Michal Brabec, el sucesor en las traducciones del catalán al checo
Desde que empezó a estudiar catalán gracias a un anuncio que vio durante una beca Erasmus en Zaragoza, Michal Brabec se fue involucrando cada vez más en esa cultura, que él define como una gran voluntad de ser, hasta que conoció a su maestro Jan Schejbal, un catalanista que lo nombró como su sucesor, convirtiendo ese interés en una vocación llena de compromiso.
En la actualidad, Michal Brabec es quizás el checo que más involucrado está en la cultura catalana: da clases de traducción del catalán al checo en la Universidad Masaryk de Brno, es un asiduo lector y traductor de obras de esa literatura y hasta fue nombrado por el gran catalanista Jan Schejbal como su discípulo. Lo curioso es que el primer paso en esa dirección que, con el tiempo, se terminaría convirtiendo en un largo camino lo dio, a los veinticinco años, casi por casualidad.
“Yo empecé con el catalán en Zaragoza, en Aragón, cuando estaba de Erasmus, en cuarto año, ya tenía todas las asignaturas de mi Universidad cumplidas y solo me tocó realizar ahí el proyecto de la tesis, entonces tenía más tiempo para dedicarme a cosas diferentes, y un día vi un anuncio de clases de catalán y me pareció muy bien porque, desde siempre, me atraía Barcelona y me gustan las lenguas en general”.
Efectivamente, Brabec tomó la primera clase y le gustó tanto que enseguida se dio cuenta de que su interés iba a ir más allá de esa beca Erasmus. De hecho, siguió estudiando catalán en Brno, incluso después de graduarse en filología española e inglesa en la Universidad Masaryk. Luego, realizó varios viajes a Barcelona y solo pareció distanciarse del catalán durante un período en el que estaba bastante ocupado dando clases de español en una escuela secundaria de Brno.
“Y después el momento clave fue cuando en 2009 nos mudamos mi mujer y yo a Praga por su trabajo de periodista y ahí descubrí el lectorado de catalán y resurgió ese interés. Por ese entonces trabajaba en la embajada de México en Praga y, si bien en la semana no podía escaparme, los viernes se daban clases de traducción literaria del catalán al checo y como la traducción me gustaba, eso fue lo más idóneo para mí”.
Fue en ese mismo lectorado inaugurado en Praga en el año 1991, que Brabec tuvo la posibilidad de conocer a quien terminaría siendo su gran maestro, Jan Schejbal, un muy prestigioso catalanista que falleció en junio del año pasado. Brabec recuerda que, como las clases del lectorado estaban abiertas al público general y no solo a los estudiantes de la Universidad Carolina, él tuvo el privilegio de seguir asistiendo a esas clases durante muchos años.
“Puedo decir que tenía una relación especial con el señor Schejbal y gracias a él descubrí la belleza de la literatura catalana y él también me enseñó algunos trucos de la profesión de traducir”.
Brabec afirma que ese vínculo fue tan importante para él que hoy se siente comprometido a seguir trabajando para que no se pierda todo el esfuerzo que hizo Schejbal en dar a conocer la literatura catalana en Chequia. Sin ir más lejos, Brabec viene de preparar un dossier conmemorativo de más de veinte páginas sobre su maestro para un reciente número de la revista Souvislosti con el claro propósito de homenajear a ese hombre que, a finales de la década del setenta, se transformó en el más importante traductor del catalán al checo y que a Brabec logró inculcarle un profundo amor por la literatura catalana.
“Lo que caracteriza a la literatura o, en general, a la cultura catalana es la voluntad de ser, porque casi todos los escritores catalanes podrían escribir en castellano, pero ellos, por voluntad propia, optan por escribir en catalán y eso es lo que más me atrae porque saben que con el español podrían convertirse en escritores mundiales, aunque hay algunos casos como Jaume Cabré, cuyos libros están traducidos a más de veinte idiomas, pero, claro, ya son los mejores de los mejores”.
Brabec resalta el hecho de que Schejbal no solo conocía perfectamente las obras de la literatura catalana, sino también a los escritores, con lo cual su influencia fue enorme y de primera mano, a tal punto que decidió doctorarse en ese tema. Cuenta que cuando presentó su proyecto en la Facultad de Traducción, tuvo muy buena recepción porque, hasta ese momento, no existía un trabajo académico profundo que describiera las circunstancias y la historia de las traducciones literarias entre ambos países.
La política y la relación de los checos hacia la cultura catalana
“En lo que se refiere a las traducciones literarias del catalán al checo se pueden distinguir más o menos cuatro fases o épocas, y es muy interesante seguir las circunstancias bajo las cuales surgieron o se publicaron algunas traducciones, porque hay períodos en los que se publicaron varios libros, después hay un hueco donde no se publicó casi nada, y es muy interesante seguir por qué; y tiene que ver, generalizando, con la relación entre ambos países”.
Explica Brabec que, durante la primera época, que tuvo lugar a finales del siglo XIX, hubo mucha interacción por el contexto del renacimiento de la literatura nacional checa que encontraba una especie de eco en Cataluña, lo cual generó cierto entendimiento. De todas formas, aclara Brabec que se trató de algo unilateral porque los catalanes no hablaban ni traducían del checo, aunque veían como un verdadero acontecimiento cada nueva traducción del catalán al checo, en el marco de la lucha por rescatar su cultura. Lo que Brabec llama el hueco tuvo lugar después de 1918 con el surgimiento de la Primera República. En esa época ya no funcionaba tal equilibrio y, por lo tanto, en Chequia no interesaba tanto Cataluña ya que, en cierta forma, se había superado esa primera fase. Esa etapa duró, más o menos, hasta 1968 y Brabec recomienda tener en cuenta la influencia de la política en cuestiones de traductología.
“Diana Moix tiene también una historia personal muy interesante respecto al catalanismo checo y cómo la situación política afecta la cuestión de las traducciones literarias. Su padre era alcalde republicano en Sabadell, y en 1939 toda la familia tuvo que irse: llegaron a Praga, se instalaron y luego esa señora empezó a dar clases en la Facultad de Letras de la Universidad Carolina y sus estudiantes, entre ellos Schejbal, pero también Uličný, que tradujo unos tres libros de poesía catalana al checo, estaban muy interesados en el catalán y le pidieron que les diera clases”.
Cuenta Brabec que, a raíz de la muerte de Schejbal, se comunicó con Moix, quien actualmente vive en Sabadell y está casada con un checo. Lo que, en definitiva, quiere hacer notar Brabec es que, por un lado, las circunstancias políticas significaron un escollo para esas traducciones, pero, al mismo tiempo, posibilitaron que una profesora de catalán, sin saber que lo era, hiciera surgir una nueva y muy importante generación de catalanistas a principios de los años sesenta. Y si bien afirma que el interés en Chequia por la cultura catalana no es algo constante afirma que, en 2017, a raíz del referéndum de Cataluña, otra vez surgieron varias tertulias y eventos literarios en distintas ciudades checas, en las que se volvió a leer y debatir sobre literatura catalana.
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