Metodio y Svatopluk
Los destinos de San Metodio y de sus discípulos en el Imperio de la Gran Moravia.
Los hermanos Cirilo y Metodio, religiosos y eruditos de Salónica, llegaron al Imperio de la Gran Moravia en el año 863 por invitación del príncipe Rostislav. El Imperio Granmoravo, el primer Estado común de checos y eslovacos, era en el siglo IX una potencia centroeuropea. Sus principales centros, como Velehrad,estaban situados en lo que es hoy Moravia, parte oriental de la República Checa. Con el fin de disminuir la influencia del vecino Imperio de los francos orientales, el príncipe Rostislav solicitó a Bizancio el envío de una misión evangelizadora.
Así llegaron a Velehrad los hermanos Cirilo y Metodio que trajeron al Imperio Granmoravo la escritura eslava, convirtiéndose en fundadores de la literatura eslava. Los evangelizadores procedentes de Salónica tradujeron también a la lengua eslava los textos litúrgicos para que el pueblo los entendiese.
Los hermanos Cirilo y Metodio trabajaron juntos en Moravia durante tres años. En el año 867 el Papa los invitó a Roma donde Cirilo defendió con éxito el uso de la liturgia eslava. El Sumo Pontífice declaró que no encontraba nada reprobable en la traducción de los textos litúrgicos a la lengua eslava.
Cirilo cayó enfermo en Roma y falleció en un convento. El testigo lo tomó su hermano Metodio quien, rodeado por un grupo de fieles discípulos, lo llevaría en la Gran Moravia durante 16 años más. Aquél sería un período de vicisitudes en el que Metodio atraería sobre sí el rencor y el odio de los sacerdotes del rito latino.
Tras reconocer en una bula especial el idioma eslavo como una lengua litúrgica, el Papa nombró a Metodio primer arzobispo granmoravo. De esta manera se cumplió el sueño del príncipe granmoravo Rostislav sobre la independencia eclesiástica de sus posesiones.
Pero en ese momento, lleno de esperanzas, sobrevino un golpe nefasto. No a causa de las armas enemigas sino de la discordia en el seno de la dinastía reinante en el Imperio Granmoravo. El príncipe Svatopluk, sobrino del soberano Rostislav, traicionó a su tío: Tras haberse apoderado de él, lo entregó al rey de los francos, Ludovico el Alemán. Los carceleros vaciaron los ojos del príncipe preso, y Rostislav, condenado a cadena perpetua, falleció al poco tiempo.
Svatopluk se sentó en el trono de los príncipes granmoravos como vasallo del rey de los francos, Ludovico el Alemán, pero gozó muy poco tiempo del gobierno del Imperio Granmoravo. Los francos, tras haber acusado a Svatopluk de traición, lo destituyeron del trono y arrestaron. De mucha astucia y habilidad tuvo que valerse Svatopluk para recuperar el trono del que se había apoderado con malvada brutalidad.
Durante aquellos profundos trastornos que conmocionaron el Imperio Granmoravo, dominado temporalmente por los francos, el arzobispo granmoravo Metodio fue arrestado en Suabia por orden del obispo de Baviera. Es posible que sus enemigos lograran capturarlo cuando regresaba de Roma a Moravia. Los sacerdotes de rito latino que veían en Metodio a su principal enemigo ya que promocionaba la liturgia eslava, podían ahora mostrarle su poder. Metodio fue condenado a cadena perpetua y sólo la enérgica intervención del Papa hizo abrir las puertas de su masmorra al cabo de tres años.
Una vez de regreso en Moravia, donde había vuelto a gobernar el príncipe Svatopluk, el arzobispo Metodio asumió finalmente la dirección de su provincia eclesiástica. Juntamente con sus discípulos, Metodio formaba a nuevos clérigos y bautizaba a nuevos creyentes. En la última etapa de su vida terminó la traducción de la Biblia al idioma eslavo, obra iniciada por su hermano Cirilo.
Los doce años que vivió Metodio en la Gran Moravia tras la muerte de su hermano Cirilo, estuvieron plagados de tenaces y extenuantes luchas. En el Imperio Granmoravo se enfrentaban los ritos latino y eslavo y las Iglesias occidental y oriental, una con el centro en Roma, y la otra, en Bizancio. No es de extrañar, entonces, que las actuaciones de Metodio fuesen constantemente cuestionadas y atacadas.
Con el correr de los años surgieron también diferencias con el príncipe Svatopluk. El soberano granmoravo deseaba adaptar su estilo de vida al de los demás grandes, sobre todo al de los francos. En los círculos aristocráticos estaba de moda el latín, de manera que el príncipe empezó a favorecer a la minoría de los sacerdotes de rito latino.
Y probablemente existiera todavía otra causa de las disensiones entre Metodio y el príncipe: Svatopluk era, según relatan las crónicas, un hombre lleno de vicios, algo que seguramente escandalizaba al virtuoso sabio Metodio.
A Metodio lo hostilizaban abiertamente los sacerdotes de rito latino, encabezados por el ambicioso y taimado Wiching. A pesar de ser sacerdote, Wiching era una persona a quien no repugnaba el uso de cualquier medio con tal de ver realizadas sus ambiciones.
Wiching acusó primero a Metodio ante el Papa de que predicaba doctrinas heréticas, se extralimitaba en sus competencias y oprimía a los clérigos de rito latino. Metodio tuvo que viajar a Roma para defenderse. Una vez allí, en presencia de su rival logró refutar todas las acusaciones.
Para reconciliar a ambos adversarios, el Papa confirmó las competencias arzobispales de Metodio y al mismo tiempo nombró a Wiching obispo de Nitra, importante centro granmoravo.
El descarado Wiching no se daba por contento y prosiguió las intrigas. En el viaje de regreso se adelantó a Metodio para ser el primero en llegar a la Gran Moravia y presentar al príncipe Svatopluk un documento evidentemente falsificado en el que el Papa comunicaba que destituía a Metodio de su cargo de arzobispo granmoravo. El fraude de Wiching fue descubierto, pero de todas formas no ayudó a instaurar la calma.
El conflicto culminó poco tiempo antes de la muerte de Metodio. Cuando el arzobispo decidió finalmente poner coto a las intrigas de Wiching y lo suspendió de su cargo hasta que reconociese la autoridad de Metodio, el enfurecido rival viajó sin demora a Roma para quejarse.
Pero aquella vez no fue oída la otra parte -el arzobispo Metodio- y el Papa, presionado por Wiching, prohibió la liturgia eslava. Los sacerdotes granmoravos que no acatasen esta orden debían ser expulsados del país.
Wiching regresó triunfalmente a la Gran Moravia, seguro de que esta vez aplastaría a Metodio de una vez por todas. Pero no pudo saborear la victoria: Metodio, quien mientras tanto había fallecido en el año 885, ya reposaba en su tumba en el templo de Velehrad.
Wiching asumió la dirección de los asuntos eclesiásticos de la Gran Moravia. Y lo hizo con una brutalidad que no tuvo parangón. El arzobispo Gorazd, sucesor de Metodio, fue destituido y arrestado. Dos centenares de sacerdotes y monjes de rito eslavo fueron expulsados del país. Pero la llama de la cultura eslava, encendida por los hermanos Cirilo y Metodio, no se extinguió. Gracias a la obra de los discípulos de Metodio empezó a florecer en Bohemia, Bulgaria y Rusia.