La tradición y las nuevas tecnologías van de la mano
Las empresas checas se preparan intensamente para el ingreso del país en la Unión Europea. Una de las condiciones será ajustar el proceso de producción a las normas comunitarias. Los productores que no sean capaces de cumplir con los requisitos de la Unión Europea, se verán obligados a poner fin a sus actividades en 2003. Una de las empresas que no teme al futuro es Váhala y Cía., en Hustopece nad Becvou, Moravia del Norte, uno de los principales fabricantes de productos cárnicos del país. A través de la historia y el presente de la compañía, nos guiará uno de los copropietarios, Robert Váhala.
"Eran los años de la crisis mundial. Después de hacer una práctica en Praga y cumplir el servicio militar, mi padre regresó a Hustopece. Entonces había aquí tres carniceros. Uno de ellos se declaró en bancarrota y mi padre no dudó en alquilar su tienda. Eso fue el 6 de abril de 1933", cuenta Robert Váhala, hijo.
Robert Váhala, el mayor, empezó a vender carne. Al poco tiempo comenzó a ofrecer a los clientes sus primeros productos propios, salchichas, chorizos. En 1934 se casó.
"Fue divertido. En aquel entonces las bodas se celebraban los martes. Pero como los carniceros tenían libre los lunes, mis padres se casaron un lunes y el martes siguiente mi madre ya estaba parada detrás del mostrador... y allí se quedó hasta sus 65 años".
En 1938 Robert Váhala construyó una nueva tienda, que era más espaciosa y disponía de modernos equipos de refrigeración. Detrás del negocio había una pequena fábrica. Después de la Segunda Guerra Mundial Robert Váhala edificó en el patio una planta de conservas, muy moderna para su época. Sin embargo, en 1950, a base de un decreto gubernamental que estipulaba la liquidación de las empresas con menos de 25 empleados, documento que nunca fue aprobado por el Parlamento, la empresa de Robert Váhala fue expropiada.
"A mi padre lo mandaron enseguida a los Destacamentos Técnicos Auxiliares, es decir a los campos militares de trabajos forzados, por un plazo indeterminado. Pasó por las ciudades eslovacas de Komárno, Levoca, Presov y estaban a punto de desplazarlo a Rusia, donde desaparecería seguramente sin dejar rastro, pero en 1953 murió Stalin y mi padre pudo regresar a casa", describe el destino de su familia Rober Váhala, hijo.
El régimen comunista prohibió a Robert Váhala desempenar su profesión, pero no le pudo obligar a perder la esperanza de que su propiedad le fuera devuelta un día ni prohibirle preparar a sus hijos para ese momento. Sin embargo, tuvo que esperar 40 años.
"El 31 de diciembre de 1990 le devolvieron a mi padre la fábrica vieja, y él nos la entregó a nosotros, sus cinco hijos. Pero hay que destacar que nos devolvieron un edificio vacío. Según un decreto gubernamental de 1990, teníamos derecho a edificios e instalaciones que habían sido nacionalizados, y éstos ya no existían. Así que tuvimos que empezar de cero", indica Robert Váhala.
De una tonelada de productos cárnicos al principio, la producción subió en 1995 a cinco toneladas diarias. En 1997 los Váhala decidieron construir una fábrica completamente nueva que cubriera las exigencias de la creciente producción y correspondiera con las normas de la Unión Europea. La planta fue puesta en marcha el 22 de junio de 1998. Actualmente, la compañía Váhala lanza diariamente al mercado 20 toneladas de más de 100 tipos de productos cárnicos. Casi la mitad se dirige a las grandes cadenas de supermercados extranjeros. El ano pasado la companía Váhala facturó más de 19 millones de euros.
"Para este ano planeamos ampliar la producción y estimamos que la facturación anual pueda alcanzar los 25 millones de euros. Las inversiones aumentarán nuestra competitividad al entrar la República Checa en la Unión Europea. Estamos preparados para el futuro", dice convencido Robert Váhala, de la empresa Váhala y Cía., de Hustopece nad Becvou.