Música clásica, un arma para combatir la delincuencia y la drogadicción

Foto: Archivo de la fundación Harmonie

Ayudar a huir a los niños de las capas pobres de su predestinación social por medio de clases de música clásica. Ese es uno de los objetivos clave del proyecto El Sistema que lleva ayudando durante decenios a buscar la cara positiva de la vida a los menores en numerosos países americanos y europeos. En la República Checa el proyecto arraigó en 2010 bajo el amparo de la fundación Harmonie.

Fundado en Venezuela en 1975 por José Antonio Abreu, El Sistema se fue expandiendo por todo el mundo con el propósito de ayudar a proteger de la delincuencia y la drogadicción a los niños de las capas sociales más pobres.

El Sistema de la pirámide

Bruno Campo y Milada Cholujová,  foto: Roman Casado
En 2006, el proyecto llegó a Guatemala gracias al trabajo de Bruno Campo, que actualmente está promocionando El Sistema en Europa.

En principio, el programa fue concebido para abarcar el mayor número de niños posible, según dijo el director de orquesta guatemalteco para Radio Praga durante su reciente visita a la República Checa.

“El Sistema es como una gran pirámide donde la base está fundamentada en una inclusión social, es decir la mayoría de niños que podamos tener. Y la punta de la pirámide es lo que hace que todos esos niños tengan la potencialidad y puedan aspirar a llegar a la punta de la pirámide que es la alta calidad musical”, dijo.

Europa tiene un Sistema diferente al de América Latina

Foto: Archivo de la fundación Harmonie
A medida de la expansión del proyecto por el mundo, cada país se lo acomodaba a sus necesidades y posibilidades, siempre respetando la filosofía de la idea principal.

Mientras que en Latinoamérica El Sistema surgió como un medio para prevenir a los niños de la potencialidad de convertirse en criminales y drogadictos ofreciéndoles una alternativa para su tiempo libre, en Europa el proyecto respalda más bien el tema de la integración social debido a la creciente migración.

“En ese caso debemos estar muy conscientes con todos nuestros profesores de hacer un proceso real de integración social donde los niños no solo vienen a la orquesta, pero ésta les enseña el tema de respeto, de la cultura donde viven. Tratamos de integrarlos a hacer proyectos en conjunto con otras orquestas en Viena por ejemplo, conservatorios y escuelas. Como entrelazar ambas culturas y mentalidades y sentirlos más acostumbrados unos de los otros”, mencionó Bruno Campo.

Los niños que han pasado por El Sistema tienen mayores ambiciones

Foto: Archivo de la fundación Harmonie
En comparación con el historial de El Sistema en Latinoamérica, el proyecto checo aún es un niño. Surgido en 2010, por el momento está funcionando en dos escuelas básicas en Praga. Pero actualmente se está negociando sobre su expansión, sobre todo, a las zonas con alta tasa de desempleo, según indicó la directora de la fundación Harmonie, Milada Cholujová.

“En este sentido tratamos de copiar un poco El Sistema de Inglaterra, donde también trata de llegar a las zonas con la mayor tasa de desempleo. En nuestro país quisiéramos expandirlo a Bohemia del Norte, donde hemos elegido las escuelas y trataremos de contratar a los maestros que acepten un modo un poco diferente de trabajo”.

Foto: Archivo de la fundación Harmonie
A diferencia de América Latina, los niños europeos aprenden en grupos y la enseñanza es más relajada, por decirlo así.

“El proyecto en América Latina es mucho más intenso. Allí los niños aprenden cinco horas diarias. En Europa no es así. No se trata de hacer de ellos a nuevos músicos geniales, sino enseñarles la portezuela que se pueden abrir en la vida, aunque al final trabajen como médicos o ingenieros. Sin embargo, existen análisis que demuestran que los niños que han pasado por El Sistema tienen mayores ambiciones que otros niños y que el proyecto ayuda a mejorar la concentración y los resultados escolares”, indicó la directora.

La música clásica no tiene que ser aburrida

El proyecto El Sistema en Guatemala,  foto: YouTube
Bruno Campo vivió en carne propia el poder de música clásica gracias al proyecto El Sistema. Comenzó a estudiar oboe a los ocho años y a los catorce un seminario venezolano de El Sistema le cambió la vida.

A los 22 años de edad viajó a Venezuela para encargarse más tarde de introducir el proyecto en Guatemala. En 2012, se trasladó a Europa para estudiar dirección de orquesta y ayudar con la promoción del proyecto en países como Turquía, Suiza, Austria, Croacia, Serbia y la República Checa.

Bruno Campo en Praga,  foto: Archivo de la fundación Harmonie
Por más petrificada que pueda parecer, la profundidad de la música clásica demuestra que es el medio idóneo para cumplir las metas del proyecto El Sistema.

“La música es para todos. Es parte del ser humano. El tema es que hemos dejado de desarrollarlo. Sin criticar nada, pero la verdad es que la música que escuchamos en la radio normalmente, pop o lo que sea, es interesante, pero tiene muy poca profundidad. Es por eso que El Sistema lo hacemos con música clásica, porque creemos que la profundidad que tiene esa música realmente hace algo en el ser humano, que retumba allí adentro y lo convierte en una mejor persona de inmediato”, señala Bruno Campo.

Foto: Archivo de la fundación Harmonie
Por eso uno de los propósitos de El Sistema es mostrar que la música clásica no tiene que ser aburrida.

“Hay cierto paradigma de que la música es aburrida y es cierto pero el problema es que nosotros los músicos la hacemos aburrida. Si nosotros directores de orquesta no somos conscientes de que es nuestra responsabilidad hacer la música clásica de la manera más interesante posible. Es por el tema de darle el valor real, de exprimir cada nota, frase y dinámica para hacer algo lleno de colores, sabores, contraste y de luz y de tantas cosas que a la música clásica puede dar. Si lo hacemos es un contacto y un amor inmediato el que puede tener, un amor a primera vista para el público”, agregó el director de orquesta guatemalteco.

Autor: Roman Casado
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