro, exiliado en Estados Unidos y más tarde residente en Viena, también haya ayudado a que finalmente ningún país lo reclame como propio.
La joven editorial española Automática vio claramente la grandeza de esta obra desde que cayó en manos de su director, Darío Ochoa, según cuenta a Radio Praga.
“Nos parecía un libro muy positivo que nos permite asomarnos a esa época fugaz de los años 20 en la que Europa venía una de una crisis terrible, pero en la que eclosionó una cierta esperanza. Cómo vivió el personaje de Joseph todo ese periplo. Salió de Checoslovaquia con un violín bajo el brazo dispuesto a comerse el mundo y acabó convirtiéndose en un escritor y articulista reconocido en los Estados Unidos, previo paso por los grandes transatlánticos, la Viena de la ópera... Es una historia un tanto rocambolesca de un hombre que se hace a sí mismo en una época que de repente desapareció. Esa esperanza de los años veinte quedó completamente obliterada por la Segunda Guerra Mundial”.
Joseph Wechsberg nació en Ostrava en 1907. Perdió a su padre en la Primera Guerra Mundial, y cuando tenía ocho años empezó a tocar el violín. Estudió derecho en Praga, comercio en Viena, y música tanto en Viena como en la Sorbona de París. Tras una corta actividad como abogado, decide embarcarse en la banda de música de un transatlántico. Después toca en locales nocturnos de París, pero nunca deja de viajar. Tanto, que el traductor del libro al español, Enrique Maldonado, reconoce haber sentido hasta envidia.
“Lo disfruté bastante por tener que conocer aquella época. El traductor tiene que saber todo lo que pueda de la época del libro y tiene que hacer una labor de investigación. Para mí, conocer esa época de entreguerras, que ha quedado un poco sepultada entre los dos conflictos bélicos, fue un gustazo: la vida de la bohemia parisina, europea, una cierta globalización, por decirlo de alguna manera, los inicios de la multiculturalidad. Wechsberg la verdad que era un señor muy ilustrado. Los conocimientos que tiene de música clásica, de escenografía, historia… nos supera a la inmensa mayoría de nosotros que vivimos en este mundo de Internet, en el que el conocimiento está tan cerca, pero a la vez está tan condensado, que se nos aleja y se nos escapa un poco”.
Wechsberg hizo realmente de todo, y parece que tuvo especial predilección por ocupaciones nocturnas. Aparte de la vida bohemia de músico, también fue asistente de un crupier en Niza, o por ejemplo le pagaban por aplaudir en la ópera, cuenta Darío Ochoa.
“Uno de los capítulos que más me gustan es el que habla de la Viena de la ópera y de la claque, que es ahora algo muy exótico pero que en su momento era muy conocido. De hecho en el chotis existió y se le llegó a denominar “claca”. Se trata de personajes que en la ópera se dedicaban a aplaudir en el momento propicio para que la actuación fuera un éxito. Habitualmente estaban a las órdenes de alguien que les daba órdenes de cuándo aplaudir y cuándo no, pero eran entendidos en música pero que no se podían permitir ir a la ópera y lo hacían a través de la claque y se llevaban un dinero. Los propios cantantes, los propios artistas, entregaban un dinero a la claque para asegurarse que aplaudían bien. Pero había varios grupos que competían entre sí y muchas veces intentaban sabotearse los unos a los otros, y todo esto sucedía entre bambalinas sin que el público lo supiera”.
Más tarde se dedicó al periodismo. Vuelve a Praga como reportero del diario Tagblatt. Durante años escribió para varios diarios alemanes de Checoslovaquia. Se dice que al llegar a Estados Unidos, al hojear por primera vez el diario The New Yorker, decidió que escribiría allí algún día. Que por entonces solo chapurreara cuatro palabras de inglés no le pareció ningún obstáculo. Años después, sus artículos de política, viajes o gastronomía en The New Yorker, en el que escribió durante tres décadas, fueron famosos, cuenta Darío Ochoa.
“En Estados Unidos en su momento sí que fue un articulista bastante célebre, conocido y querido porque hay una cierta bondad en todos sus artículos y en el propio libro. Es un libro muy positivo a pesar de que en la época en que la vive no es fácil. Su juventud transcurre en una Europa que se está reconstruyendo, que ya ha vivido la Gran Guerra. De hecho él termina por emigrar y vivir cómo puede a través de la música, de su violín. Pero a pesar de todo no retrata todo aquello como una época oscura, sino todo lo contrario, una época repleta de esperanza en la que uno, si es capaz de hacer algo, puede ganarse la vida con ello. El mensaje es ese y puede que hoy nos haga un poco de falta”.
Un libro escrito en su cuarta lengua
Se dice que Wechsberg siempre habló inglés con un fuerte acento alemán. Sin embargo con la escritura no tenía problema. De hecho ‘Buscando un Pájaro Azul’ fue escrito en inglés.
“Es un personaje muy polivalente. Este libro lo escribió en inglés, que seguramente sería su cuarta lengua, después del checo, el alemán y el francés, pero es un libro muy bello. No hace alardes lingüísticos, es una forma sencilla, pero es que precisamente habla de personajes sencillos, que son los que pueblan su vida, una vida casi trashumante. Eran músicos que se movían de un sitio a otro. Es una suerte de bohemia no tan glamurosa como la que se nos ha pintado muchas veces, pero sí muy rica en cuanto a la vida cultural y experiencias. Así que es un lenguaje que entronca muy bien con esos personajes, que son todos extranjeros. Unos son franceses, otros son españoles, otros son checos y todos ellos terminan reuniéndose en la propia búsqueda de uno mismo que los va llevando de país en país”.
Aunque la vida posterior de Wechsberg no deja de ser curiosa, el relato de ‘Buscando un Pájaro Azul’ sólo abarca el periodo de entreguerras. Para el autor estos años concluyeron de forma menos romántica de lo que habían comenzado. Ya que entre 1929 y 1930 había asistido a la escuela de oficiales, se vio comandando un batallón de ametralladoras en la frontera checo-polaca en 1938. Las cosas se ponían serias en Europa.
“El libro concluye justo antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando los movimientos nacionalsocialistas empezaban a recorrer Europa con cierto pavor de quienes lo contemplaban. Hay un capítulo en el que se hace eco de estos movimientos en Checoslovaquia y en el que habla de su corta carrera política, porque él también fue secretario de un político checoslovaco de la época, y habla precisamente de la irrupción del nacionalsocialismo como una corriente fuerte en aquellos años”.
Wechsberg en su libro olvida a propósito el nombre del político del que fue más cercano, pero hace un retrato de la escena política nacional previa a la ocupación nazi. El inicio de la guerra le sorprendió ya en Estados Unidos, donde había sido enviado por el Gobierno checoslovaco como secretario de una comisión parlamentaria para negociar la crisis de los Sudetes. Con su esposa Jo Ann Novak, decide pedir asilo y quedarse. Decisión acertada, como la historia demostró. En el campo de concentración de Auschwitz. En 1944 le dan la nacionalidad estadounidense.
Tres años para conseguir publicar ‘Buscando un Pájaro Azul’
Automática Editorial llevaba tres años intentando publicar ‘Buscando un Pájaro Azul’. De hecho querían que fuera el libro con el que estrenaran el sello, pero no pudieron hacerlo hasta esta primavera.
“Nos costó bastante porque justo entonces la heredera de los derechos acababa de fallecer, así que la titularidad pasaban a una sobrina del autor. Así que al final lo hemos sacado al final en nuestro tercer año de rodaje, pero con un cariño especial. Fue un libro que encontramos por casualidad y que leímos hace mucho tiempo en una edición inglesa muy antigua. También lo encontramos luego en español porque ya se había publicado en España hace muchos años, pero lo hemos traducido otra vez, por supuesto, porque las traducciones antiguas dejaban mucho que desear. Pero siempre lo volvemos a traducir para adaptarlos a los tiempos porque muchas traducciones antiguas resultan un tanto anquilosadas y no suenan tan naturales como una traducción contemporánea”.Aunque la pequeña editorial no se pone limitaciones, su director reconoce su debilidad por los autores eslavos y las literaturas del centro y el este europeo, así que habrá que estar al tanto de su catálogo.