El esplendor de las Tierras Checas bajo el reinado de Carlos IV
Durante el reinado del rey y emperador romano-germánico Carlos IV las Tierras Checas experimentaron un auge económico y cultural. El 14 de mayo se conmemoran 700 años del nacimiento de este soberano, considerado por los checos el personaje más grande de la historia del país. En el espacio 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente' les daremos a conocer sus méritos, que impulsaron el florecimiento de las Tierras Checas.
El Padre de la Patria, un soberano erudito y uno de los emperadores más ambiciosos de la Edad Media. Estos son algunos de los atributos del rey Carlos IV, cuyo reinado dejó una profunda huella en la historia checa. Los símbolos de la capital checa como el Puente de Carlos, la Catedral de San Vito o la Universidad Carolina son frutos de su esfuerzo por elevar la importancia de las Tierras Checas en el contexto europeo.
Una infancia desafortunada
Hijo del rey Juan de Luxemburgo y de Isabel de Bohemia, nació el 14 de mayo de 1316, probablemente en la Casa de la Campana de Piedra (Dům U Kamenného zvonu), situada en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga.
El aristócrata llegó al mundo en un momento difícil, cuando su tierra natal se veía azotada por una guerra tras otra. La desventura marcó también su infancia. Con sólo tres años de edad fue internado por su padre en el sótano del castillo de Loket, donde permaneció encerrado durante seis meses sin apenas ver la luz de día. Su encarcelamiento fue causado por una paranoia de su padre, que acusó a su esposa de planear la declaración de su hijo como rey y gobernar en su nombre.El futuro soberano checo más respetado vivió aislado del mundo en los castillos de Loket y Křivoklát hasta los siete años de edad. Entonces su infancia tomó un rumbo más feliz. Fue enviado a la corte francesa para aprender modales aristocráticos, según indicó para la Radiodifusión Checa el historiador Václav Žůrek.
“La enseñanza de los varones estaba vinculada con una idea caballeresca. Los jóvenes aristócratas tenían que aprender a manejar las armas y los modales de la Corte. La Corte francesa era entonces la más resplandeciente del Viejo Continente. Hay quienes sostienen que Carlos IV aprendió sus excelentes habilidades de gobierno de su padre Juan de Luxemburgo. No es cierto, pero es obvio que fue él quien mandó a Carlos a Italia para que cuidara de un señorío. Tras la vuelta a Chequia le permitió tomar parte en la agenda relacionada con la administración de las Tierras Checas, en lo que Carlos se vio interesado. Esto le resultó conveniente al independizarse ”.Regreso a un reino destrozado
Cuando Carlos IV regresó en 1333 a las Tierras Checas, se encontró con una imagen desastrosa. Tras el reinado de su padre, que había gastado enormes cantidades en campañas militares, decenas de edificios y castillos acabaron arruinados o empeñados. La recuperación de estos bienes marcó el principio de su esfuerzo por devolver a las Tierras Checas su esplendor.
Tras la muerte de su padre en la Batalla de Crécy en 1347, Carlos IV ascendió al trono checo. Ocho años después fue coronado en Roma emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, un suceso de una importancia inmensa para el futuro de las Tierras Checas, según indicó para la Radiodifusión Checa el historiador Petr Čornej.“Carlos IV fue un político excelente que no tenía parangón en la Baja Edad Media Tardía. Consideraba las Tierras Checas como la base del poder de su dinastía. Para el éxito de su linaje fue capaz de hacer todo. Se daba cuenta del poder y de la fuerza del territorio checo y moravo, y fundó un conjunto denominado los Países de la Corona Checa. Praga fue la sede de su imperio. Se puede decir que elevó las Tierras Checas a un alto nivel”.
El gran año 1348
Los Países de la Corona Checa se extendían desde la ciudad de Břeclav hasta Auschwitz, Lusacia, Brandenburgo y el Alto Palatinado, que llegaba hasta la ciudad alemana de Núremberg.
El momento más fructífero para el desarrollo cultural de la capital checa llegó en 1348. El creciente número de habitantes anhelosos de afincarse en la ciudad residencial del emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico impulsó a Carlos IV a ampliar la ciudad. En marzo puso la primera piedra de la Nueva Ciudad de Praga con el epicentro en la Plaza de Venceslao. Con más de 40.000 habitantes, Praga se convirtió en una de las ciudades más grandes de la zona hacia el norte de los Alpes. El objetivo de Carlos IV, que tenía mucho cariño a las Tierras Checas, fue elevarlas al nivel de los países más desarrollados de Europa.En abril de 1348 el rey fundó la Universidad de Praga, el primer centro educativo de Europa Central. Otro paso importante fue la fundación del Arzobispado de Praga, con el que se liberó del dominio alemán. No obstante, el esplendor de las Tierras Checas no fue exclusivamente mérito de Carlos IV, sino que se debió también a circunstancias históricas, prosigue Petr Čornej.
“Los países de Europa Occidental sufrían una crisis profunda. Estaban azotados por una epidemia de peste e inestabilidad económica. Comparadas con estos países, las Tierras Checas representaban un lugar feliz”.
Carlos IV era consciente de que para administrar eficientemente un país era importante mantener sus tradiciones. Por tanto, promulgó el culto de los santos Cirilo, Metodio y Venceslao. Las capillas consagradas al Patrono de las Tierras Checas se hallaban a lo largo de todo el Sacro Imperio Romano-Germánico.El rey recurría también a las estrategias políticas de sus antepasados premislitas Venceslao II y Otakar II de Bohemia. Sus habilidades diplomáticas y la política matrimonial, en la que él mismo participaba activamente, fortalecía el papel de las Tierras de la Corona Checa.
Carlos IV fue un hombre pragmático con una excelente capacidad de organización y un buen instinto para rodearse de gente capaz de ayudarle a cumplir sus metas. Pese a su afición a los torneos caballerescos, prefería solucionar los conflictos internacionales por la vía pacífica, lo que constribuyó significativamente a la estabilidad económica del país. Durante su reinado las Tierras de la Corona Checa no sufrieron la invasión de ningún enemigo.
Carlos IV era una persona devota que hacía hincapié en la protección de la religión cristiana, apunta el historiador Václav Žůrek.
“Intervino contra la secta de los Valdenses que se extendió en Bohemia del Sur, y persiguió la herejía. Cuando era joven y aún tenía energía, emprendía con su padre viajes al territorio de Lituania para luchar contra los prusianos paganos, aunque nunca llegó hasta el lugar. Se comprometió asimismo a participar en la cruzada contra Granada, pero al final tampoco realizó el viaje. No obstante, las grandes cruzadas, que fueron un sueño de la Europa de entonces, ni las planeó ni participó en ellas”.El rey destacó también por su afición a coleccionar reliquias de santos y objetos sagrados, cuyo valor fortalecía su soberanía y convirtió la capital checa en un lugar frecuentado por los peregrinos, que contribuían con importantes cantidades a la caja real. El rey insistió también en que la Iglesia invirtiera en la construcción de edificios eclesiásticos.
No obstante, no todas las decisiones de Carlos IV fueron populares como, por ejemplo, su actitud respecto a la comunidad judía. En 1349 otorgó a la ciudad de Núremberg el permiso para arrasar el barrio judío y fundar en el lugar una iglesia mariana. Tras este acontecimiento sucedió un pogromo que se cobró la vida de 560 judíos.
El padre de los checos, el padrastre de los alemanes
Carlos IV fue elegido en 2005 en una encuesta nacional como el personaje checo más importante de la historia nacional. Por sus venas corría también la sangre alemana de su padre. Este hecho ha dado lugar a debates sobre su verdadera identidad nacional. Según apuntó Václav Žúrek, este tipo de hipótesis no tiene mucho sentido en el contexto de la Europa medieval.
“Los historiadores pasaron mucho tiempo analizando su identidad. Si Carlos IV se identificaba con algo, era con su dinastía y con el hecho de ser checo o alemán. Hay que darse cuenta de lo que era la identidad nacional de aquellos tiempos. Nosotros tendemos a vincular la identidad medieval con la lengua checa, pero hay que tener en cuenta que en la corte del Sacro Imperio Romano al igual que en el resto de las Tierras Checas vivían también muchos alemanes”.De hecho, en el ambiente alemán Carlos IV no fue un personaje popular, lo que se debía a la emisión de la Bula de Oro, con la que otorgaba a los condes checos importantes competencias y que situó las Tierras Checas en un lugar privilegiado en el contexto del Sacro Imperio Romano-Germánico, prosigue Čornej.
“La Alemania de los siglos XIX y XX, que anhelaba unificarse, veía en este suceso histórico un obstáculo. Hasta mediados del siglo XX aparecían en Alemania voces críticas contra Carlos IV. Incluso se decía que fue el padre de los checos y el padrastro de los alemanes”, indicó Čornej.
Tras la muerte de Carlos IV se fue perdiendo el esplendor
A los 62 años de edad, Carlos IV sufrió una caída y se rompió el cuello del fémur. Durante el reposo en la cama cogió una pulmonía y falleció en 1378. De acuerdo con su deseo, fue enterrado en la Catedral de San Vito, donde por primera vez fue pronunciado su atributo, que sigue vigente hasta la actualidad, apunta Petr Čornej.
“El epíteto Padre de la Patria fue pronunciado por primera vez encima del ataúd de Carlos IV por Vojtěch Rañkův de Ježov, un intelectual olvidado que alcanzó a ser el rector de la universidad francesa de Sorbona”.Durante el reinado de los sucesores de Carlos IV las Tierras Checas fueron perdiendo su esplendor. Su destino fue marcado a lo largo de mucho tiempo por los desastres de las Guerras Husitas.
El aniversario de los 700 años del nacimiento de Carlos IV es acompañado en la República Checa de numerosos eventos conmemorativos, conferencias, exposiciones y visitas guiadas. El 14 mayo abre sus puertas en la Galería Nacional de Praga una exposición sobre los diferentes aspectos de su vida, que permanecerá abierta hasta el 25 de septiembre.