Quema de "woodoos" en la Noche de San Juan en Praga

Joan Guillen

Quemando "woodoos" en una hoguera cubierta con una carpa que tenía cara de diablo festejaron los jóvenes catalanes del Instituto del Teatro de Barcelona este martes en Praga la Noche de San Juan.

El guión de la fiesta callejera, celebrada en el marco de la Cuadrienal de Escenografía y Arquitectura Teatral de Praga 2003 en el Área de Exposiciones de la capital checa, estaba en manos del escenógrafo Joan Guillen y sus alumnos.

"En toda Europa o en casi todas las partes del mundo se celebra la fiesta del solsticio de verano, el fuego tiene una gran importancia. Yo no conozco si en la República Checa se celebra así pero en todo lo que era la Europa rural se celebra. El sol tiene una gran importancia. San Juan significa el paso ya del verano hacia el invierno. Todas las culturas lo han utilizado a su manera, la religión de una manera y las sociedades paganas también de otra", nos contó Joan Guillen.

Hay sociedades que dan al fuego un valor de purificación y otras que quieren espantar así a los fantasmas, nos explicó Joan Guillen.

"Nosotros evidentemente ya no creemos en estas historias pero nos vale cualquier excusa para montarnos una fiesta. Pues, hemos inventado dos demonios, uno que está contento y uno que está triste, dos expresiones, para que cada cual pueda entrar por la que le dé la gana, el que quiera purificar, pues purifica ... Como teníamos que hacer un juego creamos un talles de woodoos para que la gente se purifique y queme aquí todo lo que no le gusta, desde el presidente de EE. UU. a un novio que nos ha dejado o la suegra que no me gusta, lo que sea, es un juego divertido, sirve para que los alumnos de escenografía se relacionen entre ellos, se expresen ... A ahora vamos a quemar unos woodoos que no tienen nada de magia, creo, porque hay uno allá en primer término que es woodoo que han hecho con la cara del que les está hablando, que es el profesor, espero que no sea cierto para que no caiga de infarto cuando quemen esa máscara".

Joan Guillen no se cayó de infarto cuando las llamas empezaron a comerse los woodoos sacrificados. Mónica, una de las alumnas que participaban, disfrazada de una diabla, nos reveló qué había quemado ella en la hoguera.

"En mi caso quemar las malas cosas, un poco como es el 31 de diciembre, ¿no? Lo que queremos hacer y con unas nuevas resoluciones".

Y como una buena fiesta de San Juan, ni la de Praga pudo realizarse sin la coca de Sant Joan, pastel catalán típico para esa ocasión, y la sangría. Pero lo más importante era pasárselo bien, jugando y divirtiéndose, según apuntó Joan Guillen: "Todos nosotros niños y todos nosotros indígenas".