Paraíso Checo- región sagrada de los celtas

En el cerro de Trosky, en la región del Paraíso Checo, se alzan dos rocas de origen volcánico, rematadas por las torres Bába- vieja en español, y Panna- doncella, que fueron construídas en la Edad Media como parte de un castillo. El día del solsticio de verano se ve salir el sol en el espacio entre ambas rocas. Así podían contemplar la salida del Sol los celtas desde una cercana planicie. Los arqueólogos opinan que las rocas, en las que asienta el castillo medieval de Trosky, sirvieron a los celtas en la prehistoria como observatorio astronómico y santuario.

Trosky | Foto: Barbora Němcová,  Radio Prague International
Los celtas son los primeros pobladores del territorio checo que tienen un nombre. Los historiadores opinan que aquí residían varias tribus celtas, siendo la más numerosa la de los boyenses, cuyo nombre dio origen a Bohemia, palabra derivada de Boiohaemum, patria de los boyenses. El auge de la civilización celta en territorio checo tuvo lugar en el siglo segundo antes de nuestra era cuando vivían aquí entre 150 y 200 mil pobladores de esta etnia.

Los arqueólogos suponen que el cerro Trosky, con sus dos peñascos volcánicos, era utilizado por los celtas como observatorio astronómico y escenario de rituales. Al pie de la roca sobre la cual se yergue la torre Bába, los arqueólogos hallaron una gran cantidad de lujosa cerámica pintada y joyas de cristal y de ámbar.

Sin embargo, en los alrededores no hay vestigios de asentamientos, de necrópolis o de explotaciones agrícolas celtas. Los científicos avanzan la hipótesis de que la cerámica y los adornos hayan sido utilizados por los sacerdotes celtas-los druidas- en sus rituales.

A la vista del cerro de Trosky se halla una extensa planicie de 180 hectáreas que estaba rodeada en la época celta por vallas y empalizadas. En el lugar no se han encontrado huellas de asentamiento alguno. Sólo fragmentos de cerámica y restos de madera de las empalizadas. Hay muchos indicios de que desde allí los celtas realizaban las observaciones del Sol.

En una decena de lugares de la Región del Paraíso Checo, los arqueólogos hallaron solamente cerámica lujosa y joyas de la época celta. Por ejemplo, al pie del peñasco Sokolka encontraron gran cantidad de fragmentos cerámicos. Todo parece indicar que los druidas tiraban desde la cima del peñasco vasijas con ofrendas a las divinidades y sus fragmentos han sido encontrados por los arqueólogos al pie de la roca.

Con la mayor sorpresa se toparon los arqueólogos en una cueva cerca del castillo de Kost, en el valle de Plakánek. Durante las excavaciones presenciaron por casualidad un fenómeno insólito:

El castillo de Kost,  foto: Wikimedia Commons / PD
El 21 de marzo y el 23 de septiembre, es decir los días del equinoccio, los rayos solares penetran en horas de la tarde en el interior de la cueva y durante unos minutos iluminan la punta de una piedra de 1 metro de altura. Este fenómeno no se repite ningún otro día del año.

Desde la cueva una especie de canal conduce a la superficie. Se ofrece la hipótesis de que através de dicho canal los sacerdotes celtas dejaban salir señales de humo anunciando que se producía el equinoccio.

Tras constatar la ausencia de asentamientos, de necrópolis y de huellas de explotación agrícola de la época celta, los arqueólogos checos se han planteado la siguiente interrogante:? Para qué servía a estos pobladores prehistóricos el pintoresco paisaje del Paraíso Checo con sus formaciones rocosas, angostos barrancos, conos de volcanes extintos y tupidos robledos y pinares?

Los cronistas de la Antigüedad indicaban en sus tratados que los celtas utilizaban las florestas difícilmente accesibles y agrestes como bosques sagrados.En ese ambiente, cargado de misterio, celebraban los juicios, las asambleas de los caudillos y las meditaciones. Los celtas consideraban que un bosque sagrado era un territorio reservado a los seres sobrenaturales donde podían entrar sólo los iniciados. Los asentamientos y necrópolis habrían sido una profanación.

Dada la ausencia de asentamientos, los arqueólogos se preguntan si el Paraíso Checo, lleno de bosques, no hubiera sido una región sagrada de los celtas. Para afirmarlo tajantemente necesitan, sin embargo, reunir todavía más pruebas.