Miedo de Chernóbil llevó a mujeres checas a abortar

Central electronuclear de Chernóbil (1985)

Veinte años después del accidente más trágico de la historia de la energía nuclear, los ciudadanos checos conocen por primera vez la verdad sobre las consecuencias de la explosión en Chernóbil. El polvo radioactivo nunca amenazó la salud y la vida de los habitantes de la entonces Checoslovaquia.

Médicos, físicos e historiadores recordaron esta semana en la Academia de Ciencias Checa el vigésimo aniversario de la explosión en el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil publicando un nuevo estudio sobre las consecuencias de la catástrofe del 26 de abril de 1986. Gracias a las favorables condiciones meteorológicas las nubes altamente contaminadas de radioactividad no llegaron al país. El hecho de que la radiación provocada por Chernóbil no alcanzara en el territorio checo niveles perjudiciales para la salud se debe también a la distancia, ya que la semivida de las sustancias radioactivas peligrosas es relativamente rápida.

La directora de la Oficina Estatal de Seguridad Nuclear, Dana Drábová, explicó una de las causas de la explosión en Chernóbil que se produjo durante un experimento en el que se simulaba un corte de suministro eléctrico.

A pesar de que los checos no fueron afectados por el polvo radioactivo, el accidente de Chernóbil se cobró vidas. Después de que en los primeros días tras el accidente los comunistas impusieran un embargo informativo sobre Chernóbil, el pánico y el estrés se apoderaron de la gente. Según documentan las estadísticas, aumentó el número de abortos ya que las mujeres temían dar a luz a hijos con defectos causados por la radioactividad.

El primero de mayo los representantes del entonces régimen forzaron a los ciudadanos a participar en los desfiles obligatorios con motivo del Día Internacional del Trabajo. Ese día por la tarde llovió, recordó el presidente de la Academia de Ciencias, Václav Paces. Con las gotas de lluvia caía del cielo también la radioactividad.