Presidentes de la República Checa y Austria dialogaron sobre el pasado y el futuro común
El nuevo presidente austríaco, Heinz Fischer, visitó Praga para tratar con políticos checos sobre las relaciones entre Praga y Viena y también sobre temas que hasta cierto punto pesan sobre ellos. Se trata, sobre todo, de la época de posguerra y de la planta nuclear checa de Temelín.
Al referirse a la planta electronuclear checa de Temelín, contra la que protestan los ecologistas austríacos, Heinz Fischer destacó que cada país tiene el derecho de definir su política energética.
"Simultáneamente, hay que proteger a los ciudadanos propios y también a los de otros países. Es necesario observar las normas internacionales y cumplir todas las normas de seguridad".
Los dos políticos coincidieron en que el pasado no tiene que perjudicar las relaciones mutuas. Sin embargo, Heinz Fischer destacó que Viena espera de Praga declaraciones más concretas en lo referente a los Decretos de Benes, que posibilitaron la transferencia de alemanes y austríacos de Checoslovaquia después de la Segunda Guerra Mundial. "Ciertas palabras o gestos de buena voluntad tendrían un efecto muy positivo", declaró Fischer.No obstante, el presidente checo, Václav Klaus, considera el pasado como un capítulo cerrado definitivamente. "El pasado es imposible cambiarlo, pero lo que sí podemos hacer es esforzarnos para que los errores cometidos no se repitan", subrayó Klaus. Insistió en que el pasado no tiene que influir sobre las buenas relaciones entre Praga y Viena.
Durante las conversaciones con el primer ministro checo, Stanislav Gross, el presidente austríaco tuvo que defender las medidas adoptadas por Viena para proteger su mercado laboral ante la afluencia de mano de obra procedente de los nuevos países de la Unión Europea. Gross exhortó a Austria para que elimine las barreras después de que pase el período transitorio de dos años.