Todo el mundo en el festival de cine Un Mundo
El mundo y sus dramas, desde los de mayor resonancia global hasta los de carácter regional, se presentan exhaustivamente en formato de documentales en el transcurso de estos días en territorio checo. Se trata del festival de cine documental denominado Un Mundo. En esta ocasión, uno de los invitados especiales del evento, el académico venezolano Andrés Cañizález, conversó con Radio Praga sobre el valor del festival en la sociedad.
El festival cuenta con la competición por el Premio del Jurado Václav Havel, que otorga un galardón a aquella pieza documental que contribuya significativamente a la defensa de los Derechos Humanos. Por ello, su jurado se compone de representantes de ONGs, abogados de Derechos Humanos y analistas, es decir, perfiles menos de cineastas y más de activistas y analistas.
En la actual edición de Un Mundo se encuentra como miembro del Jurado Václav Havel, Andrés Cañizález, profesor e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Venezuela. Él nos cuenta cuál es, desde su punto de vista, el fin último de un festival de cine de esta índole.
"Creo que la idea de que haya un festival y que se muestren películas de muchos lugares y enfocadas, digamos, en el género documental y además como circunscritas a lo que son los Derechos Humanos creo que tiene por finalidad pues sensibilizar a la sociedad. No sé si el público que asista a una película va a salir movilizado para involucrarse en algún problema de los que vea en las películas, pero creo que el cine en general, como arte, apunta a sensibilizar".
El Premio del Jurado Václav Havel
En el festival Un Mundo es tan importante la forma en cómo se presentan las historias como estas mismas. Teniendo como punto de atención las historias y su potencial sensibilizador, se reúne el jurado Václav Havel ante las proyecciones, entre las cuales solo una pieza será elegida. Cañizález nos dice qué es lo que él como activista y defensor de los Derechos Humanos aspiraría a encontrar en la pieza galardonada."Colocándome yo también como espectador, yo espero de un documental, que cuente y que narre, digamos, problemáticas de Derechos Humanos, que también tenga historias, digamos, humanas que le ayuden al público en general, que creo que ese es el gran desafío, es lograr que muchos de los documentales trasciendan el ámbito de los activistas y que impacten al público, a la sociedad en general, creo que es muy importante el tema de que haya historias humanas detrás de lo que se está contando".
Cañizález agrega que los espectadores solo logran conectarse de manera más estrecha con las historias cuando logran identificar un rostro y una historia humana detrás de la problemática que se cuenta a nivel macro. Para los documentales en los que es más de apreciar el valor artístico de la cámara está el premio de la Competición Internacional que incluye el premio a Mejor Película y Mejor Director.
Piezas prometedoras
Entre las piezas que desde el título ya le llaman la atención a Cañizález destacan 'Persiguiendo asilo', que nos muestra a través de cámaras escondidas los centros de detención instalados por el gobierno australiano en el océano Pacífico para proteger sus costas de los desesperados por asilo; 'Punto de ebullición', que trata el tema de las manifestaciones públicas nacional-socialistas y de tendencia racista en la sociedad finlandesa; 'Perdido en el Líbano', documental en el que se entretejen cuatro historias de refugiados sirios en situación ilegal en el Líbano; y, por último, la pieza 'El padre, el hijo y el sagrado Yihad', que nos muestra un ejemplo de asimilación exitosa a través de la figura de Bassam Ayachi, un sirio que desde 1968 se integró armoniasamente a la sociedad francesa, y ahora, ante la situación actual de su país de origen, tanto él como su hijo, nacido y criado en Francia, enfrentan un conflicto de identidad.Un festival de carácter universal
En un mundo abrumado por la información gracias al internet y las redes sociales, pero a la vez con una honestidad cuestionable, el activista Andrés Cañizález reinvindica la transparencia del cine y su capacidad para atrapar al espectador y hacerlo cómplice de la historia, lo que otro medio no logra. Nos explica lo que él encuentra como parte de la magia del cine."Que nos puede hacer sentir como parte de la historia que se está viviendo allí, a diferencia de cuando puedo leer un informe de un organismo internacional sobre esa misma problemática y probablemente allí lo que voy a encontrar son cifras, documentos que tienen otro valor, no estoy diciendo que no sean valiosos. Solamente que el cine nos permite ser parte de esa historia y en esa medida yo creo que, como espectadores, nos permitiría acercarnos, conectarnos con esa realidad y en esa medida sensibilizarnos".
Este evento se trata quizá de una ocasión única para encontrarse con las más remotas regiones o algunas muy cercanas, pero cuyos dramas nos siguen siendo ajenos. He allí el carácter universal del cine y del mismo festival que, en palabras de Cañizález es una forma que tiene la República Checa de darle vida al pensamiento de quien considera como un modelo de los principios democráticos y de libertad, el ex presidente Václav Havel.
"Cuando uno piensa en la República Checa, desde muchos lugares en el mundo, piensa en Havel y en la universalidad de lo que fue el mensaje de Havel para quienes están luchando por la democracia y los Derechos Humanos en el mundo. Creo que el hecho de pensar que la República Checa tiene algo que decirle al mundo, cómo puede acoger al mundo se inspira de alguna manera en todo lo que fue la política de Havel, y a mí eso me parece fantástico, es decir, que un país pequeño como este asuma que tiene un papel que jugar en el mundo".Un Mundo cuenta con una tradición de casi 20 años y es obra de la Organización No Gubernamental Hombre en Emergencia. Esta ONG ha tenido como misión la lucha por los principios de la libertad, igualdad y solidaridad a nivel mundial y en congruencia con los mismos ha proyectado su trabajo en la organización de esta oportunidad audiovisual y cultural para la sociedad checa.
La muestra se inauguró el pasado 6 de marzo en Praga con el documental 'El buen cartero' que tiene como motivo a una aldea desértica en la frontera búlgaro-turca que hace de puerta de entrada a los refugiados. Mientras que algunos habitantes les temen a los refugiados, otros ven en ellos la posibilidad de rehabitar la aldea en decadencia y renovarla gracias a la incorporación de una nueva esperanza.
Después de 11 días de proyecciones en la capital el festival pasará a 32 ciudades más del territorio checo. La amplia selección incluye más de 100 documentales organizados en diversas categorías temáticas. La audiencia no solo puede asistir a las proyecciones sino también disfrutar de las discusiones y los debates con los productores, directores y activistas.El evento no podría ser universal sin ser inclusivo. Por ello cuenta con una sección de documentales para niños, cuyas historias no dejan de ser para nada menos serias que las de adultos y, además, está pensado para tener entre su público a ciegos, sordos y personas con dificultades de movilidad. De esta manera, el festival honra el título de esta edición: 'El arte de la colaboración'.