Toda la mordacidad de Fingesten llega a Madrid

Foto: el Centro Sefarad Israel de Madrid

Bebiendo del simbolismo, el cubismo, el expresionismo y el surrealismo, si algo puede describir la obra de Michel Fingesten es su variedad en formas y su coherencia temática: el sexo, la muerte y las debilidades humanas. Una nueva exposición lleva más de 250 obras de este dibujante y grabador checo a Madrid.

Foto: Centro Checo de Madrid
Personajes grotescos, en posiciones y actitudes antinaturales u obscenas, mujeres desnudas, falos antropomorfos, sexo explícito, ambientes oscuros y a menudo de pesadilla, y todo coronado de un sentido del humor mordaz y poco convencional. Este contraste de elementos es quizás la mejor definición de la obra del artista gráfico checo, Michel Fingesten, que llega ahora por primera vez a la capital española.

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 7 de abril en el Centro Sefarad Israel de Madrid, reúne hasta 250 piezas de este artista checo, en su mayoría dibujos, cuadros, grabados y ex libris, es decir, tarjetas que identificaban al propietario de un libro y que se solían usar hasta mediados del siglo XX.

La muestra recorre toda la carrera artística de Fingesten, desde sus primeras obras conservadas de 1913 hasta las piezas que elaboró en un campo de concentración en Italia en 1943, donde fue internado por su origen judío y donde encontraría la muerte.

Retratista de las debilidades humanas

Foto: public domain
Expresionismo, simbolismo, cubismo, surrealismo… No hay vanguardia o corriente de principios del siglo XX que no se refleje de alguna manera en sus obras. Aun así existe una línea conductora que permanece inalterable, explica uno de los comisarios de la muestra, Jan Placák.

“Desde el principio pasaba de un estilo a otro, incluso en el mismo periodo algunos trabajos son realizados bajo la influencia del cubismo, pero también del expresionismo. Sus trabajos más tempranos se hallan bajo la influencia del simbolismo. En sus obras se mezcla el humor con su visión del mundo, que a lo largo de su vida permaneció igual. En sus trabajos, incluso en los primeros, da rienda suelta su fantasía y comenta las cosas que percibía, o que sufría, en su época”.

La mirada de Fingesten es una mirada sucia, que se asoma a los recovecos más ocultos del ser humano para llevarlos al papel, o al linóleo, ridiculizándolos sin ningún tipo de piedad. En sus piezas abundan los órganos sexuales masculinos y femeninos, y una concepción de las pasiones sexuales como guía oculto del comportamiento humano con la que se adelantó a otros artistas, apunta Placák.

“No era normal en su época. También es uno de los primeros, sino el primero, en hacerse eco de las enseñanzas de Sigmund Freud en su obra gráfica. En 1915 creó dos ciclos gráficos, el primero, que se llamaba ‘Psychoanalytische Glossen’ está formado por sus comentarios a la obra de Freud, y en ellos lo mostraba de forma caricaturizada, incluyendo su famoso diván”.

Jan Placák,  foto: Centro Checo de Madrid
Este espíritu satírico y caricaturesco siguió animando sus pulsiones artísticas incluso en el campo de concentración italiano de Ferramonti di Tarsia. No era un campo de exterminio, y por tanto las condiciones de vida no eran tan duras y podía permitirse trabajar. Aun así con importantes carencias.

“Por supuesto cuando estaba internado no tenía a su disposición muchos materiales ni las posibilidades técnicas. De esta manera los fabulosos grabados en linóleo que hizo son muy sencillos. No tenía dinero para pinturas, ni para materiales. No tenía a su disposición láminas de metal donde grabar. Los grabados a veces no son ni en linóleo, sino monotipos o de técnica combinada que creó en todo aquello que tenía a mano. En cuanto a contenido es interesante que incluso en estas duras condiciones no perdió el sentido del humor, es más, se agudizó su autoironía y su visión del mundo”.

Borrado del mapa por los nazis

Michel Fingesten fue relativamente importante en vida. Asentado en Alemania y parte de la vida artística de este país, colaboró con el expresionista alemán Max Pechstein y con el artista Albrecht Genin, junto con el que elaboró un álbum dedicado a las tabernas alemanas. Trabajó en destacadas revistas del momento como Marsyas y Pan.

Centro Checo de Madrid
La llegada al poder de los nazis en 1933 lo cambiaría todo. Sus obras, que mostraban a un ser humano débil, víctima de su irracionalidad, era la antítesis de la visión del arte nacionalsocialista, épico y enfocado en la grandeza, la gloria y el destino. Los trabajos de Fingesten fueron tachados de arte decadente y vetados por el régimen.

“Quedó olvidado, porque después del año 1933 fue uno de los primeros en ser relegado. Era de origen judío y sus trabajos, por sus contenidos, provocaban a los representantes del III Reich. Fue uno de los primeros en desaparecer de los museos y galerías. Al mismo tiempo, a diferencia de sus colegas más famosos, que no eran de origen judío, no era tan apreciado porque se dedicaba sobre todo a las artes gráficas. En otros casos los nazis quitaban las obras de los museos pero luego las vendían a otros países y a coleccionistas de todo el mundo. En otros casos guardaban las obras, conscientes de su valor. Pero eso no pasaba con Fingesten”.

Foto: public domain
Finalmente Fingesten se trasladó a Milán en 1935, donde contaba con amigos y con intelectuales interesados en sus ex libris. Fueron precisamente estas pequeñas piezas por encargo las que hicieron que su nombre sobreviviera, señala Placák.

“Toda una serie de obras suyas fue destruida y realmente lo único que se conservó conscientemente fue gracias a los coleccionistas de ex libris, porque hizo muchos de ellos y los que los coleccionaban lo apreciaban mucho. Eran además pequeños trabajos, más fáciles de guardar y esconder que las láminas con obras gráficas”.

En Italia llegó a organizar exposiciones y a producir obras críticas con el régimen nazi. El estallido de la II Guerra Mundial supuso otro giro aciago en su destino. En 1939 intentó escapar a Estados Unidos, pero fracasó, en parte por no disponer de suficientes medios económicos. Aunque su hijo consiguió huir, Michel Fingesten fue internado en el campo de Ferramonti de Tarsia. Sobrevivió hasta la toma del lugar por el ejército británico, pero murió poco después, el 8 de octubre de 1943, debido a una infección.

Una vida de trotamundos

La biografía de Fingesten revela a una persona inquieta, ansiosa por viajar y por ver mundo. Nació en el seno de una familia judía en la Silesia checa en 1884, y gracias a su talento consiguió estudiar en 1900 en la Academia de Bellas Artes de Viena, donde realizó sus primeros trabajos para la prensa satírica.

Foto: public domain
Poco después se embarcó para Estados Unidos, y aunque se sabe que allí trabajó de ilustrador, no se ha conseguido localizar ninguna obra de este periodo. Pasó unos meses en Australia para luego volver a Europa en 1907, a Múnich, donde trabajó con el artista Franz Stuck. A continuación volvió a dejar Europa para viajar por Asia y el Pacífico. En 1911 lo encontramos de nuevo en Europa, esta vez en París.

De estos primeros 30 años de su vida se sabe apenas lo mencionado, sin documentación, sin obras que se conserven, y con los datos recogidos siempre por otras personas, indirectamente.

No fue hasta 1913 cuando Fingesten se asienta definitivamente, estableciéndose en Berlín y dedicándose de lleno a la creación artística, recabando un relativo gran éxito gracias a su originalidad.

Entre sus fuentes de inspiración también figuró España. Entre 1927 y 1928 viajó por este país y realizó numerosos dibujos, bocetos a acuarela y aguadas, que expuso con gran éxito tras su retorno a Alemania.

La exposición ha sido organizada por el Centro Checo de Madrid en colaboración con el Centro Sefarad Israel.

Autor: Carlos Ferrer
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