Moldavita: la bellísima piedra checa de origen extraterrestre
Con una historia asombrosa que se remonta a la caída de un meteorito quince millones de años atrás, la moldavita es, junto al granate, una de las dos piedras nacionales. Su atractivo color verde, la particularidad de su forma y el halo de misterio que la envuelve contribuyen a elevar su prestigio y, lamentablemente, también su precio. En esta entrevista, el artesano Pavel Novák nos cuenta todos los detalles y secretos de este verdadero regalo del cielo.
Quienes la vean por primera vez posiblemente le encuentren cierto parecido a la kryptonita, aquella letal piedra verde que, por provenir de su propio planeta, constituía paradójicamente el único punto débil de Superman. La semejanza no se limita a la apariencia: según se confirmó en 1960, el origen de la moldavita se remonta al impacto de un asteroide en la Tierra hace nada menos que quince millones de años, lo cual la ubica en un grupo específico de piedras, tal como explica Pavel Novák, un artesano que aprendió su oficio de muy joven gracias a un viaje que hizo a España en furgoneta.
“Es de la familia de piedras tectitas, hay por ejemplo una en Oceanía, cerca de Australia que se llama australita, hay varios tipos de tectitas desparramadas por todo el mundo, pero la moldavita es más clara, suele tener superficies más bonitas y es más transparente. Se dice que es la más preciosa de todas”.
Aunque no es erróneo decir que parte del origen de la moldavita es extraterrestre, también es cierto que la caída de otros asteroides no propició ese tipo de piedras, por lo que las propiedades del suelo tienen mucho que ver. En este caso, el impacto se produjo en el llamado Cráter Ries, en la región de Baviera, Alemania. En el interior del cráter, que tiene veinticuatro kilómetros de diámetro, y en su momento se pensó que era consecuencia de una erupción volcánica, se construyó la ciudad amurallada de Nördlingen, una de las pocas que se conservan en Alemania.
“Luego de impactar, la sustancia voló unos 400 kilómetros a lo largo del sur de la región de Bohemia. Hay también un poco en el sur de Moravia y otro poco en el norte de Bohemia, pero la gran mayoría cayó en el sur de Chequia sobre el río Moldava que, en checo, se llama Vltava y, por lo tanto, la piedra se llama Vltavín en checo”.
El ángulo del impacto en la arenisca fue igual al del rebote y las altísimas temperaturas hicieron que la sustancia líquida sobrevolara distancias de, aproximadamente, 400 kilómetros y, al enfriarse, cayeran adquiriendo forma de gota. Novák hace el chiste de que, mientras los alemanes tienen el cráter, los checos se quedaron con las moldavitas que pueden encontrarse, sobre todo, en el sur de la región de Bohemia.
Verde que te quiero verde
“Es de la familia de las piedras tectitas, pero la Moldavita es más clara, suele tener superficies más bonitas y es más transparente, se dice que es la más preciosa de todas”.
Algunos cálculos indican que, hasta el momento, se han extraído unas 275 toneladas de esta piedra cada vez más codiciada, a tal punto que en China, hace décadas, intentan replicarla. Y a pesar de que muchas veces se logra un gran parecido, advierte Novák que, en ningún caso, las piedras lisas pueden ser moldavitas ya que su altísima presión genera en el interior de su estructura una serie de burbujas a veces perceptibles a simple vista.
Si bien asegura que a él lo fue enamorando de a poco, Novák tiene la sensación de que incluso para los checos la moldavita está lejos de ser un símbolo tan indiscutible como la cerveza o el guláš y afirma que, con excepción de quienes realmente se interesan por las piedras, es bastante menos conocida que el granate.
“Hace como diez años he empezado a trabajar con piedras como artesano para hacer pulseras, collares, todo eso y, poco a poco, me fui dando cuenta de que había una piedra nacional checa que, al principio, no me parecía muy bonita porque la veía oscura y muy cara, pero a medida que la fui trabajando más llegué a tener una, luego otra y me fui dando cuenta de que era una piedra perfecta y para nosotros los checos es una piedra nacional que no existe en ningún otro sitio del mundo”.
Agrega que, por ese entonces, su precio oscilaba entre 2,50 y 3 euros por gramo, valor que hoy sobrepasa los 16 euros. Como la moldavita se considera propiedad del Estado, suele haber búsquedas ilegales. Quienes intentan encontrarlas de modo clandestino se llaman ‘cazadores’ y como suelen hacerlo de noche utilizan varias herramientas, linternas y, a veces, pequeñas grúas de madera. Incluso pueden llegar a conseguir acuerdos secretos con los dueños de las tierras, pero en cualquier caso ponen en riesgo su vida, además de causar serios daños naturales al arrancar todo tipo de raíces y cavar pozos de más de seis metros de profundidad.
Amor y robo
Novák cuenta que los bosques quedan tan devastados como si hubiera habido una guerra y agrega que, en 2016, se estrenó una película que trata sobre ese tema. Dirigida por Dan Wlodarczyk y basada en un libro del escritor Jiří Hájíček, ‘Los ladrones de caballos verdes’ (Zloději zelených koní) muestra la actividad de un grupo de jóvenes que van detrás de una piedra grande de moldavita que, según sus datos, pesa unos treinta gramos pero, mientras tanto, logran subsistir con otras piezas mucho más pequeñas que encuentran en el camino.
“Él tiene una pareja o algo... y la chica siempre se queja de que el chico solo busca moldavitas porque es una pasión y yo, que conozco a algunos chicos que lo hacen, puedo decir que es una pasión total, se pasan todas las noches ahí, buscando”.
Tal vez el pico máximo de fama que tuvo la moldavita coincidió, en primer lugar, con la presentación de varias colecciones en el marco de la Exposición Regional del Jubileo de Praga de 1891. Luego el interés tuvo otro punto destacado en la década del sesenta, cuando el gobierno suizo le entregó a la reina Isabel II una joya de moldavitas mezclada con diamantes y perlas con motivo del décimo aniversario de su coronación. Entre ambos períodos, el interés había mermado rotundamente por la sencilla razón de que muchos comerciantes empezaron a vender pedazos de vidrio haciéndolos pasar por moldavitas, algo que puede ligarse a una especie de chiste que, según cuenta Pavel Novák, los actuales conocedores de la piedra suelen hacer.
“Hay una broma ahí que cuando desconfían de la piedra dicen ‘a ver qué traes, que eso no es moldavita sino cristal de Budvar’ porque también es una botella verde”.
Lo interesante es que, según algunos documentos arqueológicos, la utilización de esta piedra como elemento de valor no es para nada reciente y se remonta a tiempos prehistóricos. En ese sentido, el hallazgo más notable que vincula esta piedra al hombre del paleolítico son los fragmentos descubiertos en Willendorf, Austria, donde apareció también la famosa escultura Venus. Novák asegura que las moldavitas que hoy se venden en joyerías del centro de Praga suelen ser muy caras pero auténticas, y, por razones obvias, pueden encontrarse en gran cantidad en ciudades como České Budějovice y, en especial, Český Krumlov, que desde el año 2013 cuenta, además, con un interesante museo.
“Ahí tienes como en un acuario de unos dos metros todos los tipos de moldavita que pueden encontrarse en el mundo: tienes una fila más marrón, otra más clara, y así se ven de a tres o cuatro modelitos y después también hay un juego interactivo que te permite moldear tu meteorito y tirarlo a la Tierra y luego te muestra dónde cayó, cuántos kilómetros afectó y a qué velocidad impactó… Tienen buenas piezas ahí, me gustó, se aprende mucho, te muestran también los otros miembros de la familia de tectitas, vale la pena ir”.
“Al principio no me parecía muy bonita porque la veía oscura y muy cara, pero a medida que la fui trabajando me fui dando cuenta de que la moldavita es una piedra perfecta”.
Como si su origen y apariencia no fueran lo suficientemente interesantes, a la moldavita se le atribuyen también algunas propiedades que trascienden lo científico y se basan en la fe y en la gran concentración de energía que le otorga su curioso origen. Se dice, por ejemplo, que tienen mucha influencia en el desarrollo de la conciencia de las personas, sobre todo si se las utiliza durante la meditación, además de contribuir a incrementar valores de intuición y clarividencia. Por otro lado, ayuda a atravesar mejor situaciones de estrés y no faltan los que opinan que incluso es capaz de reducir dolores de cabeza.
“Mi teoría es que cada pulsera, collar o piedra es para una determinada persona y, cuando esta pasa por delante, la piedra es la que llama a la persona. Es una teoría comprobada, pero para el dolor de cabeza... puede ser... yo la veo más como amuleto de protección y soporte”.
Prueba de eso es que Pavel Novák no sale de su casa sin asegurarse de estar llevando siempre su anillo que, aunque no se note a simple vista, contiene una pequeña pero noble piedra de moldavita.
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