Miloš Zeman inicia oficialmente su presidencia
La bandera de la Unión Europea ondeará finalmente en el Castillo de Praga. La República Checa estrena un presidente que, a diferencia de su antecesor, es europeísta y de ideología socialdemócrata. Zeman prometió en su discurso inaugural luchar contra la corrupción y el neonazismo y a favor de la pluralidad en los medios de comunicación.
A la República Checa le espera pues un presidente experimentado, de verbo ágil y con fama de astuto, que fue primer ministro entre 1998 y 2002, y que por tanto conoce bien los mecanismos del poder. Se trata de un político claramente izquierdista, a favor de la intervención del Estado en la economía, pero que es capaz de entenderse con sus enemigos si la ocasión lo requiere, como demostró con el Acuerdo de Coalición que firmó con Václav Klaus y que permitió la gobernabilidad del país a finales de los 90.
Ideológicamente se distancia de la izquierda europea en su concepción del medio ambiente como un recurso económico y no como un valor que debe ser protegido. Está a favor por tanto de la energía nuclear y en contra de las renovables. Por el contrario lo acerca al progresismo su apuesta por el matrimonio homosexual y la democracia directa siguiendo el modelo suizo.
En cuanto a política internacional, un tema fundamental por cuanto el presidente es el máximo representante del Estado, los checos pueden esperar de Miloš Zeman un presidente afín a la Unión Europea y eurofederalista, un simpatizante de Rusia y un entusiasta aliado de Israel que niega el derecho de los palestinos a tener su propio estado.En su discurso inaugural de este viernes, Zeman se planteó tres labores. La primera, servir de árbitro para el juego político, como señaló
“Ofrezco la presidencia como un campo neutral de diálogo para todos los partidos políticos y otras organizaciones sociales como los sindicatos o patronales. Como presidente que no está vinculado directa o indirectamente con ningún partido con representación parlamentaria, ofrezco mi rol de intermediario y moderador, pero en ningún caso el de juez, porque este papel evidentemente no corresponde al presidente de la República”.
El segundo cometido que se impuso fue apoyar a lo que llamó las “islas de desviación positiva”: los empresarios, políticos y profesionales que contribuyen a la prosperidad del país, y el tercero, luchar contra las “islas de desviación negativa”, una de ellas, la corrupción, como señaló Zeman.
“Estoy convencido de que la mejor herramienta para luchar contra las mafias económicas es una ley que imponga la declaración de origen de todos los ingresos y propiedades, incluyendo la posibilidad de confiscar toda propiedad que se haya obtenido ilegalmente”.Las otras dos islas negativas serían para Zeman los grupúsculos neonazis que florecen en el país y, por otro lado, los medios de comunicación checos, a los que acusó de lavar el cerebro a los ciudadanos.
Como otras grandes figuras de la política checa, Zeman no ha sido un personaje ajeno a la polémica. En 1998 se vio envuelto en el caso Bamberg, en el que presuntamente un empresario checo-suizo acordó con el Partido Socialdemócrata una donación millonaria a cambio de recibir una cartera ministerial. El caso se cerró por falta de pruebas.
Dos años después estalló el caso Plomo, al descubrirse documentos que implicaban a Zeman, entonces primer ministro, en una conspiración para desprestigiar a su rival, la entonces vicepresidenta de la Socialdemocracia, Petra Buzková.
De hecho los principales conflictos de Zeman tuvieron lugar en el seno de su propio partido, hasta el punto que su liderazgo se hizo insostenible. Finalmente fue sustituido en la presidencia de la Socialdemocracia por Vladimir Špidla y, tras su intento fracasado de ser presidente en 2003, se retiró de la política. En 2010 volvió a escena con una nueva formación de centro-izquierda, el Partido de los Derechos de los Ciudadanos, que no disfruta de representación parlamentaria pero con la que se aupó de nuevo al candelero político, allanando su camino hacia la presidencia.Actualmente las relaciones con sus antiguos compañeros socialdemócratas son frías en el mejor de los casos e ideológicamente se halla distante de los partidos de derecha que forman coalición de gobierno. Así pues no se espera una sintonía especial ni con el gabinete actual ni con el que pueda venir después, lo que convierte a Zeman en un presidente independiente.